Jorge Gómez Barata (especial para ARGENPRESS.info)
En los debates presidenciales dio la impresión de que Mitt Romney aburría al presidente Barack Obama quien además de luchar por la reelección debe gobernar el país. Entre lo insustancial descolló el momento cuando el aspirante republicano culpó a su adversario por el presunto debilitamiento del poderío militar de los Estados Unidos: “La Armada tiene ahora menos buques que en 1917”, afirmó Romney a quien Obama no perdonó: “También tenemos menos caballos y bayonetas”, respondió y añadió lo obvio: “…La naturaleza de nuestro ejército ha cambiado”.
Lo que no ha cambiado es el empleo del poderío militar, especialmente aeronaval para los fines de la política imperiales y de hegemonía mundial cosa que Obama ha cultivado del mismo modo que sus 43 predecesores. Ningún presidente norteamericano ha descuidado el crecimiento del poderío militar y ninguno ha sufrido las consecuencias de haber perdido una guerra. Paradójicamente el precio más alto lo pagó un ganador, Woodrow Wilson, castigado por el Congreso no por vencer en la Primera Guerra Mundial sino por hacerlo a un precio demasiado alto.
Ninguno de los líderes históricos de la revolución, excepto George Washington se destacó como militar y pasaron casi 30 años para que llegara al poder Andrew Jackson (1829-1837) , el séptimo presidente, prototipo del héroe americano por su desempeño en las guerras contra los británicos y los indios. Se trata del único mandatario que ha sido prisionero de guerra al que también se le recuerda como el más cruel por haber expulsado a los indios de sus tierras y organizado “La Caravana de las Lagrimas,” operación mediante la cual varios pueblos originarios fueron obligados a caminar miles de kilómetros durante cuatro años (1831-1835) desde el este de los Estados Unidos hasta Oklahoma.
La Guerra contra México (1846-18489), permitió el encumbramiento del general Zachary Taylor, que se convertiría en el décimo segundo mandatario, la Guerra Civil aportaría a otro general Ulises Grant el decimo octavo, la Guerra Hispano Americana librada en Cuba destacó a Theodore Roosevelt, el vigésimo sexto y la Segunda Guerra Mundial al trigésimo cuarto, Dwight Eisenhower, el más famoso de los militares estadounidenses.
La acusación de Romney carece de sentido porque desarrollar y emplear el poderío militar es algo que todos los presidentes hacen, no porque sean más o menos guerreristas, sino porque el sistema es de perfil imperialista lo que supone la aspiración a la hegemonía mundial para lo cual el poderío aeronaval, coheteril y nuclear son esenciales e imprescindibles.
Tal vez llegue el día en que sobren no sólo caballos y bayonetas, sino también los tanques, la infantería y los cañones y baste con portaaviones, drones, submarinos y misiles apoyados por acciones letales en el ciber espacio, terreno en el cual Estados Unidos bajo la presidencia de Obama se ha colocado a la cabeza. La vocación imperial no la hacen los presidentes; es al revés. Allá nos vemos.
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