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Archive for 4 de julio de 2012

MDP

El mensaje a la nación de Ricardo Martinelli, con ocasión de la instalación de la nueva legislatura de la Asamblea de Diputados, ha sido un ejemplo de grandes mentiras, embellecimiento de la realidad, apropiación de proyectos de gobiernos anteriores y el dar como existente lo que está en ejecución, cuando no en la imaginación alucinada del Presidente. Lamentablemente para él, así como para cada uno de los integrantes de su gobierno, las protestas, cierres de calle y movilizaciones por falta de agua, fracaso del Metrobus, ausencia de calles transitables, falta de puentes, colapso de la infraestructura escolar, desorbitado aumento del costo de la canasta básica familiar, próximo aumento de la tarifa eléctrica, desabastecimiento de medicinas y nefasta gestión de la CSS, entre otros muchos desastres y abandonos del presente gobierno, desmienten contundentemente las cínicas falacias del mencionado discurso.

Un Presidente y su gobierno carentes de credibilidad
Luego de calificar a la oposición como violenta, desestabilizadora y de intereses mezquinos, Martinelli los llama a “cerrar el capítulo de la pelea y la confrontación”. ¿Quién lo entiende, quién le cree? Quien hace dicho llamado es quien autorizó 72 horas antes una cuña televisiva en la que manipula a la Iglesia católica y en especial a Monseñor Ulloa, utilizándolos para atacar descarnadamente al Frente por la Defensa de la Democracia, organismo integrado por la sociedad civil, los gremios, sindicatos y los partidos políticos de la oposición. Se trata del mandatario que derogó el Fondo Fiduciario para así apropiarse, con fines electorales, del resultado de la venta de los activos estatales que le pertenecen a todos los panameños, una vez fuesen aprobadas las leyes que envió a la Asamblea de Diputados autorizando la venta de las acciones de las empresas de Cable&Wireless y eléctricas, así como los terrenos de la Zona Libre y Amador.
Quien llama a la paz es quien autorizó el interponer tres demandas contra el Tribunal Electoral, solicitando su destitución y la de sus suplentes, para así decapitarlo y controlar a la única institución del Estado que no se le arrodilla. Descubierta su felonía, retiró dos de las tres demandas para hacer creer que se había equivocado “al hacerle casos a sus abogados”. Demos por cierto que pronto activará la tercera demanda. Llama a la paz quien intento poner en pie la inconstitucional Sala V, cuya única finalidad era la de blindar jurídicamente la doble vuelta y su eventual reelección.
Si de verdad quiere un país en paz debe acatar el rechazo de la ciudadanía a la venta de los activos, tierras y acciones, que le pertenecen a todos los panameños/as, y cejar en el acoso al Tribunal Electoral y a los dirigentes sindicales y gremiales del país. Entonces, quizá, empiece a recuperar una credibilidad que parece ya irrecuperable.
Señales de tormenta
Contrario a lo que el país le demanda, y a lo que él dice querer, el Presidente Martinelli ha impuesto al diputado Sergio Gálvez como Presidente de la Asamblea de Diputados. ¿Qué se esconde detrás de esta al parecer insensata imposición? En el propio discurso de toma de posesión, el lobo dejó ver sus orejas al anunciar que reformará el reglamento interno para que no se dilate la aprobación de los proyectos de ley. Dicho en palabras llanas, para impedir que se prolonguen las discusiones y poder imponer a raja tabla los deseos del ejecutivo.
Pero todavía hay más. El lobo enseñó sus colmillos al declarar, en el colmo de la desvergüenza, que él, Sergio Gálvez, está totalmente a favor de la hasta ahora inconstitucional reelección de Ricardo Martinelli. También declaró que se discutirán las reformas a la Ley Electoral. Ya podemos imaginar que no por casualidad de dichas reformas surgirá un vestido a la medida de los intereses electorales de Ricardo Martinelli. Ahora queda claro el por qué y el para qué de la imposición de Sergio Gálvez como presidente de la Asamblea de Diputados.
No cabe la menor duda que las intenciones de Ricardo Martinelli son las anteriormente descritas, y tampoco debe quedarnos la menor duda que de proceder así desatará una tormenta social y política que profundizará la crisis en la que está sumido el país. Hay que estar preparados para los peores escenarios, pues las únicas señales que provienen de la presidencia son las de que se aproxima una tormenta.
El Frente por la Defensa de la Democracia
Al calor de los permanentes ataques del gobierno de Ricardo Martinelli a las libertades democráticas de los ciudadanos, pavimentando así el camino hacia el perfeccionamiento de su dictadura civil, luego de controlar y someter a la Asamblea de Diputados, la Corte Suprema de Justicia y la totalidad de la instituciones del Estado, con la excepción del Tribunal Electoral, el presidente impulsó la creación de la Sala V para así maquillar jurídicamente la vía expedita a su reelección. No contento con ello, pretendió y pretende la venta de los activos del Estado para así hacerse con varios miles de millones de balboas en preparación de una fastuosamente corrupta campaña electoral.
En ese clima y para detener tales desaguisados es que nace el Frente por la Defensa de la Democracia, integrándose en el mismo la mayoría de los gremios y sindicatos del país, así como un número abrumador y diverso de organizaciones de la sociedad civil, lo mismo que los tres partidos de la oposición. Su objetivo: impedir el establecimiento de una dictadura civil que recortaría aún más, cuando no suprimiría, las libertades democráticas de las que todavía gozamos los ciudadanos. Su constitución, y la realización de su primera manifestación unitaria, logro hacer retroceder de inmediato al régimen en sus perversos propósitos, aunque sólo fuera para intentar materializarlos en otro momento y por otras vías.
Con ello quedó demostrado que la unidad de todas las fuerzas democráticas, tras el objetivo de impedir el perfeccionamiento de la dictadura civil, era una necesidad incuestionable y urgente. No se trata de un frente electoral, ni siguiera va más allá de la lucha contra la dictadura civil. Ahora bien, en su interior las fuerzas democráticamente consecuentes debemos de luchar por impulsar un funcionamiento del mismo que sea verdaderamente democrático, impulsando asambleas generales de todos sus miembros para tomar decisiones trascendentes, debatiendo hasta el cansancio por impulsar un posible acuerdo que nos conduzca hacia una Asamblea Constituyente Democrática que amplíe, profundice y extienda los derechos democráticos y sociales del pueblo panameño, en el camino de un modelo de sociedad solidario que responda a las necesidades y ambiciones de la mayoría social.

MDP: Movimiento Democrático Popular

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REVISTA INSURRECCIÓN

En la simulación de la democracia las leyes tienen un lugar preeminente adornando un sistema de injusticia. Pero todavía más, el vaivén que hoy con perspectiva histórica estamos comprobando, los cambios de la juridicidad oficial que salvaguarda formas y contenidos engañosos, refleja las necesidades de un orden que se enmascara y trasciende de época en época, para sustituir ciertas reglas con tal de que nada sustancial sea transformado.

Expresan esas leyes y órganos estatales las exigencias supremas de la estabilidad de ese orden, los intereses individuales y grupales más podridos, los privilegios concretos de unas castas, las más precisas y calculadoras intenciones de un conglomerado de corruptos que buscan asegurar más impunidad, para seguir burlándose del pueblo.
Bajo El derecho, condensan unas relaciones de dominación que en Colombia no tejen siempre con sutileza sino que también se ejercen de la manera más cínica, descarada y brutal posible.
Esto es lo que ha pasado con el proceso de la reforma constitucional bajo el membrete de reforma a la justicia, que impulsó el gobierno de Juan Manuel Santos, en la que participaron diferentes estamentos o poderes de esa maquinaria que se ha aprovechado por décadas del desangre y el letargo embrutecedor en el que han querido sumergir a Colombia. Tal iniciativa claramente surgió del ejecutivo, contó con el aval del incondicional procurador y se ancló en el fango del legislativo.
En sí misma esa reforma a la justicia era una contra-reforma que pretendía varios objetivos. De un lado equilibrar y tomar la delantera en el mediano plazo, dando aliento estratégico a la expresión política, ideológica y orgánica de un sector decididamente corrupto, dispuesto a borrar del texto constitucional de la reforma de 1991 lo que nunca ha asumido, ni siquiera en el plano formal, pues ha bloqueado desde entonces los avances que supuso esa Carta Política, y rechaza por lo tanto todo tipo de frenos a su voracidad, sin mostrar respeto por algunas materias de derechos y de participación social que habrían podido significar con otra dirigencia política y otro proyecto de nación, algunos cambios a favor del bienestar general durante estos veinte años.
Otro de los objetivos era inmediato y rastrero; afirmando que reformaban la justicia, se estaban valiendo de su calamitoso Estado, para hacerla mas inviable y re-direccionarla para superar sus propios incidentes y contradicciones internas, mediante la excarcelación y el blindaje de los parlamentarios acusados por paramilitarismo y otras causas, el aumento de privilegios jurídicos, materiales y la redistribución de prebendas; esas eran parte de las finalidades que identifican el talante no sólo de esa contra-reforma desistida a última hora por Santos, de modo ladino, sino del proyecto neoconservador inspirado en un paradigma de crimen y falacia, de autoritarismo y abuso que no se compromete siquiera con un discurso liberal o de progreso.
Van a afianzar sin más, un modelo totalitario de prerrogativas para una clase de políticos y asociados que seguirán votando a favor de sí mismos, en provecho de sus jefes, familias y empresas, de sus negocios e intereses, sin ruborizarse por nada.
El fiasco de esa reforma a la justicia devela los propósitos con los que seguirán agitando el país para pescar en río revuelto, quienes de un lado proponen ahora una asamblea constituyente del tamaño de Uribe, o quienes decretan, como Santos, que acá no ha pasado nada, siguiendo unos y otros con sus peroratas insidiosas, tratando de desactivar la inconformidad ciudadana que se ha generado por ese desvergonzado intento de reforma.
Producen vergüenza su escandalosa y escabrosa situación, sus pueriles explicaciones, que van desde la firma de propuestas de cambio constitucional sin haber sido leídas, hasta la compra y venta clientelar por debajo de la mesa. Son muestras de por qué en Colombia es imperioso luchar contra verdaderos bandidos que se han repartido el país o lo han esquilmado para provecho colonial.
El Ejército de Liberación Nacional saluda la reacción que circula en diferentes espacios sociales y políticos así como el análisis y las propuestas de quienes han escrito numerosas opiniones que expresan el hastío, la repulsa a la degradación y a la ignominia, por los actos de una sórdida clase política que siempre ha estado de espaldas al clamor de justicia del pueblo colombiano.
Por esa razón existimos, aunque en tanto fuerza rebelde y alzada en armas no reconocemos la juridicidad del enemigo que es parte de un sistema que combatimos desde una ética y concepción revolucionaria.
Valoramos y alentamos la valiente respuesta que se manifiesta no sólo para rechazar mediante referéndum esa rancia reforma de la justicia, sino para apuntar a una revocatoria del mandato de un mandatario amangualado con un Congreso viciado y vicioso, que, con contadas excepciones, ha dado muestras de hasta dónde está dispuesto a llegar para mantener su libertinaje.
Si la ciudadanía organizada con indignación y sentimiento, ha movido procesos de rebeldía y apertura en nuestro país y otras partes del mundo, es capaz de articularse hoy con las expresiones sociales populares que de tiempo atrás han develado el pudrimiento del régimen, para que entre todos luchemos y habilitemos los mecanismos y creación de un Nuevo Gobierno, que asuma el compromiso por la paz y una verdadera justicia, en una perspectiva clara de paz para Colombia. Ello implica ir en contra de los parapolíticos y mafiosos y en contra de una estrategia oficial perversa y mezquina, que tira la piedra y esconde la mano. El país no puede continuar por ese rumbo de manejos siniestros.
Invitamos a no desistir, a buscar responsabilidades, a revocar sin pausa lo que de por sí es injusto y luchar por una Colombia digna.

A partir de la experiencia y el potencial del diálogo epistolar sostenido, pedimos a las plataformas populares y ciudadanas que promueven el referéndum, a Colombianas y Colombianos por la Paz, a la Universidad, a las iglesias, al periodismo independiente, a políticos progresistas, a organizaciones sociales y políticas, a los propios gremios que pueden estar pensando sobre tal descrédito que les incumbe, a todos les invitamos a formular constructivamente con nosotros, con la insurgencia, puntos de vista y propuestas que fijen derroteros de dignidad, de defensa del interés público y de los bienes comunes. Que contribuyan a cultivar la esperanza y a gestar un país en bienestar, que estén al servicio de un pacto para la solución democrática, para la paz y la justicia.

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Carlos Lombardi (MDZOL)

La destitución del presidente paraguayo Fernando Lugo, llevada a cabo mediante juicio político, ha desatado la alarma en la región por cuanto el mencionado procedimiento no respetó los plazos ni recaudos de la garantía de defensa en juicio a pesar de estar regulado en la Constitución de ese país.

Esa circunstancia jurídica, sumada al escenario regional y al papel que se le atribuye a los Estados Unidos llevaron a calificar la destitución como un golpe de estado encubierto con el lógico repudio del pueblo latinoamericano y las sanciones de los organismos regionales.
Y como siempre sucede en estos pagos conquistados por el imperio español apareció un actor político que cumple el rol de factor de poder y juega al buen alumno “pacificador”: la Iglesia Católica paraguaya en persona de sus obispos y del embajador del Vaticano. En esta oportunidad le pidieron a Lugo que renuncie para evitar derramar sangre y de inmediato se aliaron al nuevo presidente. «Oramos por la paz e invitamos a todas las comunidades eclesiales a una cadena de oración por la patria para que el Señor Todopoderoso en el amor y la misericordia, bendiga al Paraguay». Fariseísmo en su máxima expresión.
Que los obispos católicos aparezcan en momentos políticos delicados de una república hermana no es novedad. Buscan denodadamente que permanezca vigente un mito, cual es, el que dice que existen países católicos y no católicos debiendo la Iglesia en los primeros ser la “garante moral” ante los conflictos. La historia dice lo contrario. Dice que el objetivo principal que persigue esa institución es retener sus privilegios, su poder político al lado del gobierno de turno, prostituyéndose, cualquiera sea la forma de gobierno.
Como es de rigor, se debe enfocar al colectivo dentro de la institución. Sociológicamente no existe el catolicismo a secas, un único grupo que piensa igual a la oligarquía de sotanas que los gobierna. Existen “catolicismos”, al decir de Mallimaci, grupos varios que reflejan diversos enfoques no sólo teológicos sino políticos. De modo que cuando hablamos de “Iglesia” en el golpe de Paraguay nos referimos a la derecha, tanto laica como clerical y antidemocrática que existe en esa institución en su versión integrista, es decir, no cristianas y contrarias al evangelio del laico Jesús.
El prontuario totalitario y antidemocrático de la Iglesia Católica es vasto. Entre sus numerosos galardones puede mencionarse el concordato que en 1933 firmó el Cardenal Eugenio Pacelli –futuro Pío XII– con el régimen nazi de Adolf Hitler.
“Para la Iglesia Católica el concordato significaba unirse a un gobierno que no sólo combatía el ateísmo y la inmoralidad, sino que también tenía entre sus objetivos proteger a la Iglesia y la educación cristiana” (1).
Pero es sabido que el riesgo que asume quien se prostituye es que el “cliente” no pague o lo haga mal. Y Hitler y el nacionalsocialismo no fueron la excepción. Al poco tiempo de su firma el concordato no fue cumplido por los nazis.
Les fue mejor con el régimen fascista de Benito Mussolini. Recordemos que los Estados Pontificios surgieron de un descomunal fraude como fue la “Donatio Constantini” (Donación de Constantino). “Según ésta, urdida en el siglo IV, el papa Silvestre I había sanado de la peste y bautizado el emperador Constantino I, a quien, realmente, nunca vio en su vida. Este le recompensó donándole Roma, Italia, e incluso todo occidente (“… omnes Italiae seu occidentalium regionum provintias, loca et civitates”). Ese fraude sin parangón, con fecha retrotraída a cuatro siglos, provista de la firma del emperador y una anotación del mismo en la que aseguraba haber depositado de propia mano el documento en la tumba de San Pedro, fue, salvo que todo induzca a engaño, perpetrado por la mismísima cancillería papal. La falsificación convertía al Santo Padre en “poseedor legítimo de toda Italia y emperador de occidente, invirtiendo de golpe la situación. El emperador romano, a quien el papa debía antes prestar obediencia, quedaba ahora constitucionalmente subordinado al pontífice” (2).
Pero la mentira tiene patas cortas y el fraude fue desenmascarado: desde Guillermo de Ockham, pasando por Lorenzo Valla mediante la filología, hasta la historia moderna. Los Estados Pontificios fueron disueltos gracias a la acción de Víctor Manuel II y de Garibaldi el 20 de septiembre de 1870 unificándose el territorio italiano. Tuvieron que pasar 59 años (11 de febrero de 1929), para “resucitar” el engendro político llamado Vaticano. Pío XI y Benito Mussolini firmaban los Pactos de Letrán, en virtud de los cuales la Iglesia “reconocía” a Italia como estado soberano, y ésta hacía lo propio con la Ciudad del Vaticano, con indemnización incluida.
Y les fue excelente con el dictador español Francisco Franco entre 1939 y 1975 y la imposición del nacionalcatolicismo, régimen totalitario aplaudido por el Vaticano y cuyas notas se encuentran todavía presentes en cierta “prelatura” que no pasa de ser una secta al interior de la Iglesia.
El prontuario se extiende a la Argentina donde la Iglesia apoyó todos los golpes cívico-militares contra gobiernos constitucionales. Desde el celebrado de 1930 contra Hipólito Yrigoyen hasta el más cruel de 1976-1983. En este último sus autoridades fueron beneficiadas por “leyes” relativas al sostenimiento económico, avalando la persecución de sus propios cuadros (laicos y religiosos) por “subversivos”, mirando para otro lado ante el plan sistemático de robos de bebés y maquinando junto con los genocidas para defender la “civilización occidental y cristiana”, mientras les daban la comunión a los asesinos porque esos sí eran buenos cristianos. El fracaso de la dictadura cívico-militar-católica fue también el fracaso de la ideología religiosa que la nutrió y del modelo social que quisieron imponer, el mismo por el que pugnan en nuestros días oponiéndose a leyes laicas que no se fundan en sus dogmas y doctrinas.
Y en 2009 apoyaron el golpe de estado en Honduras. En esa oportunidad salieron a pavonearse el cardenal Rodríguez Madariaga y la Conferencia Episcopal de ese país también para “pacificar” a la sociedad. El presidente Porfirio Lobo manifestó su intención de aplicar los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, siendo luego recibido y “bendecido” por el Papa Benedicto XVI. Mientras, la violación de derechos de los ciudadanos hondureños y los asesinatos de opositores y periodistas continúan hasta la fecha.
Si hay algo que se debe reconocer a la oligarquía clerical católica es su coherencia antidemocrática reflejada en su organización, funcionamiento y pensamiento oficial. No es momento de analizar la estructura autoritaria de la última monarquía absoluta de Europa, ni la violación a derechos humanos que se lleva a cabo en su interior y que se refleja en sus normas.
Basta con leer el N° 424 del Compendio de su Doctrina Social como un claro ejemplo del pensamiento antidemocrático vigente en la institución: “La Iglesia respeta la legítima autonomía del orden democrático; pero no posee título alguno para expresar preferencias por una u otra solución institucional o constitucional », ni tiene tampoco la tarea de valorar los programas políticos, si no es por sus implicaciones religiosas y morales”.
Se leyó bien: la Iglesia Católica “… no posee título alguno para expresar preferencias por una u otra solución institucional o constitucional…”; es la prostitución política institucionalizada.
El interés principal de la oligarquía clerical se dirige a que los Estados les garanticen sus “derechos adquiridos”, sin importar si se trata de una dictadura o una democracia. Tienen experiencia histórica en el tema; no les importa con quien se acuestan.
La constitución paraguaya de 1992 reconoce en su artículo 82 “el protagonismo de la Iglesia Católica en la formación histórica y cultural de la Nación”. Nos preguntamos ¿se hará extensivo ese reconocimiento al protagonismo en los golpes de estado?
El pensamiento antidemocrático sigue vigente en el catolicismo romano, sobre todo, en el integrismo que lo gobierna; también en sus acciones y muy a pesar del Concilio Vaticano II. Con su aval al golpe institucional contra la democracia paraguaya la Iglesia vuelve a poner sobre el escenario político encíclicas infames como la Mirari vos (Sobre los errores modernos) de Gregorio XVI, conocida como la encíclica contra la democracia.
Es hora que las democracias latinoamericanas dejen de tener un “garante moral” que nadie invitó, insolvente en materia democrática y recordando que, cada que vez que pudo, pisoteó los derechos humanos, las constituciones y los valores republicanos. La salud de los pueblos y la laicidad de las sociedades así lo reclaman.
Carlos Lombardi es abogado y profesor de Derecho Constitucional en la Facultad de Derecho de la UNCuyo.
Notas:
1) MALLIMACI, Fortunato y DI STEFANO, Roberto, Religión e imaginario social, Manantial, Buenos Aires, 2001, p. 55.

2) DESCHNER, Karlheinz, La Política de los papas en el siglo XX, Yalde, Zaragoza, 1994, Volumen I, p. 11.

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Fortunato Esquivel (BARÓMETRO INTERNACIONAL, especial para ARGENPRESS.info)

El gobierno de Evo Morales, acaba de solucionar el conflicto salarial planteado por la Asociación de Clases y Suboficiales de la Policía boliviana, es decir, por el sector menos favorecido de esta institución encargada de la seguridad interna del Estado. El acuerdo, tendrá aún periodo de discusiones, hasta conseguir plena satisfacción de los desatendidos desde gobiernos neoliberales.

Los policías exigieron, nivelación a los salarios recibidos por los militares, lo que hubiera significado un severo desequilibrio a las finanzas y el presupuesto general de la nación. En la población, hubo reconocimiento para que estos recibieran un mejor trato económico, pero total desacuerdo en los métodos empleados para ello.
El conflicto comenzó con peticiones a cargo de las esposas de policías y posteriormente, los uniformados se sumaron declarando “motín policial”. Se asaltaron edificios de la propia institución, se destruyeron documentos sensibles relacionados a los procesos que se siguen a policías corruptos. Se destrozaron computadoras y se incendiaron las pruebas referidos a ellos.
Durante los días de conflicto, los grupos de amotinados actuaron cubiertos de pasamontañas para no ser reconocidos. Las autoridades de gobierno, denunciaron que entre ellos existían expulsados de la institución por graves faltas de corrupción, otros militantes de partidos políticos de derecha que intentaban promocionar un golpe de Estado para provocar el cambio de gobierno.
Aunque las autoridades, estuvieron dispuestas a las negociaciones, algunos sectores de amotinados que actuaban armados, desecharon consecutivamente las soluciones presentadas, a la espera de enlazar su movimiento con una marcha de indígenas que avanzaba desde las tierras bajas hacia la sede de gobierno. El dirigente de éstos había anticipado que a su llegada, la marcha tendría una “sorpresita” para los gobernantes.
Aparentemente, se trataba de sumar esa marcha al motín policial. Los partidos de derecha se encontraban agazapados, esperando la hora para actuar conjuntamente y promocionar el derrocamiento de Evo Morales. Una oportuna solución al conflicto policial, abierto con el desconocimiento de los negociadores que impedían soluciones, desbarató el plan subversivo.
La marcha indígena que traía una “sorpresita” quedó sin el apoyo de los amotinados y los políticos “gatos sagaces” en estas acciones se vieron desamparados, por lo que el proceso subversivo quedó sin base y tuvo que postergar sus intencionalidades, hasta una próxima ocasión.
¿Qué lecciones, se deben sacar de esta nueva acción, parecida al golpe cívico-prefectural de 2008?, por lo menos dos. Una que la policía está infiltrada desde hace mucho tiempo por la embajada norteamericana y los partidos de derecha. La policía mostró que tiene elementos contrarios al gobierno con actitudes tremendamente racistas y dos, que la policía precisa una cirugía muy profunda para reorganizarla, renovarla y actualizarla.
Un sector absolutamente profesional de la policía, mantuvo sus labores de vigilancia y seguridad, en tanto que algunos grupos de “contras” se dedicaban a insultar al primer mandatario, mientras actuaban con métodos delincuenciales destrozando sus propios materiales de trabajo en los edificios de su institución. Estos grupos marginales, exigen ahora que entre los acuerdos se los excluya de sanciones por sus acciones.
Los partidos políticos de derecha, actuaron desde las sombras, financiando a los violentos contribuyendo con parte de su militancia encapuchada para evitar su reconocimiento. Aunque el griterío incluía estribillos como ¡no tenemos miedo, carajo! Actuaban sin mostrar su identidad.
¿De dónde vino el financiamiento para éstos? Es fácil suponerlo. Hace poco, el administrador adjunto para América Latina y el Caribe de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (Usaid), Mark Feierstein, manifestó sin escrúpulos que Washington prioriza su apoyo a los partidos opositores que luchan por la democracia a la norteamericana.
Esta admisión es una clara prueba que Estados Unidos está dispuesto a financiar a esos grupos subversivos que buscan la desestabilización de los gobiernos de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), un mecanismo que funciona desde 2004 a la búsqueda de la integración económica, política y social de sus naciones afiliadas.
Feierstein no tuvo dificultades a la hora de confirmar que la Casa Blanca, mantiene estrecha relación y entrega fondos a los partidos políticos antigubernamentales de Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua. ¿Los montos? Se los mantuvo en reserva. Pero en lo que se refiere a nuestro país, ya se puede imaginar quiénes los están recibiendo y cómo los gastan.
Las declaraciones de Feierstein, confirman las denuncias que los gobiernos progresistas de América Latina, han realizado reiteradamente contra la Usaid y sus programas de carácter absolutamente subversivos. Evo Morales, había anunciado su intención de expulsarla de Bolivia, pero luego dio marcha atrás. Los actos conspirativos de los días pasados deberían obligarle a asumir esa decisión, pues lo contrario podría comprometer su derrocamiento.

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 PL

Los suecos creen que el peor escándalo sufrido por su país en los últimos 20 años, ocurrió en 2001, cuando el Gobierno se vio envuelto en una trama de torturas del cuestionado programa ilegal de transferencia de detenidos de la CIA.

De acuerdo con un sondeo realizado para el canal 5, el escándalo derivado de los vuelos secretos de la CIA ocupó el primer puesto por encima de la deficiente gestión gubernamental ante el tsunami de 2004 en Asia, que amenazó a decenas de miles de ciudadanos suecos que estaban en Tailandia.
Mientras tanto, el tercer lugar recayó en el polémico apoyo y participación de Estocolmo en la construcción de una fábrica de armas en Arabia Saudita, situación que conllevó a la renuncia en marzo pasado del ministro de Defensa, Sten Tolgfors.
En 2001, Suecia se vio salpicada por un escándalo de torturas a dos ciudadanos egipcios durante un vuelo de la CIA que partió del país escandinavo rumbo al Cairo.
El primer ministro sueco de aquel entonces, Göran Persson, reconoció más tarde que en el incidente no había mediado orden de deportación alguna.
Según dijo en aquella ocasión, él había confiado en las garantías de Egipto para proteger a los prisioneros, pero admitió que se había equivocado.
En el marco de la llamada Guerra contra el Terrorismo, otras naciones europeas como Polonia, Lituania, Macedonia o Rumania se vieron envueltas en escándalos similares por su respaldo al criticado programa de la CIA, tras los atentados contra las Torres Gemelas en 2001.
Tal programa incluye procedimientos extralegales, mediante los cuales los sospechosos de terrorismo son enviados a prisiones clandestinas en otros países diferentes de Estados Unidos o el Reino Unido para encarcelamiento e interrogación, maniobra que incluye frecuentemente métodos de tortura.

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PL

El gobierno boliviano y 45 corregidores de las 63 comunidades del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis) firmaron un acuerdo para implementar la consulta, que definirá la construcción de una carretera por ese bosque.

Después de una reunión que se instaló en oficinas del Fondo Nacional de Desarrollo Regional, en la que cada uno de los corregidores testimonió la legitimidad de su representación y expuso las razones para respaldar la consulta, se redactó el documento que fue rubricado después de una revisión minuciosa.
La reunión fue convocada en la mañana por el Ejecutivo, a través de la ministra de Comunicación, Amanda Dávila, con agenda amplia, abierta y respetuosa, para resolver el conflicto en esa reserva nacional, tomando en cuenta que hay algunos grupos que llegaron con una marcha a La Paz opuesta a la consulta.
En el encuentro participaron 45 corregidores: 12 de la subcentral Tipnis, 18 del Consejo Indígena del Sur y 15 de la subcentral Sécure, quienes aceptaron la convocatoria del Ejecutivo y remarcaron la necesidad de la carretera como elemento fundamental para el desarrollo de esa olvidada región.
Por el Ejecutivo, participaron los ministros de Gobierno, Carlos Romero; de Obras Públicas, Vladimir Sánchez, y de Medio Ambiente, Felipe Quispe, que destacaron la predisposición al diálogo y comprometieron todos los esfuerzos para atender las demandas de los indígenas de esa región.
«Todos los corregidores, de las tres subcentrales, manifestaron la voluntad y disposición de llevar adelante el proceso de Consulta en el Tipnis, y resaltaron el derecho constitucional que tienen para definir en sus comunidades», afirmó el ministro Carlos Romero.
El titular ratificó que se hicieron los esfuerzos necesarios para que participaran en la reunión los corregidores, menos de 10, que participaron en la marcha convocada por la Confederación de Pueblos Indígenas del Oriente Boliviano.
Asimismo, señaló que otros 11 corregidores, quienes no pudieron llegar a La Paz, participarán en un acto con el presidente Evo Morales, sumando en total 56 los corregidores que están de acuerdo con la consulta de las 63 comunidades que viven en ese parque nacional.
Romero lamentó la ausencia de Fernando Vargas, presidente de la subcentral del Tipnis que lidera la marcha que llegó la pasada semana a La Paz en demanda de la abrogación de la Ley de Consulta a los habitantes de esa reserva nacional.
El ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, afirmó que los corregidores que asisten al diálogo son los representantes genuinos de las comunidades que habitan el Tipnis, de los pueblos chimán, yuracaré, moxeños-trinitarios.

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Alberto Pinzón Sánchez (especial para ARGENPRESS.info)

Todavía hay en Colombia quienes insisten en negar la realidad. No porque carezcan del principio de Realidad descrito por Freud para los enfermos psicóticos, sino por intereses concretos y reales de su clase social ¿Cual crisis? Se preguntan cínicamente al ver la locomotora neoliberal para la impunidad del gobierno Santos, descarrillada en el piso quieta y resoplando aire caliente y humo denso, en medio de un estruendo (obviamente mediático) insoportable.

Una de las recomendaciones de esos manuales para la administración y liderazgo yupi publicados en EEUU, dice que “cuando alguien va en caída lo mejor es alejarse de él”, y así parecen estar actuando los amigos de JM Santos, el otrora todopoderoso ministro de defensa de Uribe Vélez, a quien engañó (también) para que lo pusiera de presidente de Colombia con el cuento hipócrita de ser el mejor cuidandero los sus tres huevitos.
¿A que horas sucedió todo esto? se preguntan rasgándose las vestiduras algunos socios de Santos, mientras otros un poco más serios, como el oráculo de la clase dominante Caballero Argáez (El Tiempo 29. 06.12) reduce su análisis a una crisis de gobernabilidad y a “la tristeza de ver que después de haber tenido tanto Poder político, el fin de la gobernabilidad hubiera llegado tan rápido” o, según el decir popular colombiano “los hubiera cogido la tarde tan temprano”. Solución: Cambio de los mascarones de proa que fungen como ministros.
También el exministro de economía y profesor de la universidad de Columbia José Antonio Ocampo (Semana30.06.12) circunscribe su análisis a una simple crisis económica diciendo que, “Colombia (con o) está sufriendo ya la llamada enfermedad holandesa por los efectos de la locomotora minero-energético y el estancamiento en el agro y la industria. Solución: Medidas y reformas macro-económicas urgentes.
Y el propio presidente JM Santos, en una amplia entrevista (El Tiempo.03.07.12) banaliza la situación critica a la que ha conducido, exhibiendo las cifras mentirosas de su populismo neoliberal, y recomendando con su soberbia habitual a sus contradictores del bloque de clases dominantes, la lectura de tres libros de la política estadounidense (en inglés) que constituyen su máxima guía intelectual de colonizado: 1 “The president club” de N. Gibb-M.Duffy. 2 “Traitor of his class” de H.W.Brands .3 “Team of rival” de D.K Goodwin. Solución: correcciones, pero recomendadas en inglés para otras realidades políticas, en otros tiempos históricos y sobre todo, con otros personajes.
Sin embargo, entre todo ese humo y vapor mediático carrilero, llama la atención el análisis más amplio y detallado que hace Juan Gabriel Uribe, el editorialista del diario conservador el Nuevo Siglo (03.07.12) quien contextualiza un poco más la realidad del país y plantea desde su perspectiva como un miembro más de las clases dominantes que, en Colombia se ha llegado al estallido de una verdadera Crisis de Estado, larvada durante muchos años de dominación, así:
…” La erosión, sin embargo, no sólo viene de la corrupción, las dificultades de articular las políticas del Estado y pasar con fluidez y tino de la teoría a la práctica, y la desconfianza en los datos estatales fruto de maquillajes continuos, sino ciertamente de la guerra endémica, o conflicto armado interno, que desde hace décadas se ha enquistado de modus vivendi y sigue amenazando con prolongarse indefinidamente.
El reproche máximo está en un Estado que no ha resuelto el problema ni por vía militar, ni por vía concertada. En las encuestas, la desorientación salta a la vista cuando por un lado se quiere el diálogo y por el otro apresurar la salida militar. Es el mismo «pulso firme y mano tendida» de décadas atrás, con lo que ello conlleva de todo y nada. En todo caso, percepción o realidad, los sondeos demuestran una profunda preocupación en la opinión pública por el tema de seguridad. Y más allá, lo que en el fondo palpita es la impotencia ciudadana ante la razón de ser del Estado”….
Lo que en grosso modo coincide con lo que hemos venido sosteniendo desde hace más de una década, cuando participamos en la comisión de personalidades o notable en el proceso de diálogos de paz en el Caguán 2001; que Colombia atraviesa por una profunda Crisis histórica-social – política-moral de dominación oligárquica e imperialista, expresada en un largo, cruento y degradado conflicto social armado, también histórico, el que no se ha podido resolver ni por la vía militar a pesar del militarismo dominante y las armas y millones de dólares de todos los Planes Colombia implementados con ayuda de los EEUU, pero tampoco por la vía política que es la vía menos dolorosa y costosa para resolver este tipo de contradicciones político- militares.
Pero lo que hace más dramática la situación actual en Colombia, es la postración política de la figura presidencial de Santos, resultante de este episodio de la llamada reforma de la Justicia; que indudablemente dificultará (aún más) las posibilidades de Santos de convocar a un proceso de Salida Política al conflicto interno colombiano, a pesar de ser (contradictoriamente) lo más necesario en este momento, para la solución integral de la Crisis colombiana. ¿Con cual fuerza cuenta Santos para convocar tal solución, empeñado como está en pegar con babas uno a uno, los añicos del plan neoliberal populista de su gobierno?
Y como conclusión, una cosa si debe quedar clara para quienes impulsamos esta Salida Política: sin la sabia utilización de la grieta abierta en las alturas del Poder entre Uribe Vélez y su ministro de defensa JM Santos, mediante la persistente movilización amplia y unitaria, democrática y consiente de la Gente del Común hacia la segunda independencia, no se hubiera llegado al “desgaste” del régimen de dominación oligárquico e imperialista de doscientos años, que estamos presenciando actualmente.

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« Informer n’est pas une liberté pour la presse mais un devoir »

Malinformation, Sédentarisme culturel et Obésité intellectuelle
Médias et Information : il est temps de tourner la page.
Viktor DEDAJ


 

 

 

« La réalité est ce que nous prenons pour être vrai. Ce que nous prenons pour être vrai est ce que nous croyons. Ce que nous croyons est fondé sur nos perceptions. Ce que nous percevons dépend de ce que nous recherchons. Ce que nous recherchons dépend de ce que nous pensons. Ce que nous pensons dépend de ce que nous percevons. Ce que nous percevons détermine ce que nous croyons. Ce que nous croyons détermine ce que nous prenons pour être vrai. Ce que nous prenons pour être vrai est notre réalité. » David Bohm, 1977
Préambule

Si un boucher nous empoisonnait en nous vendant de la viande avariée, les consommateurs que nous sommes n’accepteraient jamais l’idée que « les choses sont comme ça » et qu’il ne nous resterait plus qu’à trouver un autre fournisseur. Mais lorsqu’une journaliste du New York Times ment sciemment sur les armes de destruction massive en Irak – et participe à l’extermination d’un million et demi d’Irakiens innocents – elle se voit simplement « remerciée » et l’affaire est classée dans le casier « déontologie ». Ici, l’impunité est quasi-totale et même revendiquée par la profession journalistique au nom d’une « liberté » qu’elle se garde bien de définir avec précision.

Pourtant, l’idée que « l’information est devenue un produit de consommation comme un autre » n’est pas nouvelle. Mais ce serait alors le seul produit de consommation pour lequel il n’existe aucune date de péremption, aucun suivi ni traçabilité imposés par des textes, aucune association de consommateurs représentative ni aucune réglementation sur la qualité ou sur les normes.

Comment ont-ils réussi à nous faire admettre pour notre esprit ce que nous n’accepterions jamais pour notre corps ?
Etat des lieux : vite fait = mal fait

Un jour, j’ai reçu un coup de fil d’une journaliste de France-Info, une certaine Sophie Parmentier, « grand reporter » est-il précisé sur le site de la radio, qui voulait m’interviewer sur un sujet précis concernant Cuba. Je me suis rapidement aperçu qu’elle ne connaissait pas le sujet et qu’elle cherchait à obtenir des réponses « attendues ». Lorsque je lui ai demandé depuis quand elle était sur le sujet et proposé quelques sources à consulter et de me rappeler plus tard, elle m’a répondu qu’elle avait commencé à étudier son sujet à 9h00 et qu’elle devait le rendre à 16h00. En clair : elle n’avait pas le temps.

Faisons une expérience. Prenez au hasard un parterre d’inconnus. Examinez-les à tour de rôle et essayez d’énoncer une vérité sur chacun d’entre eux. A part de décrire quelques éléments physiques apparents, vous n’irez pas loin. Pour faire mieux, il faudrait poser des questions, éventuellement recouper des informations, etc. Bref, il vous faudra un élément essentiel à la recherche de la vérité : le temps. A présent, recommencez et, cette fois-ci, énoncez un mensonge. Facile : untel a marché sur la lune, un autre a traversé le Pacifique à la nage.

Cette simple, évidente et incontournable contrainte du temps, contrainte physique, mécanique, induit le truisme suivant : « La vérité exige du temps alors que le mensonge s’accommode parfaitement avec la vitesse. »

Demandez à un garagiste de faire la révision de votre voiture en une heure. Maintenant demandez-lui de la faire en 5 minutes. Demandez à un médecin de vous ausculter en une demi-heure. Maintenant demandez-lui de le faire en 2 minutes. Par quelle magie les journalistes échapperaient-ils à la dégradation générale et inéluctable du résultat de leur travail induite par la réduction du facteur « temps » ?

Obnubilés par la technologie qui permet la circulation quasi-instantanée de « données », on en oublie d’analyser le délai, pourtant essentiel, entre un fait et la transmission quasi-instantanée de données présentées comme des informations. Et plus ce délai est court, plus l’écart entre l’information et la réalité risque d’être – et même sera – grande. C’est mécanique, c’est physique, c’est incontournable. L’absence du facteur temps dans un métier où la vitesse est de plus en plus un « critère » conduit inéluctablement à une dégradation continue de la qualité de l’information. Ceci est vrai même dans le cas de ce que nous appellerons un bon journaliste.

Ce qui nous permet de compléter le truisme : « La vérité exige du temps alors que le mensonge s’accommode parfaitement avec la vitesse. Il s’ensuit que plus l’information va vite et plus elle est fausse. » Le contraire n’étant pas forcément vrai.

Ce phénomène de dégradation s’amplifie avec la complexité du sujet. En effet, annoncer qu’un train a eu une panne à tel endroit à telle heure peut se faire avec une certaine fiabilité. Après tout, la quantité d’information à traiter est limitée. Pour annoncer les résultats d’un matche de foot, c’est encore plus simple. Ici, la vitesse de traitement n’a qu’un effet mineur sur la vérité. A l’inverse, dans le cas d’un événement complexe (comme la Syrie par exemple), la vitesse de traitement produit inévitablement une dégradation de la qualité de l’information. Puisqu’il faut aller vite, et parce que l’événement est complexe, le résultat est prévisible : ce n’est pas la vitesse de traitement qui sera ralentie, mais l’événement qui sera simplifié pour pouvoir être traité dans les délais impartis. Et parce que la vitesse de traitement est relativement constante, tous les événements se verront donc compressés jusqu’à un niveau de « compatibilité » avec les formats de transmission. Plus un sujet est complexe et plus la dégradation du significatif sera forte. A vitesse constante, la dégradation de la qualité de l’information est donc proportionnelle à la complexité du sujet traité.

Enjeu, complexité et vitesse ; le trio perdant

Nous avons vu que le vitesse de traitement était relativement constante. Relativement, parce qu’il lui arrive de s’accélérer encore plus, notamment dans le cas d’événements exceptionnellement spectaculaires. Alors que la vitesse habituelle ne permet pratiquement aucun recul, aucune analyse sérieuse, il s’avère que dans les cas d’événements exceptionnels, la notion même de recul, de réserves, disparaît, pour céder la place à une débauche de « savoir-faire » de pure forme.

Or, dans le cas du train en panne, l’enjeu politique est faible pour ne pas dire inexistant. Après tout, ça arrive. Dans le cas de la Syrie, pour garder cet exemple, l’enjeu politique est extrêmement élevé.

Si l’enjeu politique d’un événement est faible, la volonté de le manipuler sera faible. A l’inverse, plus un événement présentera un enjeu politique et plus une manipulation par les parties intéressées (notion plus large que les « parties concernées ») sera tentée – et plus la prudence et la réserve des grands médias devraient être de rigueur. C’est pourtant le contraire qui se produit.

Ainsi, la probabilité d’une manipulation d’un événement est directement proportionnelle à l’importance des enjeux politiques qui l’entourent alors que dans le même temps, la prudence des médias est inversement proportionnelle aux enjeux politiques. Leur prudence est donc – paradoxalement – inversement proportionnelle à la probabilité de manipulation. Conclusion : plus le risque de manipulation est grand, moins les médias jouent leur rôle. Moins les médias jouent leur rôle, plus la manipulation sera facilitée et par conséquence tentée, augmentant ainsi sa probabilité de manière exponentielle jusqu’à devenir « quasi certaine ».

Notons au passage que l’attitude standard d’un « consommateur de l’information » est de considérer que plus un événement est couvert par les médias, plus les risques de manipulation sont faibles et mieux nous sommes informés. Erreur classique et aux conséquences tragiques, ne serait-ce que parce que la multiplicité des médias n’a aucun rapport avec la multiplicité des sources et des opinions.

En résumé :

Le niveau de couverture médiatique d’un événement ne garantit aucunement la fiabilité des informations.

La mal-information (la partie « involontaire ») est proportionnelle à la complexité d’un événement multipliée par sa vitesse de traitement. Plus un événement est complexe et plus son traitement est rapide, plus nous serons mal informés.

La manipulation (la partie « volontaire ») est proportionnelle aux enjeux politiques multipliés par l’absence de réserve des médias. Plus les enjeux politiques d’un événement sont grands, moins les médias feront leur travail, et plus nous serons désinformés.

Lorsqu’un événement présente à la fois une complexité et un enjeu, la probabilité que nous soyons à la fois mal informés et désinformés est quasi certaine. Nos chances de connaître la vérité s’inversent donc et deviennent quasi nulles.

Ramené en une seule phrase : Plus un événement est complexe et présente un enjeu politique, moins nous sommes réellement informés – et ce, quel que soit son niveau de couverture médiatique.

La Mal-information

A l’instar de la malbouffe qui désigne à la fois les productions d’une industrie agroalimentaire que nos propres habitudes alimentaires, la mal-information désigne à la fois les produits de l’industrie de l’information et aussi nos propres habitudes de consommation.

Ce n’est pas le hamburger consommé de temps à autre qui nous bouche les artères pas plus que le sandwich occasionnel avalé à la hâte au coin d’une table de bistrot qui nous déglingue… C’est le train-train quotidien, ce petit morceau de sucre après l’autre, ce fruit chargé de pesticides ou signé Monsanto, le lent empoisonnement via nos assiettes et/ou nos propres habitudes qui se conjuguent pour nous tirer inexorablement vers le mal-être.

De même, ce n’est pas le film américain consommé de temps à autre qui nous bouche les neurones, ce n’est pas une désinformation occasionnelle avalée au coin d’une table du salon qui déglingue notre capacité d’analyse… C’est le train-train quotidien, ce petit mensonge après l’autre, cette information chargée de contre-vérités ou signée TF1, le lent empoisonnement via nos média et/ou nos propres habitudes qui se conjuguent pour nous tirer inexorablement vers le mal-savoir.

Et comme la malbouffe, la mal-information est le résultat de conditions imposées par les forces économiques mais aussi le résultat de nos propres habitudes de consommation.
La confusion entre « ingurgiter des informations » et s’informer.

« Moi, ça va, je passe beaucoup de temps à m’informer ». Souvent entendue, cette phrase ne fait qu’exprimer la même confusion qu’entre manger et se nourrir. Dire « je suis informé parce que je m’informe » équivaut à dire « je me nourris parce que je mange ». Et si cette dernière expression vous paraît cohérente, relisez la en rajoutant à la fin « …parce que je mange des cailloux ». Absurde, n’est-ce pas ?

La confusion entre, d’une part, le temps passé à ingurgiter des informations et, d’autre part, le temps consacré à la recherche de l’information est très répandue. L’action brute (comme rester planté toute la journée devant une chaîne d’information en continue ou même l’Internet) remplace, et généralement annule, l’objectif recherché.

La mal-information est la lente et permanente distillation de « Amadinejad a dit qu’il voulait rayer Israël de la carte », de « Chavez, populiste – et antisémite », de « Kadhafi a fait bombarder sa population », de « l’OTAN est une ONG humanitaire », de « les 2 tours sont tombées toutes seules… Pardon ? Il y en avait trois ? », ainsi que toutes les variations de « il n’y a pas d’alternative ».
Le « sédentarisme culturel »

La mal-information est à la fois le résultat d’une information « institutionnelle » médiocre et de notre propre passivité – par manque de temps, de moyens ou de savoir-faire, peu importe. Mais pour produire un résultat optimum, la mal-information doit se conjuguer avec un autre élément indispensable : le sédentarisme culturel.

Un des aspects les plus agaçants lorsqu’il m’arrive de débattre avec des connaissances, c’est leur évidente et totale incapacité à projeter leur pensée (ou imagination). On peut pourtant ne pas apprécier les Taliban et considérer que les enfants afghans n’ont pas à être massacrés par des cowboys surarmés. On peut ne pas apprécier feu-Kadhafi et penser, ne serait-ce que penser, que le bombardement d’un pays ne fait pas avancer la cause de la « démocratie ». On devrait pouvoir conceptualiser que la vision de l’occident vue de l’extérieur n’est peut-être pas la même que celle de l’intérieur.

Le sédentarisme culturel annihile la capacité de se « projeter dans l’autre », d’avoir un authentique recul sur soi et son environnement, d’éprouver une empathie réelle pour quelqu’un qui ne fait pas partie de son environnement immédiat. Par contre, le sédentarisme culturel renforce la capacité d’asséner des formules toutes faites comme des vérités premières et prétendument universelles. Après tout, comme disait l’autre, « Rien n’est plus dangereux qu’une idée lorsqu’on n’en a qu’une ».

Se forger une vision du monde et de l’histoire à partir de son canapé et devant la télévision (ou Internet…), ou en lisant toujours le même journal, est une opération intellectuellement risquée. Le sédentarisme culturel induit une vision où son auteur se perçoit au « centre » de quelque chose et par conséquence le reste du monde et des peuples se voient relégués vers une « périphérie ».

Demandez à n’importe qui comment s’appelle le président des Etats-Unis et vous obtiendrez probablement plus de 99% de bonnes réponses. Demandez qui est le président de la Chine et si vous obtenez plus de 1% de bonnes réponses (et je suis optimiste), je vous offre le champagne. Combien de noms de villes connaissez-vous en Chine à part les deux que tout le monde connaît ? Il ne s’agit pas ici d’un problème de mal-information stricto sensu car vous pourriez le savoir, si vous vouliez le savoir. Mais d’un autre côté, d’où nous vient cette absence de curiosité, cette absence de « sentiment d’ignorance » ? Le sédentarisme culturel est donc est à la fois le produit de la mal-information et son moteur.

Notons au passage qu’être cultivé – au sens « accumulation de savoir » – n’empêche nullement le sédentarisme culturel. Le passage par la machine à formater du système éducatif – notamment le système éducatif occidental, totalement orienté centre/périphérie – est souvent l’un des meilleurs moyens d’y sombrer. Je ne suis pas le premier – Chomsky l’a bien expliqué et nombreux sommes-nous à l’avoir constaté – à dire que ce sont généralement les catégories les plus « éduquées » de la population en Occident qui sont les meilleurs piliers du système. Probablement parce que leur éducation a fortement produit une vision « centrée » du monde et que leur attitude peut se résumer à ceci : «  Pourquoi diable chercher à savoir (ou comprendre) puisque je sais (ou comprend) déjà ? ».

Tous ceux qui ont déjà essayé d’expliquer quelque chose – n’importe quoi – à un enseignant, un journaliste, un diplômé d’une grande école ou un lecteur assidu du Monde savent de quoi je parle.
Obésité intellectuelle.

A l’instar de la malbouffe qui, associée au sédentarisme physique, produit l’obésité physique, on peut prolonger le parallèle et énoncer un nouveau truisme : « La mal-information associée au sédentarisme culturel produit l’obésité intellectuelle. ».

L’obésité intellectuelle, c’est l’incapacité à suivre une explication de plus de trois phrases ou à lire un long article en entier. C’est l’incapacité à suivre un raisonnement de plus d’un niveau – essoufflé dès les premières marches. C’est lire toujours le même journal. C’est regarder en boucle les chaînes dites d’information. C’est consulter toujours les mêmes sites sur Internet. C’est s’enfoncer dans l’univers ouaté de ses certitudes. C’est ne plus réagir au, et même accepter, le concept infâme de « guerre humanitaire ». C’est ne plus réagir, ni même réfléchir, aux guerres menées en notre nom. Et enfin, l’obésité intellectuelle est la propension à ne vouloir lire que ce que l’on a (déjà) envie d’entendre et son corollaire : éviter l’effort de mettre ses certitudes à l’épreuve en les confrontant à des avis divergents.

Journalistes : complices et acteurs, ou victimes ?

Un jour, je discutais avec un journaliste de TF1 qui devait se rendre à Cuba. Nous avons discuté un peu du pays et je ne sais plus exactement comment j’en suis arrivé à reprocher « le manque de sérieux des journalistes ». Il s’en est défendu, évidemment, en rétorquant que lui ferait son travail en (devinez…) « toute objectivité ». Je lui ai dit que non. Il m’a dit que si. Non. Si.

« Faisons une expérience » que je lui dis. « Imaginez, vous êtes à La Havane, micro à la main, la caméra tourne. Vous commencez votre reportage par la phrase «  à La Havane, le régime communiste de Castro a déclaré…  », etc. Votre reportage passera à la télé ? » Il me répond « oui, bien sûr ». J’ai continué : « Et maintenant, imaginez, vous êtes devant la Maison Blanche, micro à la main, la caméra tourne. Vous commencez votre reportage par la phrase « à Washington, le régime capitaliste d’Obama a déclaré… », etc. Et là, votre reportage, il passera à la télé ? ». Il a admis que non, mais il a aussitôt rajouté « Mais c’est pas pareil  ».

Et parce qu’il n’y pas de meilleur porte-parole d’un mensonge que celui qui y croit, énonçons le truisme suivant : « Les journalistes sont à la fois les premières victimes et les principaux vecteurs de la malinformation ».

Car aussi étonnant que cela puisse paraître, la plupart des journalistes croient aux conneries qu’ils racontent. Comment s’en étonner puisqu’ils sont les premiers producteurs et consommateurs de la mal-information, l’expression-même du sédentarisme culturel et donc logiquement les plus gros obèses intellectuels ?
La tâche ardue de l’auto-diagnostic.

« Il est plus facile de tromper les gens que de les convaincre qu’ils ont été trompés. » – Mark Twain

Annoncer que la terre est ronde ou qu’elle tourne autour du soleil a failli mener plus d’un au bûcher. Aujourd’hui, ces anciennes croyances nous font sourire. Lesquelles de nos croyances modernes feront sourire les générations futures ?

Si le résultat de la malbouffe est relativement simple à mesurer, celui de la malinformation présente un véritable casse-tête. Dans le premier cas, une balance et un diagnostic suffisent. Dans le deuxième, le seul outil à notre disposition est notre propre intellect, celui qui est justement la victime et la cible de la malinformation… Ce qui reviendrait à tenter de mesurer la précision d’un outil en ayant recours à l’outil même que l’on veut mesurer. Opération compliquée, mais réalisable.

Donc, comment savoir que l’on est victime de la mal-information ? Comment savoir que l’on ne sait pas ? Mieux encore : comment arriver à admettre qu’on s’est – ou qu’on a été – trompé ? Ce qui est certain, c’est que le réveil peut se révéler une expérience douloureuse car la victime de la mal-information est comme le cocu du village : le dernier à le savoir et le dernier à l’admettre. Mais le fait d’avoir constaté de visu une ou plusieurs manipulations médiatiques facilite le réveil – et provoque aussi une certaine habitude de « réserve » lorsque les médias aboient à l’unisson.
Choses vues qu’il est impossible de dé-voir

En 1982 j’ai décidé de me rendre au Nicaragua qui avait connu trois ans auparavant une révolution. En juillet 1979, le Front de Sandiniste de Libération Nationale avait renversé la dictature de Somoza. Entre 1979 et 1982, la presse est passée (comme toujours) d’une attitude de « sympathie compréhensive » envers ces « poètes révolutionnaires, marxistes et chrétiens » à une franche hostilité. De la guerre menée par l’armée mercenaire des Etats-Unis, il était rarement question. En 1982, le magazine français l’Express publiait un article qualifiant le pouvoir en place de « dictature marxiste-léniniste ». Brrr… De quoi annuler son voyage et demander le remboursement du billet. Toujours est-il qu’en arrivant à Managua, la capitale, ma première surprise fut de recevoir à la sortie de l’aéroport (de la capitale donc) un tract de… l’opposition. Ma deuxième surprise fut d’apercevoir tout le long de la route qui menait au centre-ville une série de panneaux publicitaires vantant les partis de … l’opposition. Ma troisième surprise fut de tenter d’acheter des journaux et de ne pouvoir trouver que La Prensa, un journal de… l’opposition. Ma quatrième surprise fut d’allumer la radio de ma chambre d’hôtel et de n’entendre que des voix de… l’opposition. Il m’aura fallu en tout et pour tout quatre heures environ pour m’apercevoir que la presse de chez moi me décrivait un pays où le ciel était vert et l’herbe bleue alors que c’était exactement le contraire. Alors, soit le journaliste de l’Express n’avait jamais mis les pieds au Nicaragua, soit il s’y est rendu mais n’est pas descendu de l’avion. Ou soit il est descendu de l’avion mais n’est pas sorti de l’aéroport. Et s’il est effectivement sorti de l’aéroport, alors il mentait.

(ceux qui connaissent déjà cette histoire peuvent sauter ce qui suit)

En février 1990, je suis retourné au Nicaragua pour suivre la campagne de l’élection présidentielle (car oui, il y avait des élections) qui opposait Daniel Ortega (FSLN au pouvoir) à Violeta Chamorro, candidate de la UNO, une coalition de 14 partis d’opposition créée ex-nihilo sous les auspices des Etats-Unis et où se côtoyaient à la fois l’extrême-droite et l’extrême-gauche (version trotskisme local). J’ai constaté que les journalistes « envoyés spéciaux » avaient un rayon d’action d’environ 300m autour de l’Hôtel Intercontinental, c’est-à-dire la distance des dernières boutiques de souvenirs qui entouraient le bâtiment. J’ai croisé une équipe de FR3 Guadeloupe qui était venue en reportage et qui ne savait pas que le pays était en guerre depuis 11 ans. J’ai fait connaissance avec le correspondant « Amérique centrale » de la chaîne états-unienne CBS qui m’a expliqué que l’invasion du Panama par l’armée américaine qui s’était produite quelques mois auparavant « n’avait pas fait beaucoup de victimes » (Comment le savait-il ? Eh bien, il s’y était rendu quelques semaines plus tard et « Les gens dans la rue avaient l’air normaux » (sic). J’ai constaté comment leurs articles avaient comme « sources » (« sûres », « bien informées », « ayant requis l’anonymat », etc.) un chauffeur de taxi, le barman de l’hôtel ou un obscur « chargé de presse » d’une ambassade occidentale.

J’ai assisté aussi au dernier meeting de la candidate pro-US qui se tenait sur la Plaza de la Revolucion (ou Plaza de la Republica, selon votre humeur). La Place de la Révolution est située sur la Primera Avenida et elle a une forme presque carrée. Après vérification via Google Maps (la mémoire peut se révéler défaillante), cette place a des dimensions d’environ 70×80 mètres. Arrondissons à 100×100 et disons qu’elle a donc une superficie de 10.000m2. Retenez bien ce chiffre et notez que la place est par ailleurs en partie occupée par la vieille cathédrale (abîmée et désaffectée depuis un tremblement de terre à la fin des années 70).

Arrivés sur place, nous avons été bousculés et traités de « hijos de putas sandinistas », probablement parce que j’avais eu la mauvaise idée – un geste involontaire – de suspendre mon appareil photo à une bride aux couleurs rouge et noir, les couleurs du Front Sandiniste. Toujours est-il que nous avons préféré nous éloigner et nous poser à l’ombre en attendant l’arrivée de la candidate, comptant sur une certaine retenue de la part de la foule une fois les médias présents.

Alors que nous étions encore en train de profiter de l’ombre, un haut-parleur a soudain annoncé que le meeting allait finalement se tenir dans le parc Carlos Fonseca (un grand terrain vague à l’époque), qui se trouvait juste en face de nous, de l’autre côté de l’avenue, et invitait donc la foule à s’y rendre. Une fois dans le parc, et au bout de quelques minutes, la foule a été invitée à retourner sur la place de la Révolution. Sur le moment, nous nous sommes demandés « que pasa ? ». La candidate est finalement arrivée et pendant son discours, je me suis mêlé à la foule qui n’avait d’yeux que pour elle et ne faisait plus attention à moi et à mes couleurs. Je suis monté en haut de la cathédrale et j’ai pris des photos de la foule présente au moment du discours. La place était loin d’être pleine. Mon estimation à l’époque me disait qu’il y avait environ 5000 personnes. La population totale du Nicaragua à l’époque était d’environ 4 millions, dont un million dans la capitale.

Le lendemain, dans le quotidien de l’opposition, La Prensa, un titre barrait la une en annonçant « 100.000 personnes au meeting de Violeta Chamorro ». En appui, le titre était accompagné de trois photos où l’on voyait des gens sur la place de la Révolution, des gens sur l’avenue et des gens dans le parc en face, le tout destiné évidemment à faire croire que la place de la Révolution avait littéralement « débordé » à travers l’avenue et jusqu’au parc. Evidemment, nous avons bien rigolé en voyant cette manipulation maladroite, au vu et au su de tous, notamment de la presse internationale qui était présente. Nous avons par contre moins rigolé en constatant que Le Monde annonçait le même chiffre. Et c’est ainsi que j’ai assisté à une manipulation en bonne et due forme – et plutôt artisanale. Une manipulation à laquelle le Monde (et toute la presse en fait), a participé apparemment sans le moindre état d’âme.

Auparavant, Le Monde avait déjà lancé, via son « spécialiste de l’Amérique latine » de l’époque, Bertrand de la Grange, une campagne sur – retenez votre souffle – « Le génocide des indiens Miskitos » par le gouvernement sandiniste, sous la forme d’un article occupant pas moins de quatre pages entières du quotidien.

Et enfin, ce fut le Figaro Magazine qui enfonça le clou en publiant une photo d’un tas de « cadavres d’indiens Miskitos » qu’on faisait brûler et qui avait été supposément massacrés par les sandinistes. La supercherie du magazine fut révélée un peu par hasard lorsque l’auteur reconnut sa photo et porta plainte pour violation du droit d’auteur. En réalité, la photo avait été prise après le tremblement de terre susmentionné. Sur la photo originale, on voyait à l’arrière-plan des gens portant des brassards de la Croix-Rouge. Sur la photo publiée, ces derniers avaient disparu grâce à des retouches photos effectuées par le Figaro Magazine.

C’est pourtant ce magazine-là et cette photo-là qui furent brandis aux Nations-Unies par la représentante des Etats-Unis, Jeanne Kirkpatrick, comme « preuve » des « crimes commis » par le gouvernement sandiniste . Et toute ressemblance avec une scène similaire devant les mêmes Nations Unies peu avant l’invasion de l’Irak n’est probablement pas fortuite. Il y a des méthodes éprouvées et tellement simples qu’il faudrait être fou pour ne pas les réutiliser.

Le Figaro Magazine fut condamné à 3500 frs d’amende et le Nicaragua à une « guerre de libération » sanglante menée par une armée de mercenaires – les « combattants de la liberté », selon Ronald Reagan. Et nous, nous fûmes condamnés à la désinformation, la propagande et à l’ignorance, du moins pour la grande majorité d’entre nous.

Reste que Bertrand de la Grange a pris sa retraite et le Figaro Magazine a survécu à l’amende. Restent aussi les innombrables croix blues plantées le long des routes au Nicaragua pour marquer l’emplacement des camarades tombés. Restent encore et toujours la sempiternelle arrogance, incompétence et malhonnêteté de la profession.

La morale de cette histoire : ce n’est pas une sympathie a priori (et très hypothétique) envers le gouvernement syrien – par exemple – qui provoque le doute sur les événements décrits là-bas par les grands médias, mais l’expérience vécue (et un certain entraînement par la suite) qui permet de reconnaître les signes de la malinformation en général et de la désinformation en partiulier.

C’est donc fort de ces expériences-là, et de bien d’autres – réelles et concrètes, pas virtuelles – et cet air de « déjà vu » que nous évitons de crier au loup lorsque les médias chassent en meute.

Nous sommes tous des Truman Burbank

Dans le film « The Truman Show », le jeune Truman Burbank mène une vie tranquille et pépère dans un environnement cliché du « rêve américain ». Seulement voilà : à son insu, Truman est le personnage d’une méga émission de télé-réalité. Depuis sa naissance, ses faits et gestes sont relayés par des caméras astucieusement cachées un peu partout ; sa femme, ses collègues de travail, ses voisins sont des acteurs ; les passants de simples figurants et son environnement un gigantesque décor intérieur de cinéma où il fait presque toujours beau et le ciel n’est qu’un très haut plafond peint. Tout est faux et Truman ne le sait pas.

Mais un jour (attention, spoiler  : ) un projecteur se décroche du faux ciel et tombe à ses pieds. Panique à la régie et sur le plateau. Truman commence à « remarquer des choses » et à « se poser des questions ». Il décide pour la première fois de sa vie de partir – où ça ? N’importe où, donnez-moi un billet pour une destination quelconque. Mais il y a « toujours un problème », le vol est annulé, les pilotes en grève, et puis pourquoi veut-il partir alors qu’on est « si bien chez soi ? ». Truman ne l’entend pas de cette oreille et s’empare d’une embarcation pour traverser ce qu’il croit être la mer et finit par s’écraser contre le faux horizon qui n’est qu’un mur de studio. Le tout avec des larmes et des violons parce qu’on est à Hollywood, malgré tout. Et à un degré ou un autre, nous sommes tous des Truman Burbank.
Indicateurs de la malinformation : les ruptures narratives et les comportements atypiques.

Toute la profession vous le dira : il faut parler des trains qui déraillent et pas des trains qui arrivent à l’heure et sans encombre. C’est pratiquement leur raison d’être, leur définition résumée de l’information. Il y a d’autres exemples, tout aussi « incontournables » : l’équité dans le temps de parole lors des débats, la neutralité du journaliste, etc. (et bla bla bla). Autant de leitmotivs répétés en boucle dans toutes les rédactions et dans toutes leurs réponses aux lecteurs en colère. La profession serait donc guidée par des « lois du métier », des « comportements types » qui s’appliqueraient « en toutes circonstances » et en dehors de toute considération personnelle, partisane ou idéologique. Admettons.

Mais tout mensonge finit à la longue par se heurter au mur de la vérité. Pour maintenir le cours du mensonge, il faut donc effectuer un détour, une entorse aux « lois du métier » susmentionnés car si elles étaient réellement appliquées, elles finiraient par révéler la supercherie, forcément. Et nous avons vu qu’un mensonge est plus facile à énoncer qu’une vérité. Il se trouve aussi qu’il est plus facile de détecter un mensonge que de trouver la vérité.

Prenons l’exemple des astrophysiciens qui ne peuvent pas voir les trous noirs dans l’univers mais détectent leur présence par le comportement « inhabituel » des corps célestes environnants. Les « trous noirs » de la mal-information sont généralement invisibles – à moins d’être soi-même bien informé sur le sujet traité – mais sont néanmoins signalés par un comportement « anormal » du corps médiatique. Et ces anomalies sont comme les ennuis et les trous noirs : plus on en cherche et plus on en trouve.

J’ai assez empiriquement classé ces « anomalies » en deux catégories : les comportements atypiques et les ruptures narratives.

Comportements atypiques :

Les comportements atypiques désignent les violations des « lois du métier » par le métier lui-même. Violations qui ne s’expliqueraient pas sans une volonté, consciente ou non, de manoeuvrer pour éviter le fameux mur des réalités. Les comportements atypiques se détectent en se posant une question relativement simple : « Si j’étais réellement un journaliste mû par la volonté d’informer, à la recherche des trains qui déraillent et de l’exceptionnel, guidé par mon seul souci d’objectivité et ma déontologie, comment procéderais-je ? ». A chaque fois, je suis sidéré par l’écart entre les professions de foi et certaines réalités.

Voici quelques exemples de comportements atypiques :

Si vous faites référence à une source d’information telle que la radio/télévision iranienne, ou syrienne (en fait n’importe quelle source située en périphérie), la réaction systématique est de mettre en doute la fiabilité ou l’objectivité de la source. Une mise en doute qui sera accompagnée par une « explication » de qui est derrière la source en question – mise en doute et questionnement qui ne sont jamais formulés lorsqu’il s’agit d’un média dominant. Alors, voici en guise de petite illustration une question simple à tous les lecteurs : comment s’appelle le rédacteur en chef du journal télévisé de la première chaîne française ?

Si on vous mentionnait le procès le plus long de toute l’histoire des Etats-Unis, un procès qui a mobilisé un casting digne d’un blockbuster hollywoodien (des amiraux, des généraux, des dignitaires, accompagné de motions adoptées par des Assemblées nationales de plusieurs pays, des interventions de chefs d’état, des ténors du barreau US, et même des prix Nobel…), on serait en droit de penser qu’il aurait fait ad minima l’objet de nombreux articles et commentaires « par simple curiosité ». Ce fut exactement le contraire. Le procès est celui des cinq cubains condamnés aux Etats-Unis à d’absurdes peines (double peine de prison à vie « plus » 15 ans….) pour avoir combattu le terrorisme. Absurde et révoltant. Le comportement atypique ici consiste à éviter une information « à sensation » alors que la tendance naturelle des médias est de se tourner vers le sensationnel. Le fait qu’ils ne suivent plus leur comportement habituel signale la présence d’un trou noir informationnel.

Qui a déjà entendu parler un représentant de la résistance Irakienne ? Les médias ont pris totalement fait et cause pour les envahisseurs, jetant par-dessus bord le moindre semblant de l’objectivité dont ils se gaussent. Le comportement atypique ici est simplement la violation flagrante et ouverte de leur soi-disant « neutralité de journaliste ».

Si l’on vous disait que le président des Etats-Unis en exercice à l’époque avait fait un discours sur la nécessité de combattre sans pitié le terrorisme, et que sur le podium des personnalités invités se trouvait un personnage justement condamné par la justice US pour actes de terrorisme, on serait en droit de penser que les médias relèveraient l’étrange contradiction. Mais pas un mot. Le président en question était George W. Bush et le terroriste s’appelait Aquino.

Le plus grand attentat de l’histoire a été moins enquêté que les frasques de DSK. Le comportement atypique ici est de traiter en mode « mineur » un événement « majeur » et inversement.

Très récemment, le magazine Le Point a admis (avoué) dans un article laconique qu’Amadinejad n’avait effectivement jamais dit qu’il voulait « rayer Israël de la carte ». Après des années de matraquage et de citations hasardeuses, on aurait pu s’attendre à un examen de conscience ou une remise en cause style « Faux charnier de Timisoara ». Que nenni. Le magazine, après des années de désinformation continue, prétend avec tranquillité et aplomb nous « informer » (de ce que nous savions déjà en réalité).

Le centre de torture US de Guantanamo. Ici, l’horreur de la situation est traitée avec une décontraction inouïe, en totale contradiction avec les supposés attachements aux droits de l’homme. Est-il réellement nécessaire de s’étendre ? Ah… si ce centre avait été Russe, Chinois, Iranien ou Cubain…

Ruptures narratives :

Les ruptures narratives sont des contradictions, des absurdités, des changements brutaux de ligne sans explication… Comme un navire qui changerait subtilement de cap en faisant semblant de suivre la même route. Les ruptures narratives sont plutôt difficiles à détecter lorsqu’on est « accroché aux infos », avec l’esprit sans cesse bombardé par de nouvelles informations qui chassent les précédentes – et dont la plupart sont totalement inutiles à notre compréhension, ou totalement incompréhensibles, ce qui revient presque au même.

Sans surprise, c’est lorsqu’on se désintoxique des médias, en prenant une sérieuse distance que les ruptures narratives deviennent cruellement évidentes. Eteignez la télévision pendant un mois ou deux puis revenez-y, vous comprendrez…

Voici quelques exemples de ruptures narratives :

Où est passé le fameux trou dans la couche d’ozone ? Vous savez, celui qui annonçait la fin du monde. Disparu, résorbé ou finalement on s’en fiche ?

Après un an d’informations sur le printemps de jasmin en Tunisie, les médias nous ont appris la victoire d’un parti dont on n’avait jamais entendu parler auparavant. C’est vous dire si leurs analyses avaient du sens. Le consommateur inattentif pensera simplement qu’il en avait entendu parler mais ne s’en souvenait plus. La rupture narrative ici consiste à ne pas feindre la surprise et de mentionner le parti vainqueur des élections comme si de rien n’était…

Les Taliban en Afghanistan, à l’époque de l’occupation soviétique, étaient décrits comme des combattants de la liberté (décidément un terme très en vogue). Les mêmes sont désormais présentés comme des abominations. Une rupture narrative des plus classiques.

Lors de l’annonce en 2008 à Cuba du « licenciement » de « centaines de milliers de travailleurs » du secteur public, les médias ont trompeté la « fin d’un modèle ». Deux ans plus tard, on attend toujours les images de foules en guenilles abandonnés à leur sort et errant dans les rues de La Havane.

Les ruptures narratives et les comportements atypiques partagent les caractéristiques suivantes, ce qui permet aussi de les reconnaître :

Ils font l’objet d’un non-dit, même lorsqu’ils sont évidents. C’est pour cela qu’on ne les confondra pas avec « un changement de version » ou un démenti qui sera toujours intégré (récupéré) dans la narrative standard. Le cas typique est « Nous nous sommes trompés, nous le reconnaissons, vous pouvez donc encore nous faire confiance ». Les véritables ruptures narratives et comportements atypiques ne sont jamais annoncés.

Ils ne sont jamais reconnus comme tels. Si vous en pointez un du doigt, ils préféreront hausser les épaules ou faire semblant de ne pas comprendre. D’ailleurs, souvent ils ne comprennent pas. Au mieux, vous aurez comme réponse un « Ah, mais, c’est pas pareil ». Les véritables ruptures narratives et comportements atypiques ne sont jamais reconnus

Ils sont partagés par l’ensemble de la profession, révélant ainsi des affinités idéologiques profondes.

Ils sont indispensables pour préserver la construction narrative qui, sans eux, s’effondrerait.

Médias alternatifs et Internet : une histoire d’amour ou de haine ?

L’assimilation entre Internet et média alternatif est courante. Probablement parce qu’effectivement, pour de simples raisons de moyens matériels, la plupart des médias alternatifs se trouvent sur Internet. Mais cette assimilation est trompeuse et confond le fond et la forme. Il existe des médias réellement alternatifs sur papier (Fakir, Le Sarkophage) comme il existe des médias dominants sur Internet (Rue89.com, par exemple).

Alors à quoi reconnaît-on un « média alternatif » ? Le premier signe de reconnaissance d’un média authentiquement alternatif est sa capacité à déceler et dénoncer les comportements atypiques et les ruptures narratives dominants, pour tenter de rétablir une courbe de raisonnement ininterrompu et cohérent. Le deuxième est un rapport à l’information qui, contrairement à la propagande véhiculée par les « grands » médias, est quasi-sacré. Un troisième pourrait être le refus du « deux poids deux mesures ».
Et l’internet dans tout ça ?

Panacée pour les uns, malédiction pour les autres. Oui, je sais, le printemps arabe, Facebook, Twitter et bla bla et bla. Je n’en crois pas un mot.

Dans l’exemple de l’Egype, je me suis demandé combien de gens avaient Facebook, Twitter et bla bla bla. Les chiffres trouvés sur des services spécialisés sont de l’ordre de grandeur suivants : 20 000 comptes Twitter et 1 million de comptes Facebook. Et « comptes » ne veut pas dire « utilisateurs actifs ». Et « utilisateurs actifs » ne veut pas dire « opposants ». Et « opposants » ne veut pas dire « militants actifs ». Alors, que reste-t-il pour un pays de plus de 80 millions d’habitants ? Pas grand’ chose en réalité, sinon un autre fantasme de geek et une nouvelle légende urbaine.

Lors d’une interview, Julian Assange, fondateur de Wikileaks, avait abordé ce thème. Il avait expliqué comment les mots d’ordre de la révolution égyptienne avaient été consignés dans un livret qui circulait sous le manteau via le réseau des clubs de football. En première et dernière page de ce manuel, on pouvait lire l’avertissement de ne pas utiliser Facebook ou Twitter, trop facilement infiltrables et manipulables. J’ai observé des nuits entières le déroulement des événements place Tahrir. J’ai été très attentif à certains détails. Comment, par exemple, les groupes qui défendaient la place et les immeubles environnants réussissaient à se protéger des infiltrations et provocations. Tout simplement parce qu’ils se connaissaient entre eux. Ou parce qu’untel connaissait untel qui connaissait untel. Pas vraiment un système à toute épreuve, j’en conviens, mais on en reparlera le jour où votre vie dépendra de la confiance accordée à un pseudo rencontré sur Facebook. Et, dernière puce à l’oreille : l’hommage appuyé d’un personnage aussi grotesque que Hillary Clinton à Facebook, Twitter et bla bla bla et leurs « cyber-révolutions ». Lorsque quelqu’un comme Hillary Clinton m’indique un chemin à suivre, j’ai tendance à faire demi-tour.

Si l’Internet avait réellement l’importance que d’aucuns semblent lui accorder, il me paraît évident que George Bush, Tony Blair et même Obama seraient en prison, que Guantanamo serait fermé, que Gaza serait libéré, que Sarkozy serait en fuite, que les banques seraient nationalisées, que le Parti Socialiste français serait redevenu un groupuscule. Car les camarades semblent avoir oublié un détail : si l’Internet nous aurait bien servi, figurez-vous que l’ennemi s’en sert aussi bien, sinon mieux. Où est le progrès ? Je veux dire, concrètement ?

Il me semble que l’Internet n’a de sens que pour ceux qui ont déjà une expérience en dehors de celui-ci, c’est-à-dire dans les cas où l’Internet n’est qu’un outil complémentaire, un facilitateur, et non une source en elle-même. La cacophonie ambiante, la multiplicité des blogs, du chacun pour soi et chacun son site, la diffusion d’une chose et son contraire, la multiplication des faux-nez, de pseudos-ci et des pseudos-ça, les trolls dans les forums (genre « J’ai vécu 10 ans en Syrie, et je peux vous dire que… » Signé : Blanche Neige), les lectures en diagonale, l’impatience devant un article trop long, le click trop facile et le butinage incessant… Le zapping à l’état pur.

Le fait est que la grande majorité de la population continue de « s’informer » via les médias dominants, y compris dans leurs versions internet où l’on retrouve les mêmes « ennemis de l’information », tout sourires et pas gênés plus que ça par notre présence.

On me rétorque souvent « sans Internet… ». Oui, mais sans Internet, nous aurions peut-être, et même probablement, mené d’autres combats, d’autres réflexions sur les médias. Nous aurions présenté d’autres exigences au lieu de déserter le champ de bataille et nous retrancher dans le virtuel.

Et je me demande même si, à force de trop de « révélations », parfois contradictoires, l’Internet n’aurait pas eu un effet démobilisateur, provoquant un sentiment de tâche insurmontable, une attitude de « à quoi bon ? ».
Médias alternatifs et Internet : forces et faiblesses

Tous les responsables de médias alternatifs vous le diront : les journalistes sont grosso modo des ignares, à quelques exceptions près. Lorsqu’on a soi-même subi la contrainte du temps qu’il a fallu pour connaître véritablement un sujet et qui leur fait justement défaut (alors même qu’ils sont sensés intervenir sur tout et n’importe quoi, sautant du coq à l’âne), comment s’en étonner ? Mais à les voir et les entendre, ils savent tout sur tout et finissent même par le croire.

Les médias alternatifs ont un sacré avantage sur eux : 1) Ils ont le temps. Le temps de choisir leurs sujets, de les étudier en profondeur, 2) Ils n’ont pas de comptes à rendre, pas de pressions à subir, pas de conformisme à suivre…

Ces avantages sont contrebalancés par l’absence de moyens. Et cette absence de moyens pose le problème des sources de l’information. En effet, nombre de médias alternatifs se cantonnent à « décortiquer » les informations véhiculées par les grands médias, à analyser leurs comportements atypiques et pointer du doigt les ruptures narratives. Un travail utile mais qui a ses limites car ils se retrouvent, malgré toute leur bonne volonté, à travailler sur un produit qui a déjà fait l’objet d’un filtrage par les grands médias. On peut toujours analyser le contenu d’une bouteille d’eau, il est plus difficile de remonter à la source, là où l’eau jaillit…

« Oui, mais sur place, il y aura un autre média alternatif qui… » Voire. Car comment savoir si ce média alternatif est plus fiable qu’un article de Libération ? Le coup de la fausse blogueuse syrienne et des faux-nez « anars et antifas » des réseaux Indymedia sont là pour nous rappeler tous les jours la fragilité de tout ce réseau « alternatif » informel et infiltrable à souhait…
La liberté de la presse (de faire ce que bon lui semble) contre notre droit d’être informés

« Seule la vérité est révolutionnaire »

Notre comportement vis-à-vis de l’information est déterminé par notre rapport à celle-ci. Pour certains, peut-être la majorité, ce rapport se résume à considérer l’information comme un « supermarché de faits » où l’on viendrait puiser des certitudes, ce qui en retour rétrécit le champ de réflexion. Petit à petit, le nombre « d’articles prélevés » diminue pour ne plus se résumer qu’à l’indispensable kit de survie. D’autres ont un rapport boulimique. L’un comme l’autre participent à la malinformation. Mais s’entendre dire qu’il faut réviser notre rapport à l’information, c’est comme s’entendre dire qu’il faudrait faire de la gym : on y pense, on se le promet, et les mois et les années passent tandis que dans les périphéries de notre perception, les dangers et les dégâts s’accumulent.

Personnellement, je ne reconnais aucun droit à aucun journaliste de « filtrer » l’information, et l’argument qui consiste à rétorquer « Allez consulter d’autres sources » ne me convient nullement. D’abord parce que les sources en question, si elles se multiplient dans la forme, se raréfient sur le fond. Ensuite parce que c’est faire peu de cas de mon « Droit à l’information ». Ce droit, je le revendique, je l’exige. Et aucun média ne saurait me convaincre qu’il faut faire avec ce que l’on a, pas plus qu’un boucher indélicat ne me convaincra qu’il me suffit de changer de boutique. De quel droit ? Et comment se sont-ils arrangés pour nous faire nous résigner à cet état de choses ?
Quelle est la gravité de la situation ?

Je vois partout et tous les jours des formes d’indécence s’étaler, des charlatanismes s’exprimer, des horreurs se banaliser.

Je vois des tas de magazines « sérieux » publier régulièrement une rubrique qui annonce votre avenir selon votre date de naissance. Je connais des ministres condamnés pour propos racistes. Je vis dans un pays qui voue un culte à Napoléon Bonaparte. Je vois les journalistes se montrer révérencieux envers George Bush et Tony Blair. J’entends des gens « cultivés » et « intelligents » prôner des « guerres humanitaires » – et je me demande ce qu’ils penseraient d’un nouveau concept de mon invention, celui de « torture thérapeutique »…

Voir couler plus d’encre sur une femme portant un voile que sur une bombe larguée sur elle au nom de la société succinctement décrite plus haut me donne envie de vomir.

L’absurdité de la situation et la pauvreté de notre perception sont telles que des lois sur les médias récemment adoptées en Amérique latine (toujours une longueur d’avance sur nous) visant à élargir les espaces de liberté, à donner de la substance à la liberté d’expression, sont fréquemment qualifiées ici – y compris par des militants de gauche – de lois « liberticides ». Est-il possible d’être plus « à côté de la plaque » que ça ?

Le combat des médias n’est pas un combat annexe : il est devenu le combat. Certains l’ont bien compris et n’hésitent pas à acheter un journal qui perd des millions d’euros par an. Se pose-t-on assez souvent la question de savoir pourquoi un capitaliste investirait des millions d’euros dans une affaire qui perd de l’argent alors que dans le même temps il n’hésitera pas à fermer une usine qui en gagne, mais pas assez ? Par amour de la démocratie et du pluralisme de la presse, peut-être ?

L’information est une forme d’éducation, elle forge notre vision du monde. Mais accepterions-nous que nos enfants à l’école soient éduqués par des enseignants sortis d’on ne sait où, formés dans des « écoles de journalisme » privées et indépendantes de toute tutelle, même mineure, indéboulonnables quel que soit leur degré d’incompétence ?

Est-il normal d’exiger le non-cumul des mandats d’un élu (qui, après tout, est élu) tout en acceptant sans broncher l’ubiquité des journalistes ? Est-il normal de limiter le nombre de réélections d’un élu (qui, après tout, est élu) tout en acceptant sans broncher de voir les mêmes têtes partout sur toutes les chaînes et radios pendant vingt ans et plus ? Est-il normal que le premier abruti venu muni d’une carte de presse puisse qualifier Chavez de dictateur dans un journal distribué gratuitement à des dizaines de milliers d’exemplaires ou sur un site Internet pseudo-alternatif ?

N’y aurait-il point de nom pour désigner un système où un pouvoir avant tout économique et commercial et non-élu supplanterait celui des représentants du peuple ?

Forts du leurre que constitue une certaine facilité sur Internet, nous avons de facto abandonné avec armes et bagages le champ de bataille des médias. Champ à partir duquel l’adversaire nous bombarde en toute… liberté.

Alors, si combat pour le pouvoir il doit y avoir, autant viser le véritable pouvoir. Car ce ne sera qu’à partir de ce moment-là, et de ce moment-là seulement, que nous pourrons dire que nous avons enfin tourné la page.

Viktor Dedaj
«J’aurais pu faire plus court, c’est vrai»

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par Manlio Dinucci

ilmanifesto.it

« Profondément préoccupés par l’intensification de la violence », qui risque d’élargir le conflit à des dimensions régionales, ils demandent avec fermeté «la cessation de la violence armée sous toutes ses formes ». Qui sont les non-violents ? Les membres du Groupe d’action pour la Syrie qui, réunis à Genève le 30 juin, ont émis un communiqué final. A la tête des non-violents on trouve les Etats-Unis, metteurs en scène de l’opération guerrière par laquelle, après la destruction de l’Etat libyen, ils tentent de démanteler aussi le syrien. Des agents de la Cia , écrit le New York Times, sont à l’œuvre secrètement depuis la Turquie méridionale, recrutant et armant les groupes qui combattent le gouvernement syrien. A travers un réseau clandestin transfrontalier, où est aussi à l’œuvre le Mossad, ils reçoivent des fusils automatiques, des munitions, des missiles anti-chars et des explosifs. Par une vidéo postée sur YouTube, ils montrent comme ils savent bien s’en servir : un camion civil, pendant qu’il passe à côté d’un magasin, est détruit par l’explosion d’un puissant engin télécommandé. La Turquie aussi exprime son « opposition ultérieure à la militarisation du conflit », qui doit être « résolu par un dialogue pacifique » : c’est elle qui fournit le centre de commandement à Istanbul, d’où est dirigée l’opération, et les bases militaires où sont entraînés les groupes armés avant de les infiltrer en Syrie ; c’est elle encore qui, prenant prétexte de l’abattage d’un de ses avions militaires qui volait à basse altitude le long de la côte syrienne pour en tester les défenses anti-aériennes[1], amasse maintenant ses propres troupes à la frontière en menaçant d’une intervention « défensive ». Qui servirait d’hameçon à une attaque à vaste échelle de l’Otan sur la base de l’article 5, dépoussiéré à l’occasion tandis que pour l’attaque contre la Libye avait été utilisé le non-article 5.

 

 

 

Les autres membres du Groupe aussi déclarent être « engagés à défendre la souveraineté, l’indépendance, l’unité nationale et l’intégrité territoriale de la  Syrie  » : ce sont la France , la Grande-Bretagne , l’Arabie Saoudite et le Qatar. Ceux qui mettent en acte en Syrie la même opération que celle déjà effectuée en Libye : entraînant et armant l’ « Armée syrienne libre » et d’autres groupes (une centaine environ), recrutés dans divers pays, et dont les membres sont payés par l’Arabie Saoudite ; ils utilisent aussi des militants et d’entiers groupes armés islamistes, auparavant marqués comme de dangereux terroristes ; ils infiltrent en Syrie des forces spéciales, comme celles du Qatar envoyées l’an dernier en Libye, camouflées en groupes d’opposants internes. Et les membres du Groupe d’action qui demandent la « liberté de mouvement dans tout le pays pour les journalistes » sont les mêmes qui, en mystifiant aussi les images, mènent une campagne de martèlement médiatique à l’échelle mondiale pour attribuer au gouvernement syrien la responsabilité de tous les massacres. Ce sont les mêmes qui ont organisé l’attentat terroriste où ont été tués trois journalistes syriens[2], quand un de leurs groupes armés a attaqué la télévision al-Ikhbariya à Damas, en l’attaquant à coup de missiles et en la faisant ensuite exploser. Pour faire aussi exploser l’assurance donnée par Russie et Chine, membres du Groupe d’action, que personne de l’extérieur ne peut prendre de décisions concernant le peuple syrien. Les puissances occidentales ont déjà décidé, en mettant en marche leur machine de guerre, d’annexer de nouveau la Syrie à leur empire.

Edition de mardi 3 juillet 2012 de il manifesto

http://www.ilmanifesto.it/area-abbonati/in-edicola/manip2n1/20120703/manip2pg/14/manip2pz/325229/

Traduit de l’italien par Marie-Ange Patrizio

[1] Voir aussi http://www.voltairenet.org/Le-Pentagone-etablit-que-l-avion

[2] Et quatre techniciens : voir http://www.voltairenet.org/Guerre-mediatique-contre-la-Syrie et

http://www.voltairenet.org/Video-Thierry-

 

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Agencia EFEAgencia EFE –

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Madrid, 2 jul (EFE).- El Premio Nobel de Economía Paul Krugman ha afirmado hoy que la «única» esperanza para el euro es que el eje Rajoy-Monti-Hollande, que califica como «la coalición del antiguo Imperio Romano», exija a Alemania la compra masiva de deuda soberana por parte del BCE este mismo año.

En una entrevista con la Agencia Efe, el premiado economista y divulgador estadounidense observa un «riesgo de colapso» de la moneda única, pero si antes de la cumbre europea de la semana pasada otorgaba un porcentaje de supervivencia al euro del 50 por ciento, ahora le da un 60 por ciento de esperanza.

[Relacionado: El órdago de Rajoy y Monti al eurogrupo se salda con resultado positivo]

Así, que se haya abierto la vía a la recapitalización directa de la banca y a facilitar el uso de los fondos europeos de rescate para comprar deuda de países bajo presión en los mercados es «un paso en la dirección correcta», aunque cree que «hacen falta otros veinte» pasos.

«Lo mejor que se puede decir es que tal vez la cumbre sea un augurio de que está llegando el cambio en la política europea», decía Krugman antes de conocerse que Finlandia amenaza uno de sus logros, con el bloqueo de compra de bonos en el mercado secundario.

Según el premio Nobel de 2008, que se encuentra en España para promocionar su obra «¡Acabad ya con esta crisis!» (Crítica), hace un año hubiese sido impensable que la canciller alemana, Ángela Merkel, hubiese hecho alguna concesión frente a sus políticas de austeridad.

Su diagnóstico es que los alemanes «han construido un mito sobre lo que ocurre en el sur de Europa», a su juicio falso, ya que en España no existían niveles tan altos de déficit y deuda pública, y aunque hubo una burbuja inmobiliaria «fue culpa de todos y de nadie: las cajas de ahorro dando muchos créditos, pero con liquidez de los bancos alemanes».

Berlín, según Krugman, tiene «una visión moral de la deuda y una alergia a la inflación», si bien «fue la deflación de 1930-1932 lo que llevó a la catástrofe política en Alemania» (el nazismo). Por ello considera «un misterio» el por qué no ven la relación entre la situación económica de entonces y la actual.

Pero ahora, cuando «la catástrofe es tan obvia» y los tipos de interés que pagan países como España son «insostenibles», las dinámicas de negociación europeas han cambiado «bastante» y la semana pasada entró en acción «la coalición del antiguo Imperio Romano», con los presidentes italiano y español, Mario Monti y Mariano Rajoy, respectivamente, ejerciendo presión con la ayuda del francés François Hollande.

«El Gobierno español no puede hacer mucho de forma individual, pero los poderes combinados de los tres países están en una posición de decir: no queremos que fracase el euro, tenemos que hacer algo».

Y para Krugman -defensor de las ideas keynesianas- hoy por hoy el Banco Central Europeo (BCE) es la única institución que tiene la posibilidad de actuar a gran escala y «cortocircuitar el círculo vicioso de los mercados» comprando bonos en grandes cantidades, imprimiendo dinero, bajando los tipos de interés y permitiendo subir la inflación durante unos cinco años.

Pero el organismo que dirige Mario Draghi no puede actuar «retando» a Alemania, un país que también puede ayudar a España a aumentar su competitividad permitiendo que suban los salarios germanos y que aumenten las exportaciones españolas, que observa como alternativa a la construcción.

En el caso de España, Krugman cree que la austeridad y la disciplina presupuestaria «por sí misma» no pueden resolver sus problemas -en especial un paro cercano al 25 por ciento- aunque admite que es necesaria en algún grado.

«Tengo mucha simpatía por los gobiernos de cualquiera de estos países soberanos, porque no tienen una solución fácil. El mercado está creando mucha presión para preocuparse con el déficit y al mismo tiempo tampoco les gusta que un país no logre crecer. Lo que diría es que en España debe haber la menor austeridad posible, pero tiene que haber alguna».

Sobre la conocida opinión del presidente Rajoy de que España es «como una familia, que no debe gastar más de lo que ingresa», Krugman ha opinado que esta metáfora sería «un desastre» en un país con moneda propia, pero en este caso «es un poco más como una familia», en la que en todo caso la austeridad por sí misma no resolverá los problemas.

Conocido euroescéptico, el Nobel estadounidense cree que el fin de la moneda única sería un «desastre económico y político», también para Alemania, aunque en el caso de Grecia lo contempla como una opción casi inevitable.

La buena noticia en el caso español, según el Premio Nobel, es que «si fracasa España fracasa el euro. El destino de España y el euro son el mismo, y esto le da cierto poder».

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