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Archive for 6 de julio de 2012

Por Andrés Gómez*/Foto Virgilio Ponce – MartianosHermesCubainformaciónCubasolidaridad.- Varios son los puentes que han cruzado el Río Almendares en su curso por la capital cubana en sus últimos kilómetros antes de desembocar al mar. De éstos, seis han cruzado el río construidos con el propósito de que sirvieran para el tránsito de peatones, carruajes, automóviles, autobuses y tranvías, estos últimos tanto eléctricos como de tracción animal.

Comencemos el cuento con los dos puentes, construidos en el primer tercio del siglo XIX, que llevan el nombre de Puentes Grandes que cruzan el Río Almendares por la Calzada de Puentes Grandes, calzada en años recientes más conocida por el nombre de Avenida 51. En los alrededores del sitio en el que estos dos puentes cruzan el río los historiadores ubican el asentamiento de la villa de San Cristóbal de La Habana en su traslado de su fundación original en la costa sur de la actual Provincia de Mayabeque, a su asentamiento definitivo en las márgenes de la entonces Bahía de Carenas, después nombrada de La Habana.

El tercero de estos puentes fue el Puente Pote, oficialmente llamado Puente de Miramar, que cruzaba el río a la altura de la Quinta Avenida de Miramar en su enlace con la Calle Calzada de El Vedado. Este puente construido por el banquero José Luis Rodríguez “Pote”, uno de los promotores originales del entonces nuevo reparto de Miramar, fue inaugurado en 1919. En 1958 fue derrumbado para dar vía a un nuevo túnel que desde 1959 cruza el río en el mismo lugar.

El Puente de los Tranvías, es el cuarto de estos puentes, construido originalmente a principios del siglo XX para el cruce de tranvías eléctricos, cuyos rieles así llegaban hasta la ciudad de Marianao en su ramal más al sur y hasta la playa de Marianao en su ramal de la costa, el cual también permitía el paso de peatones y automóviles. Este puente enlaza a El Vedado por la Calle 11 con Miramar. Parte de la armazón del antiguo Puente Pote, al ser éste desmantelado en 1958, fue utilizada en la reconstrucción del antiguo Puente de los Tranvías, puente que desde entonces es conocido entre los habaneros como el Puente de Hierro, por ser de hierro la armazón del Puente Pote que se utilizara en su reconstrucción.

El quinto puente, que actualmente cruza nuestro Río Almendares, es uno pequeño que cruza el río en el mismo bosque que se encuentra a ambas orillas del Almendares a la altura del encuentro de la Avenida Zoológico con el río. Asombroso es el paisaje campestre de esa zona única de nuestra ciudad, nuestro único bosque capitalino, que se disfruta en el lugar donde se encuentra este poco conocido puentecito.

Bosque de La Habana y su Río Almendares

Foto Virgilio Ponce

El sexto de los puentes que cruza el Almendares, en los límites de la ciudad de La Habana, es el que se encuentra en un magnífico lugar donde mejor se puede apreciar la belleza del río y el Bosque de La Habana. Es éste el centenario puente conocido a todos los habaneros, por los nombres del Puente de 23, por haber sido construido éste a la altura de la Calle 23 de El Vedado, o el Puente Almendares. Centenario, sí, ya que para sorpresa de muchos, habaneros y otros, este noble puente se inauguró el 23 de enero de 1911, hace ya cien años y seis meses.

Este puente tiene cerca de 214 metros de longitud y un ancho de 13 metros y medio. Es soportado por varios arcos, el mayor de ellos, que cruza el río, tiene un ancho de 58 metros. Construido de hormigón armado, novel material de construcción para aquel entonces, su edificación fue nacional e internacionalmente considerada un triunfo de la ingeniería civil. Inclusive, de hormigón armado, es la plataforma hundida en el fondo del río que sostiene el puente. En 1940 se le hizo al puente una remodelación capital.

Dos años y medio duró su construcción, cuya dirección se le adjudicó a la compañía norteamericana-española de Champion & Pascual. Casi al finalizarse la construcción del puente, la compañía norteamericana que controlaba entonces el servicio de tranvías eléctricos de la capital, la influyente Havana Electric Railway Company, logró que sobre el puente se extendiera una doble vía de rieles para los tranvías que entonces pudieron enlazar su red de servicio de La Habana y El Vedado con la ciudad de Marianao y los nuevos repartos de ese municipio: Kohly, Miramar, Alturas de Almendares, Nicanor del Campo, Buena Vista y Columbia. La compañía de tranvías en cambio se responsabilizó con aportar los faroles eléctricos requeridos para alumbrar el puente, costear el gasto de electricidad de los mismos y asumir el mantenimiento del pavimento del nuevo puente.

El nombre oficial del puente es el Puente Asbert. Ernesto Asbert, pinareño de nacimiento, coronel del Ejército Libertador, influyente y popular político, dirigente del Partido Liberal, era entonces el gobernador de la provincia de La Habana. Fue promotor principal de la construcción de este puente, y así su apellido logró ser el nombre oficial que se le dio a este querido puente habanero.

Así es, en pequeño, el cuento de estos seis puentes habaneros que cruzan nuestro Río Almendares en el curso de sus últimos kilómetros antes de desembocar en el mar.

*Andrés Gómez periodista cubano residente en los EE.UU. director de Areítodigital

Fuente original: MartianosHermesCubainformaciónCubasolidaridad

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por Alfredo García
Mientras crece entre cubanos de ambas orillas el deseo sobre reformas migratorias en EU y Cuba que faciliten los contactos familiares, la Agencia de EU para el Desarrollo Internacional (USAID, por su sigla en inglés) echa leña al fuego de las tensiones políticas.

En efecto, un reciente anuncio de la agencia norteamericana, informó que dispone de 12 millones de dólares en fondos para fomentar la “democracia digital” en Cuba, “incrementando y expandiendo el uso de nuevas tecnologías” así como prestar “asistencia “humanitaria” a “disidentes víctimas de la represión” en la isla.

A esos efectos, la USAID convocó a organizaciones, compañías e instituciones de educación superior hasta el próximo 27 de julio. Los solicitantes deberán explicar cómo seleccionarán y priorizarán a beneficiarios, además de describir los tipos de suministros que planean hacer. Las entidades que califiquen para el proyecto injerencista recibirán recursos económicos a través de la Oficina Latinoamericana y el Caribe de la USAID.

El anuncio echó un jarro de agua fría a las gestiones que se realizan sobre Alan Gross, un especialista norteamericano en comunicaciones, sentenciado en Cuba en marzo de 2011 a 15 años de prisión, confeso de “actos contra la independencia o la integridad territorial del Estado”.

Gross fue arrestado en diciembre de 2009 cuando trabajaba como “contratista” para la USAID en “un programa subversivo del gobierno de EU para desestabilizar la revolución, mediante el uso de sistemas de comunicaciones fuera del control de las autoridades”. La causa de Gross fue apelada ante el Tribunal Supremo de Cuba, el cual reafirmó la sentencia en agosto de 2011.

Sin embargo, el revés de la USAID se convirtió en excepcional oportunidad para superar un tranque jurídico entre EU y Cuba por la detención y largas sentencias contra cinco cubanos residentes en la Florida hace más de una década, acusados de infiltrarse en organizaciones contrarrevolucionarias, con el fin de alertar sobre acciones terroristas contra el Estado cubano.

Los cinco cubanos encausados en juicios repletos de irregularidades jurídicas fueron sentenciados a desproporcionadas condenas y guardan prisión desde hace casi 14 años en cárceles norteamericanas.

Muchos expertos en el tema consideraron entonces que la búsqueda de una solución humanitaria para la liberación de los cinco cubanos y Gross, no sólo pondría a prueba la buena voluntad de ambos gobiernos sino que podría ponderar los programas federales que intervienen en los asuntos internos de Cuba.

Desde la sentencia de Gross, el gobierno cubano mostró disposición a dialogar con autoridades de EU para buscar una solución humanitaria sobre bases recíprocas. A pesar del esfuerzo en ambas direcciones, la influencia del año electoral en EU impidió que las gestiones avanzaran. No obstante sigue latente la esperanza de que un segundo mandato del presidente Obama, facilite una justa solución al conflicto.

Con su prepotente anuncio, la USAID confirma la política injerencista de Washington contra Cuba, al mismo tiempo que se distancia de sus obligaciones con Gross, advirtiendo a sus potenciales usuarios que “dada la naturaleza del régimen cubano, las operaciones y sensibilidad política del programa de la USAID (…), no se hace responsable de cualquier lesión o inconveniente sufridos por personas que viajan o que operan en el país bajo su financiamiento».
Fuente: DISCREPANDO

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¿Dará la cara la llamada “oposición” cubana en las próximas elecciones en Cuba? Nada se lo impide

Por Edmundo García*/Foto Virgilio Ponce – MartianosHermesCubainformaciónCubasolidaridad.- El Consejo de Estado, siguiendo lo establecido en la Constitución de la República de Cuba y en la Ley Nº 72, del 29 de octubre de 1992, conocida como «Ley Electoral», convocó ayer jueves 5 de julio a todos los cubanos capacitados para votar a participar en las elecciones generales a partir del próximo mes de octubre, para elegir a los delegados a las asambleas municipales y provinciales del Poder Popular y a los diputados a la Asamblea Nacional. Estas elecciones son de máxima importancia porque como dicen los artículos 69 y 70 de la Constitución, “La Asamblea Nacional del Poder Popular es el órgano supremo del poder del Estado” y “es el único órgano con potestad constituyente y legislativa en la República”.

Aunque el Partido Comunista es la fuerza política dirigente de la sociedad, no se han hecho distinciones ideológicas, ni religiosas, ni de otro tipo en la convocatoria. Una cosa está clara: El Partido no postula. En Cuba están aptos para ejercer el derecho al voto ocho millones de ciudadanos de un total de 11.2 millones de habitantes y todos están igualmente convocados.

Ni alborotos en los blogs, en twitter o en facebook, ni intervenciones ante la Cámara y el Senado de los Estados Unidos, ni quejas en los brindis con diplomáticos extranjeros enviados a La Habana, ni festivales disidentes en casas de Miramar, ni entrevistas en la radio y la televisión de Miami, ofrecen a la llamada “oposición” una oportunidad mejor que estas elecciones para mostrar si de verdad tienen el arrastre de pueblo que dicen tener. Para empezar una carrera política seria, nada más necesitan ser propuestos por un vecino. Y si nadie les propone, pueden proponerse ellos mismos, que también está dentro de lo que la ley admite. Yoani, Martha Beatriz, Elizardo, Antúnez, Biscet, Rodiles, Bertha Soler y otros, deben tener al menos un seguidor en su cuadra, en su edificio o en su barrio, que crea que ellos lo representan mejor que los 15 mil delegados locales que fueron electos en el año 2010.

La llamada “oposición” cubana tendría un reto por delante: salir a votar por alguien y salir a que alguien vote por ellos. Que sean honestos y se prueben en los comicios; que muestren, si lo tienen, su proyecto de país; que enseñen al mundo, a quienes en Washington y en Miami dicen que el pueblo cubano les apoya, que ese pueblo es capaz de elegirlos y que cree en sus soluciones. Que confirmen, por ejemplo, que ese pueblo confía en que Yoani con todo el dinero de sus premios es capaz de solucionar los mismos problemas que con tanto oportunismo ella denuncia; que con todo el dinero ganado, la acaudalada bloguera puede llevar el agua a los vecinos, apuntalar los edificios en peligro de derrumbe, arreglar los baches de las carreteras, mejorar la enseñanza escolar, brindar ayuda médica, bajar los precios de la canasta básica.

Vamos a ver en estas elecciones si es verdad que el pueblo cubano confía en los “opositores” cubanos para solucionar este tipo de problemas, y vota por ellos. Que se presenten y no mientan, que nadie les hará nada; que no se escondan, que nadie les va a impedir que hagan sus propuestas electorales. Si después de tantos lamentos la llamada “oposición” cubana permanece en sus casas mirando desde la ventana, habrá dejado pasar la gran oportunidad de demostrar lo que dicen de su respaldo popular. ¿O es que tienen miedo de que se descubra la verdad? La verdad de su incapacidad para trabajar en proyectos sociales; la verdad de que están presos en su propia palabrería mediática y que no tienen apoyo entre los cubanos de a pie; la verdad de que son una mercancía política inventada por los grandes intereses para consumo en el exterior; la verdad de que en Cuba nadie les conoce más allá de ellos mismos y de algunos diplomáticos.

No sería la primera vez que alguien comprende los estrechos límites de una “oposición” estancada en sí misma y se decide a probar suerte en el sistema electoral vigente en Cuba. En una entrevista que tuve oportunidad de realizarle al Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba Ricardo Alarcón en Montreal en septiembre del 2007, tratamos el caso de Indamiro Restano, quien luego salió hacia Miami y era uno de los llamados “periodistas independientes”, además cuñado del conocido “opositor” Elizardo Sánchez Santacruz. Todo el mundo sabía en San Miguel del Padrón que Indamiro era un crítico del gobierno cubano y así y todo fue propuesto y postulado por una asamblea de ese municipio de La Habana. En esa entrevista también le pregunté a Alarcón su opinión sobre Oswaldo Payá, quien quería cambiar el sistema electoral cubano, y Alarcón respondió que en lugar de proponerse metas políticas desajustadas de la realidad, lo que tenía que hacer Payá era buscar a alguien que lo propusiera y saberse buscar los votos como hace cualquier político inteligente para ganar con las reglas de juego establecidas; que a lo mejor no considera las mejores, pero son las reglas con las que tiene que jugar.

Luego de esa entrevista de septiembre del 2007 con Alarcón, logré entrevistar también al propio Indamiro Restano en mayo del 2008. Durante la conversación el entrevistado da su propia versión de los hechos y una valoración realista de lo que pudiera hacer un “opositor” en Cuba si es cierto que quiere participar positivamente en el desarrollo de la nación y no solo dedicarse al cuestionamiento o a la calumnia; estas fueron las palabras de Indamiro Restano aquel día: “¿qué hacen… disidentes llamando a Miami, a Radio Mambí y a Pérez Roura? ¿Cuál es el objetivo de eso? ¿Tú tienes vocación política? Postúlate en el barrio. Ahí está el mecanismo, y del barrio pasas al municipio y así consecutivamente.”

Lo más importante, y lo advertí en esa entrevista, continúa siendo lo siguiente: Estoy seguro de que el pueblo cubano no acogerá favorablemente a personas que no son más que piezas en la agenda de una potencia extranjera; que son financiadas por el gobierno de Estados Unidos, alentadas y supervisadas, premiadas o subvaloradas en su actuar desde Washington. Al pueblo cubano sí le importa, y sí rechaza, la política anexionista y entreguista de estos llamados “opositores”.

Como se dice en buen cubano, la mesa está servida. El Consejo de Estado ha convocado a elecciones generales en Cuba sin restricciones políticas ni ideológicas. La llamada “oposición” o disidencia cubana tiene la oportunidad de salir de la cueva y mostrarle al país y al mundo qué respaldo social tienen realmente. Claro que también les queda el otro camino: el de callar respetuosamente ante el pueblo que lleva adelante su proyecto nacionalista.

 

Entrevista a Ricardo Alarcón:

(http://lanochesemueve.us/Entrevista%20a%20Ricardo%20Alarcon%20de%20Quesada.pdf)

Entrevista a Indamiro Restano:

(http://lanochesemueve.us/INDAMIRO_RESTANO.pdf)

*Edmundo García periodista cubano residente en EE.UU., conductor del programa «La Noche se Mueve«.

Fuente: MartianosHermesCubainformaciónCubasolidaridad

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por Jesús Arboleya Cervera
Cualquiera sea el próximo presidente de Estados Unidos, tendrá que enfrentar las presiones de grupos muy diversos que, por diferentes razones y propósitos, reclaman una reforma integral de la política migratoria del país. En este contexto, es muy posible que salga a flote el tema de la excepcionalidad de las relaciones migratorias con Cuba.

Para muchos, la política hacia Cuba constituye una escandalosa desigualdad en el tratamiento a los inmigrantes. La garantía para el ingreso legal de 20 000 personas anuales, el máximo permitido por la ley y, en la práctica, solo aplicable al caso cubano; el asilo automático a todo inmigrante indocumentado que pise el suelo de Estados Unidos y la existencia de una exclusiva “ley de ajuste” con plazo indeterminado, que asegura a los inmigrantes procedentes de Cuba la posibilidad de obtener la residencia permanente mucho antes que cualquier otro grupo, es motivo de crítica o resentimiento, tanto por los xenófobos conservadores opuestos a todo tipo de inmigración, como por los grupos defensores de los derechos humanos que reclaman un tratamiento equitativo para todos.

Si tal política ha sido sostenible a lo largo de cincuenta años fue porque encontró su racionalidad en el supuesto de que los cubanos no eran inmigrantes, sino exiliados, y porque históricamente la política migratoria hacia Cuba ha formado parte de una estrategia más abarcadora, destinada a desestabilizar el sistema cubano, a la cual se han sumado tanto conservadores como liberales norteamericanos, presentándola públicamente como un asunto de interés nacional y un compromiso con la “democracia” en el mundo.

Partiendo de estas premisas, los inmigrantes cubanos, sobre todo el llamado “exilio histórico”, recibió beneficios económicos y sociales extraordinarios, así como un tratamiento especial, que llegó a convertirlo en el grupo latino mejor representado en las estructuras políticas del país. Tales condiciones determinaron el poder relativo alcanzado por la extrema derecha cubanoamericana en la vida política de EE.UU. y explican las razones por lo que hasta ahora han defendido a capa y espada esta excepcionalidad.

La llegada masiva de inmigrantes cubanos y su rápida incorporación a la vida política local como resultado de la ley de ajuste se correspondía con los intereses domésticos de la maquinaria política de la extrema derecha cubanoamericana, en tanto incrementaba constantemente su base electoral, especialmente en el enclave miamense. Debido a ello han aceptado la firma de acuerdos migratorios, el único existente entre los dos países, a pesar de que tal tipo de arreglo se contradice con el discurso contrarrevolucionario, siempre enemigo a cualquier tipo de conciliación.

El problema se complicó cuando cambió la naturaleza de los inmigrantes cubanos y, más que reproducir, estas personas tienden a transformar los patrones ideológicos y políticos de la base social que les ha servido de sustento. El primer intento para enfrentar esta realidad ha sido el esfuerzo por enmendar la ley de ajuste, condicionando su aplicación a la prohibición de que los nuevos inmigrantes visiten Cuba, lo que implica retrasar varios años la participación electoral de aquellos que no se ajusten a esta norma.

Si nos atenemos a esta lógica, es de esperar entonces que el próximo paso sea tratar de entorpecer la continuidad de los acuerdos migratorios entre los dos países. Mirado desde su perspectiva parecería una jugada perfecta: reducirían el número de inmigrantes indeseados, crearían nuevos conflictos con Cuba y apostarían a aumentar las presiones internas en el país, a pesar de que si bien se reducirían las posibilidades de emigrar, también disminuiría el estímulo para hacerlo.

Con seguridad tal posición encontrará muchos adeptos en el sistema político norteamericano. El gobierno se quitaría de encima tener que defender una excepcionalidad que ya no tiene sustento en la realidad ni resulta funcional para su política hacia Cuba; los conservadores verían confirmados su propósitos de reducir la inmigración a toda costa y los liberales, que tampoco tienen la voluntad de extender este tratamiento a todos los inmigrantes, lo asumirían como un acto de justicia.

No obstante, mirado estratégicamente se trata de un intento condenado al fracaso. En primer lugar, porque acrecienta la distancia entre la actual representación política de la comunidad cubanoamericana y su base electoral, la cual verá afectados sus intereses en asuntos tan sensibles como la reunificación familiar y el contacto con su patria de origen. En verdad, tales medidas constituyen una fábrica de enemigos que, tarde o temprano, les pasarán la cuenta.

En segundo lugar, porque esta política no cambia la realidad de que se están produciendo transformaciones en la comunidad cubanoamericana cuyo desenlace resulta inevitable y no solo están determinadas por el acceso de nuevos inmigrantes, sino por la acelerada desaparición física de la mayoría del llamado “exilio histórico”, por el desgaste de la beligerancia como alternativa y por la emergencia de nuevas generaciones, que ya demuestran tendencias políticas distintas a las de sus padres y abuelos.

Si ello no ha tenido aún una expresión cabal en la vida política miamense es debido a que aún estas tendencias no resultan mayoritarias en el electorado y las nuevas figuras políticas han surgido manipuladas por la vieja maquinaria de la extrema derecha. Pero es solo un problema de tiempo que las presiones electorales transformen esta realidad y aparezcan nuevas tendencias condenando a más de un político al ostracismo o a cambiar camaleónicamente sus posiciones, como ocurre usualmente en la política norteamericana.

Por otro lado, en lo que sí puede tener un peso relevante la llegada de nuevos inmigrantes cubanos, es en el balance relativo del electorado cubanoamericano respecto a otros grupos latinos en el sur de La Florida. Ya vemos como el peso específico de los votantes cubanoamericanos disminuye en relación con estos grupos y tal tendencia aumentaría aceleradamente si se reduce el número de personas de origen cubano que arriban al país, perjudicando a la comunidad cubanoamericana en su conjunto.

La intolerancia de la extrema derecha no le permite sacar estas cuentas. Como el alacrán, prefiere matar a la tortuga que lo ayuda a cruzar el río, porque eso es lo que se aviene a su naturaleza.
Fuente: Progreso Semanal

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La creciente conflictividad social y polarización política generada en torno a los proyectos mineros Conga en Cajamarca y Tintaya-Espinar en Cusco, entre otros, viene trazando una línea de quiebre en las expectativas de las comunidades rurales y locales que votaron por la propuesta electoral de “la gran transformación” del entonces candidato y hoy presidente Ollanta Humala.

La creciente conflictividad social y polarización política generada en torno a los proyectos mineros Conga en Cajamarca y Tintaya-Espinar en Cusco, entre otros, viene trazando una línea de quiebre en las expectativas de las comunidades rurales y locales que votaron por la propuesta electoral de “la gran transformación” del entonces candidato y hoy presidente Ollanta Humala. Quien desde el gobierno parece resignar una lectura simplificada de lo que ocurre, aislarse del debate político y estigmatizar de antimineros, radicales y extremistas a quienes -lejos de complotar contra el sistema democrático y Estado de derecho- demandan diálogo en torno a legítimas preocupaciones económicas, sociales y ambientales.

Al respecto es importante recordar el discurso nacionalista del presidente Humala, que hace poco más de un año –en campaña electoral- cuestionaba abiertamente el modelo económico desarrollista-extractivista de recursos naturales (“agua sí, oro no”) y la asimétrica relación comunidades y minería, proponiendo un cambio de enfoque que incorpore la dimensión ambiental y una nueva relación de pares con diálogo e inclusión social para el desarrollo. Sin embargo, frente al escalamiento de conflictos, su gobierno continúa el modelo económico neoliberal y similares métodos de represión de las protestas sociales de anteriores gobiernos, causando descontento en las organizaciones sociales y mayor desconfianza del rol tuitivo del Estado y las instituciones, hartas de engaños y de no ser tomadas en cuenta respecto de sus principales preocupaciones y demandas.

No obstante armonizar enfoques y visiones diferentes –incluso antagónicas- de desarrollo es posible, cuando existen sólidos mecanismos institucionales de diálogo y de planificación participativa en el marco de un Estado de derecho. Lo que consecuentemente debiera traducirse en el diseño de políticas públicas de orden económico, social y ambiental que orienten de forma integral procesos de desarrollo inclusivo en disímiles ámbitos territoriales a nivel local, regional y nacional. Lamentablemente ocurre lo contrario, cunde la falta de voluntad política, la desinformación y la participación asimétrica de los diferentes actores: Estado-empresas-comunidades sin lograr institucionalizar un proceso de diálogo efectivo ni menos construir una visión común de desarrollo país, salvo cuando ante hechos consumados de violencia y desborde social se reacciona tardíamente, cuyas soluciones al final tienen un altísimo costo en pérdida de vidas humanas.

La cuestión es que las protestas y demandas de las comunidades en Cajamarca, Cusco y otras regiones, evidencian -una vez más- los límites del modelo de crecimiento económico a cualquier costo, y el rechazo de un importante sector social a la rígida visión de modernidad global y desarrollo país que sigue imponiendo la tecnocracia neoliberal y los grupos de poder económico y políticos afines hoy al gobierno del presidente Humala. De allí que sobre los proyectos mineros en conflicto, su discurso de hoy contradice su discurso nacionalista de ayer relativizando su propio liderazgo y coherencia política, distanciándose del movimiento social que lo eligió.

Con el escalamiento de los conflictos el panorama político nacional parece oscilar pendularmente: de un lado, de quienes sostienen -desde un enfoque economicista- que el Estado no debe intervenir de forma preponderante en las cuestiones ambientales que limiten el progreso país, al ser el libre mercado la palanca del desarrollo y catalizador del crecimiento económico, y, por ende, de las demandas internas por mejoras ambientales. Y de otro lado, de quienes sostienen -desde un enfoque ambientalista- que el Estado sí debe intervenir e invertir en conservar el capital natural y el soporte de la vida, y las dinámicas sociales y culturales en tanto factores primordiales del desarrollo, por encima de consideraciones económicas y de mercado que se pretendan excluyentes.

Si bien es cierto el panorama descrito puede ser discutible, existen variantes y lecturas extremas y nada autocríticas del papel que han cumplido los partidos políticos de derecha e izquierda, y de partidos incipientes como el nacionalista, que más allá de su ideario político y de que apoyen o cuestionen la continuidad del modelo económico neoliberal, no han logrado internalizar un análisis crítico sobre la dimensión ambiental y las dinámicas sociales en sus programas de gobierno, excepto lo que hoy constituye un mero discurso retórico ante la crisis ambiental y el cambio climático global. La reciente cumbre global de Río+20 sobre desarrollo sostenible en Brasil, donde estuvo el presidente Humala, evidencia justamente una discusión no resuelta: ¿Qué hacer frente a la crisis ambiental y el cambio climático? Siendo evidente su relación causal con la crisis sistémica de la economía global, el proceso de acumulación capitalista y la racionalidad eminentemente económica de los modelos de desarrollo aplicados por los países industrializados y en desarrollo como Perú.

Sobre el particular diversos estudios cuestionan el modelo de desarrollo extractivo basado en el libre comercio y crecimiento económico, sin mecanismos de regulación, porque induce de forma compulsiva la desestabilización y deterioro de los ecosistemas y medio ambiente (agotando o degradando en forma sistemática los recursos naturales). En consecuencia, el crecimiento económico -per se- resulta insuficiente para medir el progreso y desarrollo sostenible del país, cuando el problema principal es la pobreza y distribución inequitativa del ingreso, el deterioro ambiental y la falta de políticas integrales –inclusivas- en materia económica, social y ambiental. Los conflictos por actividades mineras en Cajamarca y Cusco evidencian lo anterior, ameritando una reflexión objetiva de las causas subyacentes.

Es pues evidente que el gobierno del presidente Humala enfrenta hoy uno de sus mayores desafíos para revertir los índices de desigualdad económica y exclusión social en diferentes regiones del país, como las zonas en conflicto donde hay proyectos mineros y persistentes índices de pobreza, contaminación y pasivos ambientales, ante la necesidad perentoria de planificar y ordenar el territorio, aplicar políticas redistributivas y de aprovechamiento sostenible de los recursos naturales, al mismo tiempo de promover la inversión extranjera directa en el marco de una economía abierta y mecanismos de regulación efectivos.

La historia de conflictos entre empresas mineras y comunidades es bastante conocida en Perú. Sin embargo, poco o nada parece aprenderse de ello cuando desde el ejecutivo se niegan a ver los problemas reales. Lo que exige del gabinete ministerial mayor apertura y coherencia política, cambio de su estrategia y una acción inmediata y efectiva para lograr confianza y nuevos términos de relacionamiento con los actores involucrados, institucionalizando el diálogo plural y la mediación como parte del proceso a construir. www.ecoportal.net

Walter Chamochumbi – Consultor en Gestión Ambiental y Desarrollo

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En tiempos pasados se unió Colombia para manifestar lo mal que nos manejaban….y lo logramos dejando afuera a los partidos tradicionales (liberales y conservadores), ahora es el tiempo de mandar a cerrar congreso, senado, cámara y demás centros de vandalismo «intelectual».  debemos apoyar esta propuesta.

 

 




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Por: Guillermo Rodríguez Rivera
 Fuente: CUBARTE

Todos recordamos aquella primera visita que hicieron Los Van Van a los Estados Unidos y claro, fueron contratados para tocar en la puerta caribeña de la nación del norte, Miami, y se supo de la descompuesta reacción de la ultraderecha cubana, que habló hasta de esas bombas que le han sido tan familiares, ahora para lanzarlas contra una orquesta que no traía sino alegría.

 

Pero acaso esos personajes habían escuchado bien a Van Van y no perdonaban lo que oían:

 

Mi son es para el obrero,

para el hombre que madruga,

que a veces, hasta en ayunas,

trabaja sin ningún pero.

 

Y, encima de eso, este canto al hombre de trabajo se llamaba Mi son entero, como para evocar también a Nicolás Guillén.

 

Pero Juan Formell, que sabía presentar credenciales cuando hacía falta o, simplemente, cuando quería, era sobre todo una representación de la alegría cubana. Los que somos más viejos, recordamos un bolero que compuso el venezolano Billo Frómeta casi al momento de arribar al poder la Revolución cubana. Antes de fundarse Radio Martí ―ya en tiempos de la presidencia de Reagan―, The Voice of America trasmitía un espacio que se titulaba Cuando Cuba reía. El espacio de La Voz de las Américas y el bolero de Frómeta ―que se titulaba, El son se fue de Cuba―, eran elementos de una intensa campaña que precedió a la invasión a Playa Girón; pero que se mantuvo después y presentaba una Cuba de la que había escapado el son “llorando de tristeza”. Frómeta terminaba el bolero con estos versos desolados, que la voz de Olga Guillot dramatizaba aún más al cantarlos:

 

Guajiro de mi tierra,

si pasas por La Habana,

no oirás risa cubana

porque el son se fue de allá.

 

Pero Los Van Van y Juan Formell ―componiendo para la orquesta que dirige―, nos entregaba la imagen de una Habana alegre, donde reinaba “la sandunguera que estaba por encima del nivel”, tanto como lo había estado la “Sabrosona” de la Orquesta Aragón. Una Habana tan alegre, que todo el mundo quería vivir en ella y por eso “no aguantaba más”; donde los “arquitectos del espacio” construían sus barbacoas, que querían suplir la insuficiente construcción de viviendas en el país. Porque Formell, en la mejor tradición de la guaracha cubana, era también capaz de satirizar a su sociedad; que no lo censuraba, sino que reía y bailaba con ocurrencias y con la perfecta maquinaria musical en la que se iban convirtiendo Los Van Van.

 

Músicos de otra manera de hacer, pero que sienten también el son y la música bailable de Cuba, han sido capaces de acercarse a Van Van. Estoy pensando en Silvio Rodríguez, en la hermosa Imaginada y en el criollísimo Llegué por San Antonio de los Baños.

 

Como lo fueron antes otras orquestas, Los Van Van se fueron convirtiendo en una proveedora de músicos para el panorama musical cubano. Cantantes como El Lele, Pedrito Calvo, el fugaz pero excelente Angelito Bonne, Mayito Rivera o Robertón, son voces que Van Van fijó de una vez en la música popular cubana, del mismo modo que lanzó orquestas como la de ese excelente pianista y compositor que es César Pedroso; o La Justicia, de Pedrito Calvo.

 

Van Van ―Formell― fue capaz de cambiar la composición de la charanga misma. Asumió los trombones salseros que sonaban en Dimensión Latina y en la orquesta de Willy Colón, y creó una sonoridad que ya las nuevas charangas estaban obligadas a asumir. La Charanga Habanera es, por muchas razones, su hija.

 

Nada. Tenía atravesadas las ideas de estos artículos desde hace mucho tiempo y, quién sabe por qué, ahora ha sido mi oportunidad de sacarlas a la luz y salir de ellas. Y de homenajear a Juan Formell y a Los Van Van.

 Imágenes: Internet

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Por: Guillermo Rodríguez Rivera

Fuente: CUBARTE

Allá por el primer lustro de los años sesenta, yo andaba cumpliendo esos veinte años que son maravillosos para todo el mundo, sobre todo cuando se miran desde la distancia de muchos más y, ya estudiando en la Universidad de la Habana, me había hecho una persona un poco más seria que el adolescente que pocos años atrás bailaba con la orquesta Aragón.

En los primeros años de la Revolución, los cubanos, que somos un pueblo de bailadores, casi dejamos de bailar. Fueron muchas las causas. Había aparecido una revolución que lo estaba cambiando todo. La mayoría creíamos que ese cambio era para bien y, de pronto, teníamos demasiadas cosas que hacer y de qué preocuparnos. El trabajo, el estudio, la guardia de milicias, no dejaban tiempo para bailar.Y hasta hubo que atrincherarse o acuartelarse varias veces, esperando la invasión que finalmente ocurrió en 1961.

La Revolución entró también por la música revolviéndolo todo. De pronto, se podía vivir de ser músico culto. Un violinista, o un flautista, apenas unos años atrás, solo podían ganarse el pan tocando en una charanga, pero ahora el país empezaba a poblarse de sinfónicas, de cuartetos de cuerdas, de orquestas de cámara y de otras que acompañaban un teatro lírico que tenía sus compañías estables, y les pagaban un salario que les permitía, al violinista, al flautista y hasta al que tocaba el corno inglés, mantenerse y no preocuparse del baile de La Tropical que antes era lo que le proporcionaba los pesos que le permitían vivir.

Los músicos estaban contratados: recibían un salario y tenían la obligación de tocar programadamente aquí y allá, y la lucha por “amenizar” un baile y otro, se fue haciendo cada vez menos importante. Los músicos viejos tocaban la misma música que venían ejecutando desde muchos años atrás, y los más jóvenes, que empezaban a emerger de las escuelas de arte ―que fueron de las primeras obras de la cultura revolucionaria―, ansiaban experimentar, porque ese fue uno de los tempranos logros de la vida revolucionaria. La experimentación llegaba hasta hacer música dodecafónica, aleatoria, serial, electrónica; con el simpático escepticismo de mi amigo Rine Leal, que le decía a Juan Blanco que nunca sería importante una música que no se podía tararear.

Los jóvenes compositores que aparecían, iban a integrar la también renovadora Nueva Trova, que todavía no se llamaba así, y que apenas empezaban a ser las canciones de Pablo Milanés, de Silvio Rodríguez y, muy poco después, también las de Noel Nicola.

Se había creado la Orquesta Cubana de Música Moderna, un jazz band con excelentes intérpretes pero con un repertorio y un modo de hacer muy poco novedosos, hasta el punto de que las peores lenguas la llamaban la Orquesta Cubana de Música Americana Antigua.

Benny Moré había muerto tempranamente, haciendo su música de siempre ―como había decidido quedarse en Cuba, ya la RCA Víctor no le grababa―; y la Aragón sonaba como había sonado toda la vida, pero la gente quería otras cosas.

Aquella orquesta apareció como un relámpago, pero poco a poco. Porque lo que ha demostrado el tiempo es que Los Van Van son Juan Formell, pero Juan Formell no apareció con Los Van Van.

Yo, que me pasaba a cada rato por el Caribe, el cabaret que funcionaba en el mezanine del Hotel Habana Libre ―en esos tiempos era muy barato―, escuché allí a un joven bajista que tocaba para la orquesta de Elio Revé. El guantanamero Revé quería rescatar el changüí, esa peculiar variante rural del son, que los campesinos de Yateras ejecutaban con los instrumentos que tenían a mano: un cajón para la percusión, un tres que además de acompañar, cantaba, y un guayo de cocina que presagiaba lo que haría luego el güiro con más refinamiento, unas maracas, y la inagotable voz de los changüiseros que coreaban e improvisaban hasta lo inimaginable.

Revé llevaba el changüí a su mucho más conocido formato de la charanga, el de su orquesta, pero su joven bajista aspiraba a otros cambios. Formell era también de esos jóvenes músicos que habían nacido con la Revolución y que tenían el espíritu renovador que ella había traído al país.
En los tiempos en que más duro se hacía el enfrentamiento que impulsaron contra Cuba todos los gobiernos norteamericanos desde Eisenhower y Nixon, la música anglosajona había desaparecido de los escenarios y las teledifusoras cubanas. Pero Cuba había tenido un permanente intercambio musical con los Estados Unidos, especialmente a través de Nueva Orleáns, que era el principal enlace con La Habana, y no el Miami que emergió después del exilio cubano.

De pronto, los que oían la orquesta de Elio Revé, (junto a Juan Formel en la imagen) tropezaron con, el changüí-shake, una novedosa fusión del joven compositor Juan Formell.

1969 se llamó en Cuba el “Año del Esfuerzo Decisivo”, porque era el de la imprescindible preparación para lograr los 10 millones de toneladas de azúcar que se planeaban hacer en 1970. No se hicieron, pero se puso en circulación una consigna tan triunfalista como nuestra: “Los 10 millones van”; que, por si había duda, se ratificaba con otra: “Y de que van, van”.

Lo que de veras fue, resultó ser la aparición de una formación musical llamada a inscribirse en la gran tradición de las mejores orquestas cubanas, las emblemáticas, las que marcan y definen las épocas: la de Valenzuela, la de Cheo Belén Puig, la Casino de la Playa, la de Arcaño, la Sonora Matancera, el conjunto de Arsenio Rodríguez, que después fue de Chapottin, la Orquesta Almendra, la de Mariano Mercerón, la Riverside, el conjunto Casino, la de Ernesto Duarte, la de Bebo Valdés, la América, la banda gigante de Benny Moré, la Aragón.

Formell había fundado una nueva orquesta que, cubanísima e inscrita en nuestra herencia, sonaba de modo diferente; y los cubanos arrancaron a bailar, otra vez.

Como era una charanga de la Revolución, Formell la hizo relatar cosas de una nueva época nacional; pero no para hacer propaganda, si no porque estaban orgánicamente inscritas en la vida de los cubanos. El De 5 a 7 cantaba las dos horas de amor de la pareja de trabajadores, que en la noche acudían a estudiar. La Habana joven era una celebración del adolescente becario en una escuela en el campo, que venía el fin de semana a disfrutar la ciudad con su amada:

Juventud es divino tesoro,

Yo soy joven y lo tengo todo:

Una escuela en el campo y un fin

De semana en La Habana,

(Sí señor)

Con mi amada en La Habana

(Cómo no)

Era la propia voz de Formell la que contrapunteaba esas dos frases, que eran una evocación de Miguel Matamoros, nuestra tradición misma.

Formell no titulaba gratuitamente: esa era la imagen de La Habana que nacía y que iba a ser la del futuro.

Continuará…

Imagen: Internet

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Fuente: CUBARTE

La recién concluida Conferencia Mundial sobre Desarrollo Sostenible (Río +20) tuvo la virtud de generar todo tipo de expectativas. Sin embargo, salvo por el hecho de que al menos se logró un documento de consenso y no un fiasco absoluto como el de Copenhague, no parece haber nadie satisfecho a plenitud con sus resultados.

El documento adoptado como resultante de la Cumbre lleva por título “El futuro que queremos”, dando la impresión de un gran supuesto compartido. Sin embargo, su texto revela la persistencia de importantes diferencias de enfoque y perspectiva entre los diferentes países, o por mejor, decir, entre los diferentes intereses representados en la discusión.

El germen de las contradicciones latentes en los asuntos en juego puede encontrarse desde los mismos preparativos de la Conferencia. Con un optimismo inspirado seguramente por miras altruistas, la Secretaría General de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) había avanzado desde el mes de marzo que  «Río+20 representa una oportunidad para redefinir la visión del desarrollo futuro que los países quieren alcanzar. “

De acuerdo con la visión de esta competente experta “(El) establecimiento de objetivos comunes, basados en indicadores de desarrollo sostenible podría acelerar la transición hacia la plena internalización de los costos ambientales y sociales en la economía y a un cambio en los patrones de producción y consumo hacia la sostenibilidad»,

Casi en vísperas del inicio de los trabajos la presidenta de Brasil, Dilma Roussef, había reclamado que la Conferencia debía “asumir compromisos con el desarrollo sostenible”. En la visión de la mandataria “(E)sas responsabilidades son comunes a todos, pero tienen que ser diferenciadas de acuerdo con la situación económica, social y cultural de cada país».

Se trataría, siempre de acuerdo con su expectativa, de encontrar “un camino para que las naciones puedan mantener el crecimiento económico con inclusión social y, al mismo tiempo, proteger y preservar el medio ambiente”.

De otra parte, poderosos intereses económicos internacionales, con la cobertura “técnica” del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) expresaron su aspiración a que la Conferencia respaldara decididamente el polémico enfoque de “economía verde” como solución casi mágica para la solución de los problemas ambientales del desarrollo económico.

A fin de cuentas la declaración emanada de la Conferencia, aunque aceptada por todos, no satisfizo prácticamente a nadie.  Al decir de la veterana periodista independiente británica residente en Ecuador, Sally Burch, el documento en cuestión es “una mezcla contradictoria de afirmaciones, recomendaciones, reconocimientos y algunos compromisos, donde se yuxtaponen enfoques de desarrollo, propuestas empresariales y visiones de nuevos paradigmas.”

Visto desde otro ángulo, un participante directo en las sesiones de la cumbre me comentaba que más que el futuro deseable, el documento en cuestión más bien reflejaba los problemas del pasado y las contradicciones del presente.

Un punto en el que coinciden diversos observadores es que en el evento, y aún en el documento final, se puso de manifiesto una fuerte presión por parte de sectores empresariales por legitimar un papel preeminente a la iniciativa privada en la administración efectiva de los recursos ambientales e incluso en las eventuales acciones de “cooperación internacional “.

En un artículo en el diario La Jornada, el economista mexicano Alejandro Nadal ha denunciado lo que califica como “sumisión al capital financiero”, que puede encontrarse en mecanismos propugnados por el PNUMA como los llamados “bonos verdes”, “bonos de carbono”, “activos de propiedad verde” y otros.  Nadal se pregunta con razón si el desarrollo de estos mercados novedosos proviene de la búsqueda de espacios de rentabilidad en un mundo en el que la economía real permanece estancada.

En relación con este último aspecto, el investigador azteca recuerda el hecho, ignorado de manera consciente o no por quienes propugnan las citadas fórmulas, de que una proporción significativa de la montaña de recursos en manos del sector financiero es riqueza puramente contable, la cual proviene de un típico proceso de inflación de activos, o para decirlo más claro, de una burbuja especulativa. La crisis financiera en curso es justamente la forma en la que se destruye ese patrimonio que sólo existe en la contabilidad.”

Probablemente el punto de mayor contradicción interna es la reiterada alusión al “crecimiento económico sostenido, incluyente y equitativo”. Este concepto resulta atrayente desde el punto de vista de las aspiraciones legítimas de los países en desarrollo, que están necesitados de recurso para atender las ingentes necesidades de grandes masas desposeídas, pero resulta engañoso desde el punto de vista de la sostenibilidad ambiental.

En definitiva, con formulaciones como esa se pretende evadir el dilema principal que subyace en los actuales problemas ambientales del Mundo: el modelo de crecimiento económico vigente NO puede ser sostenido por ser ambientalmente incompatible. Los patrones de producción y consumo que sustentan las economías más poderosas (y a los cuales apuntan también varias importantes economías emergentes) NO son sostenibles desde el punto de vista ambiental.

A simple vista pudiera pensarse, y no pocos así lo sostienen, que se trata de una cuestión soluble por la vía de los avances científicos y tecnológicos, los cuales deberían hacer posible detener el calentamiento global, el deterioro del entorno y poner fin al agotamiento irracional de los recursos naturales. Este “superoptimismo tecnológico” no es nuevo en la historia reciente de la Humanidad y se podría resumir en la aspiración de “hacer todo igual pero sin afectar el ambiente”.

Sin embargo son cada vez más los estudiosos que puntualizan que no son meros cambios operacionales los que se requieren para revertir el actual camino hacia el abismo ecológico. Por el contrario, el problema de fondo es que hay que detener el actual modelo expansivo de crecimiento económico y el tipo de relaciones económico-mercantiles que de él se derivan.

En su lugar, se requiere dar paso a formas más racionales de consumo, que tengan como sustento formas de producción más “limpias”, lo que supone consumos energéticos basados en fuentes energéticas renovables y procesos optimizados de producción material, con énfasis en la reducción al mínimo de los desechos agresivos para el ambiente y una amplia utilización de materiales reciclados.

El asunto resulta peliagudo si se tiene en cuenta que, como había señalado con singular acierto Ignacio Ramonet en los días previos a la Cumbre  “… en Europa, los ciudadanos reclaman, con razón, más crecimiento para salir de la crisis; pero en Río, los ecologistas advertirán que el crecimiento —si no es sostenible— significa siempre mayor deterioro del medio ambiente y mayor peligro de agotamiento de los limitados recursos del planeta”

Dentro de su notoria diversidad (en ocasiones fuente de contradicciones), la discusión llevada adelante por las organizaciones sociales en la llamada Cumbre de los Pueblos puso sobre el tapete algunas ideas que pueden servir de pautas en el camino hacia la superación del actual estado de cosas.

Una de esas pautas enrumbadas hacia el futuro necesario es  la de una transición gradual entre el modelo antropocéntrico de civilización hasta ahora dominante y el paso consciente hacia una civilización que ponga el énfasis en la conservación de la vida e incluya no solo el reconocimiento de los llamados derechos de la Naturaleza sino toda una redefinición del concepto del “vivir bien”  que le permita separarse definitivamente del crecimiento económico incontrolado.

Por su parte el teólogo Leonardo Boff, citado por Prensa Latina, advirtió claramente en uno de los foros paralelos de la Cumbre que los Jefes de Estado son rehenes de un tipo de economía y de desarrollo que hace tiempo no está dando buen resultado, de un tipo de crecimiento económico que se pretende que sea sostenible, pero en realidad degrada la naturaleza y crea grandes desigualdades sociales.

El propio pensador denunció que el número de personas que pasan hambre en el mundo pasó de 860 millones en 2007 a mil 400 millones en la actualidad y advirtió que para evitar la catástrofe anunciada, es preciso revisar no solo el modelo económico, sino también promover y rescatar un modo de convivencia más solidaria y cooperativa.

Lo cierto es que las limitaciones esenciales para seguir un rumbo sostenible están en la propia médula del sistema capitalista y para remontarlas se hace necesario superar el sistema mismo. Sin lugar a dudas, la ciencia y la tecnología pueden contribuir eventualmente y de manera relevante al logro de estas y otras metas necesarias. Pero la ciencia y la tecnología no pueden lograr por sí solas la modificación sustancial de los rasgos del actual modelo capitalista especulativo y depredador, que tiene al lucro como objetivo supremo y motor de su desempeño.

Es de desear que tal y como expuso a nombre de Cuba su presidente, Raúl Castro, se logre producir un cambio trascendental a nivel mundial, para cuyo logro tendrán que imponerse la sensatez y la inteligencia humana sobre la irracionalidad y la barbarie.  Sólo así podremos llegar a tener el futuro que necesitamos.

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Por: Roberto Méndez Martínez
Fuente: CUBARTE

En septiembre de 1937, en el primer número de la revista Espuela de plata, el crítico Guy Pérez Cisneros escribía en el artículo “Sexo, símbolo y paisaje; a propósito de Mariano”:

Figuras, cosas y plantas viven mecidas por un gigantesco oleaje de semen. Desde luego, en pintores de la generación precedente el sexo había tomado la palabra. Pero se sentía impuro y no tenía la voluntad de concebir. Lo galante lo destruía y lo empequeñecía todo. (…) En Mariano, por lo contrario el sexo es tan inocente como el lobo que come el cordero. Se hunde en un vasto y simbólico misterio cósmico en que el hombre de pronto puede jugar con los planetas, pero también, en que la más humilde hierba tiene tanta grandeza como la conciencia humana. (…) Por ser misterioso, hierático, por contentarse con purificar lo obsceno por el símbolo, es como adquiere extraordinario relieve el impulso sexual de la pintura de Mariano.

Por entonces, la trayectoria vital del singular artista no era todavía muy dilatada. Nacido en La Habana, el 24 de agosto de 1912, había realizado estudios más o menos irregulares en la Academia San Alejandro; pero su auténtico aprendizaje había tenido lugar en México, donde conoció de primera mano el movimiento muralista y se llenó de fervor por la educación artística popular. Eso explica que formara parte a su regreso del Estudio Libre de Pintura y Escultura que tuvo vida efímera en unos galpones junto al Capitolio Nacional y que fuera uno de los creadores que pintaran murales en la Escuela Normal de Santa Clara, el suyo resultaba provocador desde el mismo título: Educación Sexual.

Pero Mariano no resultó un simple epígono del muralismo. Su interés por el arte del Renacimiento se armonizaba con su admiración por Picasso, particularmente el de la etapa neoclásica. Su habilidad para el dibujo de las figuras y para la solidez en las composiciones, confirió una temprana elocuencia a su arte. Piénsese en Unidad, obra con la que obtiene el tercer premio en la II Exposición Nacional de Pintura y Escultura, celebrada en 1938. La pieza fue exhibida en 1940 en la muestra 300 años de arte en Cuba, celebrada en la Universidad habanera bajo los auspicios del Instituto Nacional de Artes Plástica, con la curaduría de Domingo Ravenet y Guy Pérez Cisneros y para entonces formaba parte ya de la colección perteneciente a la Secretaría de Educación.

El artista se había acercado al escritor José Lezama Lima y a sus proyectos editoriales. De hecho se les veía con frecuencia juntos en el café La Lluvia de Oro o caminando por la calle Obispo. De esos encuentros nacieron revistas como Espuela de plata (1939-1941), Nadie parecía (1942-1944) y Orígenes (1944-1956). En todas ellas estuvo el sello de Mariano, como consejero o editor, creador de diseños de portada o de ilustraciones y viñetas interiores.

Mariano retrató varias veces a Lezama y, a la vez, diseñó varias de las cubiertas de los libros del poeta: Enemigo rumor (1941), Aventuras sigilosas (1945) y La fijeza (1949) e hizo perdurar en el lienzo el espíritu de las búsquedas del Grupo en su óleo Lectura de Orígenes.

Los nexos con este grupo artístico tuvieron otras implicaciones. Aunque Mariano fue desde su juventud proclive al pensamiento materialista, colaboró con el Presbítero Ángel Gaztelu en la renovación de la Parroquia de Bauta, para la cual creó dos grandes pinturas sobre madera: Descendimiento de la cruz y La resurrección de Cristo; y el diseño de dos vitrales, dedicado uno a Nuestra Señora de Fátima y el otro a San José. Esta labor no estuvo libre de tropiezos, como relata el clérigo, años después, en su artículo “La pintura religiosa en Cuba”:

Mariano además hizo posteriormente dos vitrales, uno de San José y otro de la Virgen de Fátima y colocados en el Presbiterio de esta Iglesia. En el de San José, enmarcados en cálidos y brillantes tonos de este gran colorista que es Mariano, y en las formas y ornamentos que recuerdan las lucetas de las señoriales casas del Cerro, se nota cierta desarmonía entre el fondo del vitral y la imagen del Santo. Ello se debe a que el pintor, obligado por la familia que lo costeaba, tuvo que sustituir la imagen del diseño original por la copia de una estampa.

El vitral de Ntra. Señora de Fátima, fue realizado dentro de la interpretación libre, necesaria a toda obra de creación artística. En él, la Virgen de Fátima (concepción libre del pintor), juega con la armonía formal del dibujo y color, gloriosamente entre azules y blancos purísimos. La Reina del Cielo parece, al través de este vitral, resplandecer gozosamente en la serena armonía de sus aéreos colores y graciosas formas lineales.

También colaboró el creador en otra obra religiosa: la decoración de la capilla de la Cárcel del Castillo del Príncipe, iniciativa de otro sacerdote, el Presbítero Hilario Chaurrondo, de la Congregación de los Padres Paúles, gran amante de las artes, mecenas de Fidelio Ponce y amigo de artistas como Jorge Arche y René Portocarrero, quien llegó a forjarse una importante colección en el Convento de La Merced. Allí Mariano realizó una Crucifixión cuyo paradero no conocemos.

Como ha escrito el investigador y curador Roberto Cobas:

A través de sus lienzos y dibujos del primer lustro de los cuarenta Mariano obtiene su propia interpretación de lo cubano mediante la personalidad singular que adquiere el color en su pintura, lo cual otorgará un carácter definitivo a sus lienzos en obras rotundas como Guajiroso La Catedral de La Habana, realizadas en 1944, obras representativas en la aprehensión de una visualidad propia, nutrida de una esencia cultural cubana, caribeña, latinoamericana. Con un prodigioso despliegue de sus dotes como colorista, atrapa y recrea en sus paisajes, parques, catedrales, guajiros, gallos y mujeres, una atmósfera de época que identifica con un sello particular su primer ciclo de madurez.

Mariano tuvo la habilidad, dentro de los presupuesto que compartía con otros artistas como Amelia Peláez y René Portocarrero, de forjar un estilo original, que rehuía lo puramente decorativo o complaciente, para concentrarse en una pintura que parece nutrida por los arquetipos de lo cubano, uno de ellos, el gallo, ha quedado definitivamente asociado a su quehacer, pero habría que pensar también en la sensualidad de sus desnudos femeninos, en las frutas de vibración pulposa y en la singular manera de lograr que su color siempre aparezca alimentado por un sol tropical y reverberante.

En 1943 en un texto titulado “Mariano”, que a la postre dejó inédito, Lezama comentaba la especial relación del artista con el color:

En realidad su arte empieza a saltar de aquellas limitaciones del espíritu prevenido o no prevenido, para estar dichosamente ceñido por lo que se sabe y no sabe, para crear siempre dentro de una atmósfera que era la que necesitaba la aventura que iba a ofrecer su lienzo. La luz, si antes se utilizaba como una proyección que subrayaba un fragmento, ahora se ha constituido en un volumen que ciñe, en la recepción total de la obra. […] La luz no se lanza sobre la distancia o profundidad de una figura, sino que es la misma casa que todos tienen que habitar y que está toda ella sumergida en esa luz grave.

Su obra tiende a la expansión. Realizó murales en espacios públicos, baste con recordar el pintado al fresco en el edificio del Retiro Estomatológico con el título El dolor humano y el cerámico que en 1956 emplazó en el Retiro Médico.

Paralelamente, se iba a Santiago de las Vegas, para decorar cerámicas en el taller que allá animaba el Dr. Rodríguez de la Cruz. Eso no le impedía exponer con éxito en Nueva York, París, Caracas, Sao Paulo.

El editor y mecenas José Rodríguez Feo ha escrito sobre este período del artistaPero Mariano siempre ha sorprendido a sus admiradores por la afanosa experimentación dentro de la evolución lógica de su arte. Ya en los cuadros a finales de la década de 1940 aparecen y comienzan a predominar los tonos más oscuros. El Retrato de una Dama (1947) es un ejemplo magnífico de cómo el pintor emplea el negro para enmarcar el rostro del personaje. Mariano había pintado varios retratos de personajes reales: uno de su hija, de su hermana, su propio autorretrato. Pero estos retratos limitaban su deseo de ensayar nuevas modalidades y por ellos comienza una serie de retratos que denominó «imaginarios», que le permitían no ajustarse estrictamente a una realidad concreta. Así podía dar vuelo a su fantasía y seguir experimentando con nuevas formas y colores. El Retrato de una Dama es una curiosa anticipación del predominio del color negro en su obra. Más tarde, en 1957, Mariano visita España y ve por vez primera los cuadros de Goya. Él mismo ha confesado la enorme impresión que se llevó ante los cuadros «negros» de Goya.:

Pero Mariano siempre ha sorprendido a sus admiradores por la afanosa experimentación dentro de la evolución lógica de su arte. Ya en los cuadros a finales de la década de 1940 aparecen y comienzan a predominar los tonos más oscuros. El Retrato de una Dama(1947) es un ejemplo magnífico de cómo el pintor emplea el negro para enmarcar el rostro del personaje. Mariano había pintado varios retratos de personajes reales: uno de su hija, de su hermana, su propio autorretrato. Pero estos retratos limitaban su deseo de ensayar nuevas modalidades y por ellos comienza una serie de retratos que denominó «imaginarios», que le permitían no ajustarse estrictamente a una realidad concreta. Así podía dar vuelo a su fantasía y seguir experimentando con nuevas formas y colores. El Retrato de una Damaes una curiosa anticipación del predominio del color negro en su obra. Más tarde, en 1957, Mariano visita España y ve por vez primera los cuadros de Goya. Él mismo ha confesado la enorme impresión que se llevó ante los cuadros «negros» de Goya. Pero Mariano siempre ha sorprendido a sus admiradores por la afanosa experimentación dentro de la evolución lógica de su arte. Ya en los cuadros a finales de la década de 1940 aparecen y comienzan a predominar los tonos más oscuros. El Retrato de una Dama (1947) es un ejemplo magnífico de cómo el pintor emplea el negro para enmarcar el rostro del personaje. Mariano había pintado varios retratos de personajes reales: uno de su hija, de su hermana, su propio autorretrato. Pero estos retratos limitaban su deseo de ensayar nuevas modalidades y por ellos comienza una serie de retratos que denominó «imaginarios», que le permitían no ajustarse estrictamente a una realidad concreta. Así podía dar vuelo a su fantasía y seguir experimentando con nuevas formas y colores. El Retrato de una Dama es una curiosa anticipación del predominio del color negro en su obra. Más tarde, en 1957, Mariano visita España y ve por vez primera los cuadros de Goya. Él mismo ha confesado la enorme impresión que se llevó ante los cuadros «negros» de Goya.Pero Mariano siempre ha sorprendido a sus admiradores por la afanosa experimentación dentro de la evolución lógica de su arte. Ya en los cuadros a finales de la década de 1940 aparecen y comienzan a predominar los tonos más oscuros. El Retrato de una Dama (1947) es un ejemplo magnífico de cómo el pintor emplea el negro para enmarcar el rostro del personaje. Mariano había pintado varios retratos de personajes reales: uno de su hija, de su hermana, su propio autorretrato. Pero estos retratos limitaban su deseo de ensayar nuevas modalidades y por ellos comienza una serie de retratos que denominó «imaginarios», que le permitían no ajustarse estrictamente a una realidad concreta. Así podía dar vuelo a su fantasía y seguir experimentando con nuevas formas y colores. El Retrato de una Dama es una curiosa anticipación del predominio del color negro en su obra. Más tarde, en 1957, Mariano visita España y ve por vez primera los cuadros de Goya. Él mismo ha confesado la enorme impresión que se llevó ante los cuadros «negros» de Goya.

Al triunfo de la Revolución, se incorporó de inmediato al movimiento popular. Fue por breve tiempo Consejero Cultural en la Embajada de Cuba en la India. A su regreso trajo una serie de piezas notables que expuso en la Galería Habana en 1962. Lezama escribió en el catálogo:

Dichoso Mariano que ha podido ver los cuatro grandes ríos: el Ganges, el Sena, el Amazonas y el Almendares. El Ganges, donde los efímeros se purifican y los muertos fluyen. La horizontal del Sena, al lado de la verticalidad del gótico implorante. La fluencia pura, indetenible, desconocida, del Amazonas. Y la tierna humildad del Almendares lento, donde la mano se extiende por las colinas y peina e impulsa con la lunada. Si se reúnen en la imagen los cuatro grandes ríos, se logra la extemporalidad, la isla de la dormición germinativa que busca la casa del árbol.

Presidió la sección de Artes Plásticas de la UNEAC hasta 1963 y se hizo cargo también del departamento de esa manifestación en la Casa de las Américas, en la que fue primero vicepresidente y luego presidente a la muerte de su fundadora Haydée Santamaría. Tales responsabilidades no impidieron que continuara su labor creativa, baste con recordar su importante serie de madurez Frutas y realidad (1967). De él dijo su amigo, el poeta Mario Benedetti:

Cuando la crítica trató de encasillarlo, cuando intentó subordinarlo a algún rasgo peculiar, definitorio, paradójicamente sólo pudo echar mano a los adjetivos de la insubordinación, y así se dice que su pintura es exuberante, alegre, dinámica, esencial. Por algo el gallo le acompañó de alba en alba (nunca despide al sol; siempre lo anuncia). Cada jornada o etapa de su obra incluye una alegría temprana, como un gallo, una alegría que a veces puede venir maniatada y convicta, pero Mariano supo siempre cómo desatarla, intuyó que en el nuevo amanecer volverían a cantar los gallísimos sueños.

Falleció en La Habana el 26 de mayo de 1990. En 1998, la Casa de las Américas sirvió como sede la retrospectiva Mariano, una energía voluptuosa, en homenaje a los 85 años de su natalicio.

Su obra, atesorada en las colecciones de nuestro Museo Nacional de Bellas Artes, la Casa de las Américas y otras instituciones resulta emblemática dentro del arte cubano del siglo XX. Toda su trayectoria parece justificar y amplificar las predicciones que sobre él hiciera el escritor Ramón Guirao en el artículo que le dedicara en 1938 en la revista Grafos:

Mariano se encamina señeramente hacia una forma de expresión que responde a nuestro verdadero estado espiritual, no por la línea simplista del pintoresquismo, sino en el logro de una voluntad de forma medularmente americana, llevando hasta el más oculto rincón del lienzo la atmósfera poética, fijándola con la aparente simplicidad que los principios de una plástica en formación exige. Lo americano más propio, más puro, ha de surgir de esos dos opuestos puntos polémicos, de lo pintoresco hondo, sentido, y de lo universal americano.

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