Publicado por elcolimador
Hotel Nacional de Cuba
Lic. Ruslán Olivares Cúcalo. Miembro de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (UNHIC)
Viajar por placer, o hacer turismo, de la manera en que se concibe actualmente, es un fenómeno característico del siglo XX y está relacionado directamente con el uso cada vez más extendido del automóvil y el avión, aunque ya desde la segunda mitad del siglo XIX algunas personas comenzaron a mostrar interés por visitar lugares lejanos con fines de ocio o investigación. Lo que resulta claro es que los viajes dedicados al ocio han aumentado proporcionalmente según han mejorado los medios de transporte y comunicación: Entre los factores que posibilitaron que las personas comenzaran a viajar en la segunda mitad del siglo XIX están el uso cada vez más extendido del ferrocarril, que hacia accesibles lugares antes considerados lejanos, y el auge de las líneas de vapores que se dedicaban al tráfico comercial, al cabotaje y al transporte de pasajeros.
El término de hotel comienza a ser utilizado en Francia durante el siglo XVII para designar a los grandes edificios que podían ser alquilados, y pasa a usarse en Inglaterra casi un siglo después y de ahí a sus dominios de Norteamérica. El hotel proviene de la taberna y la posada, a raíz de un cambio de nombre, taberna o posada por el de hotel. El término hotel sonaba más pomposo ya que con él se denominaba en Francia a la residencia urbana de personalidades o de gente de posición, o implicaba que un edificio era público como el Hotel de Ville (Ayuntamiento) o, el Hotel de la Monnaie (Casa de la Moneda).
En Cuba viajar por placer tampoco fue una costumbre extendida hasta bien entrado el siglo XIX. Las vías de comunicación en la Isla eran bastante precarias, y en algunas épocas del año los caminos se volvían intransitables, lo que ya dificultaba bastante trasladarse por necesidad. El pobre movimiento comercial de los tres primeros siglos coloniales fuera de La Habana, consecuencia del monopolio español y la política de puerto único limitaban también el surgimiento de un activo intercambio que propiciara el nacimiento de numerosos servicios, para atender las necesidades de los viajeros, aunque una buena parte de los poblados de la Isla surgieron alrededor de las posadas que se encontraban a la orilla o en los cruces de caminos.
Ya desde la tercera década del siglo XIX la población económicamente pudiente de La Habana acostumbraba a veranear en las afueras de la ciudad. Los sitios preferidos eran Marianao y El Cerro, donde existían el manantial de El Pocito y los baños del Cerro. También recibían muchos visitantes los baños de mar en la zona de El Vedado. Esto respondía a las costumbres de la época, donde los gustos estaban enfilados hacia los balnearios por las propiedades curativas que supuesta o realmente, poseían las aguas. En las dos últimas décadas del siglo también Cojímar alcanzó prestigio como balneario, sobre todo para los residentes en la zona de Guanabacoa.
Las zonas de descanso y recreación de los habaneros dependían de la existencia de vías de comunicación y medios de transporte que les permitieran el acceso a ellas. Por esa razón al extenderse el uso del ferrocarril a partir de 1840 estos destinos se fueron ampliando notablemente, pero generalmente no iban más allá de la región económica habanera .
En las décadas de 1880 y 1890 los habaneros, y los turistas extranjeros que comenzaron a visitar Cuba podían participar en excursiones y viajes que los llevaban más allá del perímetro urbano. Dentro de estos destacaban las que se realizaban a la ciudad de Matanzas por ferrocarril. Los principales atractivos que vendían los promotores de esta excursión eran la visita a la Cuevas de Bellamar y los paseos por el valle del Yumurí. Matanzas contaba con varios hoteles para prestar servicio a los viajeros, como El León de Oro, El ciervo de Oro, y El ferrocarril.
Cuevas de Bellamar
También se viajaba por tren hasta Guanajay, en otra excursión cuyo objetivo era visitar las zonas de cultivo, los ingenios y la campiña cubana al oeste de la ciudad. Tanto en éste como en el paseo por el valle del Yumurí se podían alquilar caballos y volantas, además de participar en almuerzos campestres.Otras excursiones que se hacían con regularidad eran aquellas que tenían como destino la Isla de Pinos y combinaban el transporte por ferrocarril hasta Surgidero de Batabanó, con el traslado por un vapor hasta Santa Fe (donde se encontraban los manantiales que eran objeto de visita).
Pero la más importante de todas eran las que se realizaban a San Diego de los Baños. Estas tenían carácter estacional y llegaron a ser moda a finales del siglo XIX y principios del XX. San diego de los Baños, tenía una gran reputación por sus aguas medicinales, y hacia allí se encaminaba la burguesía habanera, no sólo con el propósito de sanarse, sino también de pasar las temporadas de verano .
San Diego de los Baños es el primer pueblo de Cuba que debe todo su desarrollo al turismo. Llegó a recibir hasta dos mil visitantes como promedio en sus mejores años , y contaba con varios hoteles, algunos de los cuales arrendaban quintas independientes a las familias muy acaudaladas.
Balneario de San Diego de los Baños (1895)
Otros pueblos cubanos que se beneficiaron de la tendencia turística que favoreció a los balnearios de aguas minero – medicinales durante las dos últimas décadas del siglo XIX y las dos primeras del XX fueron San Miguel de los Baños, Madruga y Santa María del Rosario, donde también se fomentaron hoteles y otras instalaciones turísticas. La posición privilegiada del puerto de La Habana, donde arribaban la casi totalidad de los visitantes, el desarrollo de la capital donde residía la burguesía más poderosa del país, y la existencia de las mejores vías de comunicación en la región económica habanera, propiciaron que el turismo constituyera un fenómeno regional. Su incidencia en el resto del país fue casi nula, a pesar de contar con los elementos naturales para fomentarlo .Los baños de mar , ubicados en la zona de El Vedado fueron también populares a partir de 1880, y constituyeron una opción más asequible para las familias de menos recursos, sobretodo en su modalidad de baños públicos. Los baños de mar El Progreso construidos en la década de 1880, existieron hasta bien entrado el siglo XX en el comienzo de la calle E (la que se conocía entonces como Baños). A fines de siglo se construyeron además, los baños de mar Las Playas frente a la calle D y los de Carneado, frente a la calle Prado. Todos estos baños de mar, desaparecieron con la urbanización de la ciudad y la construcción del Malecón.
La Habana de las dos últimas décadas del siglo XIX contaba con algunos buenos hoteles, según los estándares de su tiempo. Los más importantes eran el Inglaterra, el Pasaje, el Telégrafo y el Trotcha. Los tres primeros estaban ubicados en la zona más céntrica de la ciudad, en el Paseo del Prado, mientras el hotel Trotcha se encontraba en la zona de El Vedado. Estos hoteles eran los más modernos de la ciudad e incluían servicios que para el país eran considerados verdaderos lujos como habitaciones con baño individual. Su personal hablaba inglés y francés como regularidad y sus restaurantes y salones de fiesta eran los más frecuentados por las personas de mayor nivel económico. Los tres primeros podrían ser clasificados como hoteles de ciudad, mientras el Trotcha ofrecía un ambiente más apacible y campestre. Tanto los hoteles más reputados, como los más modestos incluían en el precio del alojamiento el servicio de comidas (que podían o no incluir vinos). Las casas de huéspedes constituían una opción mucho más económica, particularmente para aquellas personas cuya estancia era mucho más prolongada, o contaban con menores recursos económicos.
Hotel_Inglaterra (Estado actual
El cese de la soberanía española sobre Cuba y la nueva relación creada entre ésta y los Estados Unidos provocó un interés creciente de los norteamericanos hacia la Isla. La amplia propaganda hecha por la prensa norteamericana durante la guerra con España motivó el deseo de los estadounidenses por visitar Cuba. Muchos norteamericanos llegaron también interesados en las perspectivas de negocios que se abrían en Cuba para la inversión de capitales. En Cuba se inauguraron nuevos hoteles para recibir este incipiente turismo norteamericano, integrado en buena medida por hombres de negocios: La Compañía de Ferrocarriles Consolidados – de capital norteamericano – abrió sendos hoteles en Camagüey y Santiago de Cuba, en los años de 1905 y 1913 respectivamente, el primero con el nombre de Camagüey y el segundo bajo el nombre de Casagranda . Con capital cubano – español se inauguraron el Sevilla en 1908 y el Plaza en el 1909, ambos en la capital, que junto al Inglaterra y el Trotcha constituyeron entonces los mejores del país. Sus instalaciones estaban a la altura de los hoteles de Estados Unidos, que constituían la referencia para los empresarios cubanos del sector: brindaban servicio de agua caliente, baños privados, teléfono y telégrafo, además de poseer los restaurantes y cafés más elegantes de la ciudadLa Primera Guerra Mundial (1914 – 1918) que interrumpió el flujo de turistas norteamericanos hacia Europa favoreció a Canadá y Cuba, los países del continente americano que además de ser cercanos a los Estados Unidos poseían alguna infraestructura turística y hotelera que se aproximaba a los estándares norteamericanos.
La bonanza económica provocada por los altos precios del azúcar durante la guerra y la postguerra – hasta 1921 – provocó un auge constructivo en La Habana. La gran burguesía cubana comenzó a levantar grandes palacetes en la zona de El Vedado y a rodearse de todo el confort y el lujo de la época. Los promotores hoteleros norteamericanos llegaron también, interesados en las posibilidades que les abría el mercado cubano. La afluencia de turistas, el juego, y la importancia que iba tomando la actividad para la economía motivaron el primer intento de regulación estatal de la historia de Cuba cuando en Agosto de 1919, el Presidente Mario García Menocal firma una ley regulando los juegos de azar con fines turísticos y creando la primera institución de carácter oficial que atendería la actividad turística en Cuba: La Comisión Nacional para el Fomento del Turismo, aunque sería más conocida como Comisión Nacional de Turismo .
Cuando se produce la crisis bancaria de 1921 y Cuba se precipita en la depresión por los precios ruinosos a los que desciende el azúcar, el turismo sin embargo crece notablemente. En La Habana, entre los años de 1920 y 1930 se van a construir y fomentar numerosos hoteles y se van a ampliar otros existentes, como el Sevilla. Todos de ciudad, con la excepción del Almendares que tampoco estaba muy alejado del perímetro urbano y se encontraba en Marianao, cerca del Río que daba nombre a la instalación, y combinaba su atractivo campestre con la existencia de campos de golf y club privado.
La causa de este auge del turismo y de la construcción de instalaciones hoteleras hay que buscarla en la puesta en vigor en Estados Unidos de la Ley Volstead que prohibió en la nación norteamericana, desde 1920 hasta 1935, importar, fabricar, vender y consumir bebidas alcohólicas e impulsó a gran cantidad de norteamericanos a cruzar sus fronteras con objetivos de diversión. Cuba, Canadá y México fueron los principales destinos de los norteamericanos por su cercanía geográfica, aunque también Bahamas y Bermudas comenzaron a recibir turistas estadounidenses, los que desde entonces hasta ahora han constituido su principal fuente de ingresos, siendo los dos primeros países de la región en orientar su economía hacia el turismo.
Con motivo de la celebración en La Habana de la Conferencia Panamericana en 1928, el Presidente Gerardo Machado creó una comisión con el objetivo de realizar un proyecto de reordenamiento urbano de la ciudad. Al frente de ésta se encontraba el paisajista y urbanista francés, Jean Claude Nicolas Forestier. La comisión sugirió no intervenir sobre la parte antigua de la ciudad, y los trabajos de reorganización urbana – con la excepción de la Avenida del Puerto – se realizaron hacia el oeste, partiendo del límite de las calles que ocupaban el trazado de las antiguas murallas. El resultado fue la partición de La Habana en dos ciudades aún más diferenciadas: una antigua, alrededor del puerto, que cada vez se mostraba más deteriorada y decadente; y otra que partía desde la línea de las antiguas murallas hacia el oeste, donde ya se asentaba el centro de la vida comercial y cultural de la ciudad.
Hotel Ambos Mundos (Estado actual)
Es precisamente sobre esta parte de la ciudad, donde los promotores de los hoteles que se inauguran a partir de 1920 ubican la casi totalidad de éstos. En la parte antigua de la ciudad sólo dos hoteles contaban con las comodidades de las instalaciones modernas, el hotel Ambos Mundos y el hotel Unión.Una conjunción de factores como la gran crisis económica del capitalismo en 1929 y la subsiguiente depresión en los Estados Unidos; la violencia – particularmente en La Habana – como consecuencia de la lucha contra el presidente Gerardo Machado; la inestabilidad política en Cuba luego de la caída del Presidente Gerardo Machado en 1933 y que se va a extender durante casi toda la década de 1930; el fin de la Ley Volstead en los Estados Unidos en el año 1935; el auge de formas de turismo mucho menos rentables para Cuba como el excursionismo a partir de 1930; y la entrada de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial en 1941; van a provocar una gran crisis de la industria del turismo cubana.
Grandes hoteles como el Sevilla, el Inglaterra y el Lincoln serán incapaces de superar la crisis y estarán cerrados varios años; el Palace, el Monserrate y el Roosevelt pasarán a ser hoteles residenciales, como una forma de paliar la crisis; mientras otros como el Cecil, el Astor, el Savoy, La Unión o el Almendares cerrarán sus puertas definitivamente. Aquellos que permanecieron abiertos tuvieron que limitar sus servicios considerablemente.
Los hoteles más pequeños, que no tenían grandes gastos fijos, ni de personal – porque constituían empresas de carácter familiar, como las casas de huéspedes y hoteles de paso – y que tampoco habían dependido excesivamente durante la década de 1920 del turismo norteamericano, al estar orientados hacia otro tipo de clientela, resistieron mejor la crisis que los grandes hoteles de más de cien habitaciones.
En 1934 la Comisión Nacional para el Fomento del Turismo quedó disuelta y se aprobó una nueva ley orgánica que creaba la Corporación Nacional del Turismo. Esta institución, al ser de carácter corporativo, quedaba fuera del control gubernamental, y sería mucho más difícil utilizarla para fines políticos determinados por los intereses gobernantes. Al estar además integrada su dirigencia por personas directamente interesadas en el fomento del turismo en Cuba se garantizaba al menos el correcto funcionamiento de la misma.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial los funcionarios cubanos del turismo esperaban recibir una gran cantidad de turistas norteamericanos, tal como había sucedido en 1914, pero la entrada de los Estados Unidos en la guerra en 1941, la consiguiente puesta en disposición de los transportes marítimos para el esfuerzo bélico y el temor a los submarinos alemanes hicieron disminuir en vez de aumentar la cantidad de visitantes.
Al terminar la guerra el turismo en la isla va a aumentar de forma sostenida hasta 1957 , creando las condiciones para un desarrollo acelerado de la industria. Si en 1945, último año de la guerra, Cuba recibió sólo 34 214 turistas, ya en 1953 estaba recibiendo más de 191 000 y en 1957, casi 273 000 viajeros, los que representaban casi 100 000 turistas más que los que recibió Cuba en el año de 1937 que fue el de mayor número de arribos antes de la Segunda Guerra Mundial.
El gobierno del Presidente Carlos Prío Socarrás se va a mostrar muy interesado en el fomento del turismo. Durante su mandato se va a retomar la idea, ya esbozada durante el período presidencial del General Gerardo Machado de crear una gran ciudad turística en la costa al este de la bahía de La Habana, donde se ubicarían repartos residenciales, grandes hoteles y el centro cívico de la nación. El gran obstáculo geográfico que significaba la bahía sería salvado mediante la construcción de uno o dos túneles que comunicaran la ciudad con la costa virgen al este. La Vía Blanca permitiría además la explotación comercial de las playas del este de la ciudad, ubicadas en el término municipal de Guanabacoa, y un acceso rápido hasta Varadero donde se fomentaría el otro gran centro del turismo de Cuba. Este proyecto incluía también las ampliaciones de los aeropuertos de Rancho Boyeros y Varadero. El gobierno de Fulgencio Batista, surgido del golpe militar del 10 de Marzo de 1952, continuaría la ejecución de este proyecto.
Hotel Jagua (Estado actual)
El 26 de Mayo de 1948 el Presidente Prío firma un decreto que suspende por cinco años el cobro de los derechos arancelarios, consulares y demás recaudables en aduana originados por la importación de materiales, equipos y enseres que no se fabricaban en Cuba y que estaban destinados exclusivamente a la construcción de hoteles. El propio decreto suspendía por el término de cinco años el cobro de los siguientes impuestos a toda persona o entidad que construyese un edificio destinado a hotel en las capitales de provincia y de diez años en cualquier otra parte del territorio nacional (Varadero por ejemplo): utilidades, compra – venta, capital, acciones excesivas de utilidades, dividendos, intereses y derechos reales y de transmisiones de bienes.A pesar de estas facilidades los inversionistas extranjeros fueron pocos receptivos a invertir en turismo y hoteles en Cuba. Esta situación va a cambiar cuando luego de la creación del Banco Nacional de Cuba, y de las instituciones de financiación paraestatales como el BANDES y el BANFAIC, asuman parte del costo (en algunos casos casi todo el costo) y los riesgos de los proyectos; y se otorguen licencias para la operación de casinos y casas de juegos, actividades que hacían rentables el uso de los inmuebles y amortizaban las inversiones en períodos cortos de tiempo.
Durante el último gobierno de Fulgencio Batista se va a producir el último gran auge del turismo y la construcción de hoteles en Cuba. Este turismo casi en su totalidad norteamericano se concentraba fundamentalmente en La Habana y Varadero.
Entre 1950 y 1958 se va a producir un gran movimiento constructivo en la capital del país, especialmente en la zona de El Vedado y en la conocida como Zona de Fomento del Túnel de La Habana, por la revalorización que alcanzaron estas parcelas con la construcción del túnel. Aunque la mayor parte de estas nuevas construcciones estaban destinadas a viviendas – debido a las altas ganancias que siempre se obtuvieron en Cuba con el inquilinato – también se construyeron grandes hoteles que al igual que en las primeras décadas del siglo XX se convirtieron luego de su inauguración en los edificios más altos y modernos de La Habana y de Cuba. Entre los grandes hoteles construidos entre los años de 1950 y 1958 se encontraban el Hotel Vedado, el Comodoro, el Rosita de Hornedo, el Habana Hilton, el Saint Johns, el Capri, el Copacabana, el Riviera y el Deauville.
Todos tenían piscina y excepto el Vedado y el Copacabana todos los demás tenían salas de juego de azar, la mayoría operadas por compañías bajo el control de la mafia norteamericana. Excepto el Deauville y el Riviera el resto de los grandes hoteles habaneros de la década de 1950 fueron levantados con capital cubano.
Estos grandes hoteles habaneros fueron construidos bajo el nuevo paradigma imperante en la hotelería de los años 1950 de que el hotel constituyera una pequeña ciudad en sí mismo, de la que el turista tuviera que salir el menor tiempo posible. Por esa razón se les dotó de piscinas, restaurantes, bares, salones de reunión, salones de juegos, espectáculos y otras comodidades que iban dejando en la obsoletas y anticuadas las viejas instalaciones hoteleras de las dos primeras décadas del siglo, las que además también se habían quedado mal ubicadas. El Comodoro y el Copacabana a los anteriores atractivos sumaban la modalidad de ser, a la vez que Hotel, también Club privado para asociados.
En la ciudad de La Habana se levantaron también en este período – impulsados sus promotores por el auge del mercado turístico – algunos hoteles más pequeños y funcionales como el Caribbean, el Colina, el Lido y el Flamingo, y otros que respondían a determinados usos y clientela por la cercanía de instalaciones específicas como eran el Aerohotel, situado cerca del aeropuerto internacional y el Hotel Bruzón, en las inmediaciones de la nueva Terminal de Ómnibus.
Al cesar en sus funciones el Congreso de la República e interrumpirse el orden democrático en el país, como consecuencia del golpe de Estado del 10 de Marzo de 1952, se creó el Consejo Consultivo, encargado de proponer las leyes al Presidente y al Consejo de Ministros. Este Consejo Consultivo se organizó en Comisiones Permanentes, una de las cuales fue la Comisión Permanente de Turismo, que se encargó de la elaboración y propuesta de leyes relacionadas con el Turismo.
La Corporación Nacional del Turismo fue disuelta y el gobierno del Presidente Fulgencio Batista creó entonces un nuevo organismo – que por primera vez tendría un carácter estrictamente oficial – para que se encargara de la dirección de la política turística del país: El Instituto Cubano del Turismo. En la dirección del mismo figuraban personas muy cercanas al mismo presidente que durante su mandato servirían de testaferros en muchos de sus negocios .
Después del año 1945 se construyeron fuera de La Habana varios hoteles, entre los que se encontraban el Petallo, en Holguín; el Colón, en el pueblo de Colón en Matanzas; el Bahía, en Cienfuegos; el Gran Hotel de Santa Clara, el Santiago – Habana, en Ciego de Ávila; y el Internacional y el Oasis, en Varadero. También fueron inaugurados moteles en Manacas, Santiago, Trinidad y la playa de Santa Lucia en Camagüey; pero el turismo internacional seguía sin ir más allá de la región habanera, como generalidad.
Al producirse el triunfo de la Revolución estaban en construcción algunas instalaciones como el Hotel Jagua de Cienfuegos, que fueron inauguradas posteriormente, además de estar proyectados los hoteles y constituidas las compañías que los levantarían en La Habana . También existían otros proyectos como la construcción de un gran motel con más de trescientas habitaciones en el inicio de la carretera a Varadero, en Matanzas, con dársena para yates, canchas de tennis y demás comodidades; varias instalaciones hoteleras en la zona de Soroa destinadas al turismo de lujo, donde además se fomentaba un reparto residencial y la construcción de un plan de casas en la playa en la zona de Marbella. Estos proyectos fueron concluidos en parte luego de 1959 o se abandonaron por completo.
Deja una respuesta