RONALD SUÁREZ RIVAS
PINAR DEL RÍO.— Lo que en uno de los momentos más duros de la Revolución surgió como iniciativa para atenuar los efectos de la contracción económica, rebasa ya los 18 años.
En 18 años los trabajadores de La Coloma han aportado de su salario más de 100 mil CUC para el beneficio de la comunidad.
En todo este tiempo, mes tras mes, los trabajadores de la Empresa Pesquera Industrial La Coloma, han mantenido la práctica de donar parte de su salario para ayudar a impulsar diversas obras sociales en la comunidad.
Alberto Gandoy, uno de los líderes sindicales de la entidad, cuenta que fue en 1994, a raíz de la implementación de un sistema de estimulación en divisas a las personas que se desempeñan en el sector, con el propósito de incrementar la producción de un importante rubro exportable, que nació la propuesta.
«Todo el mundo estuvo de acuerdo en aportar un porcentaje de sus ingresos, y a partir de entonces comenzamos a hacerlo.
«En pleno periodo especial, ello nos permitió comprar las piezas necesarias, incluyendo el motor y las gomas, para activar la ambulancia de La Coloma (un poblado de alrededor de siete mil habitantes, ubicado a más de 20 kilómetros de la ciudad de Pinar del Río), y además reparar una guagua para el traslado de pasajeros, en un momento en que la situación del transporte en el país era crítica». Unido a ello se beneficiarían las escuelas, el círculo infantil, el policlínico… «.
En total, la suma recaudada a lo largo de casi dos décadas, sobrepasa los 100 mil CUC, asegura Gandoy, y a renglón seguido explica que con ellos se ha ayudado a mejorar las condiciones de nuestros centros de salud, educación, cultura.
«La lista sería interminable, e incluye desde los instrumentos y el sistema de audio del grupo musical aficionado del pueblo, o el vestuario para el grupo de danza, hasta una grabadora para las actividades culturales de la escuela primaria, un juego de comedor para la escuela especial, los guantes del equipo de pelota y las puertas nuevas del cine.
«Durante el 2012, por ejemplo, adquirimos 28 ventiladores para el círculo infantil y el policlínico, y una batidora para la escuela especial, para poder prepararles jugos a los niños.
«Además, en un gesto que trasciende el marco de la comunidad, fueron donados tres equipos de aire acondicionado y cuatro ventiladores para el servicio de oncología del hospital III Congreso».
No es la primera vez que el aporte llega más allá del poblado. «En otras oportunidades hemos llevado regalos para los niños con cáncer en el pediátrico y adquirido medios para el programa materno infantil», comenta Gandoy.
Según Pastor Salé, pescador con más de 30 años en el oficio, esta es una actividad bien ordenada. «Entre los trabajadores de las distintas flotas (escama, túnidos y langosta) y la industria, conformamos una junta directiva, para llevar el control de las finanzas y destinarlas a las principales necesidades de la comunidad.
«Todos los meses nos reunimos para hacerlo, y luego le rendimos cuenta al colectivo sobre el empleo de los fondos recaudados, en el matutino o las asambleas sindicales», señala Pastor, y añade que no se trata de suplantar las responsabilidades de los organismos y el Estado, sino de contribuir con el desarrollo de la localidad.
«En ese sentido somos estrictos, y no aceptamos cuando una institución nos solicita algo que les compete buscar a ellos, como por ejemplo, utensilios de limpieza o condimentos para el comedor», advierte Gandoy.
«Para nosotros constituye un orgullo poder realizar este aporte, que sabemos que se emplea en obras nobles», afirma Cresencio Reyes, conocido por el sobrenombre de Linares, patrón del Cayo Largo 66, una de las embarcaciones más destacadas de la flota, que opera entre la Isla de La Juventud y el Golfo de México.
Es también una manera de vincular nuestra actividad productiva al desarrollo de la comunidad donde vivimos, comentan los trabajadores de La Coloma.
Pastor agrega que «es algo que nos satisface, porque implica un beneficio social. Usted nunca escuchará a un pescador decir lo contrario».
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