Por más que lo intento no logro determinar con exactitud cuándo fue que asumí como un hecho completamente natural la posibilidad de que las personas emigren de un Estado a otro, y sospecho que a la mayoría de las generaciones que nacimos en Cuba después de 1959 tal vez les suceda igual.
La nueva política migratoria que entra en vigor a partir del 14 de enero y elimina restricciones innecesarias para viajar fuera del país y regresar, es quizás el inicio del completamiento de un ciclo de madurez colectiva que, en lugar de debilitarnos como algunos pudieran pensar, casi seguramente nos hará más fuertes como nación.
Cuando yo tuve uso de razón hacía tiempo que muchos integrantes de mi familia materna y paterna vivían en los Estados Unidos, y aunque nunca cesó del todo la comunicación, ya aquella parte no mantenía vínculos regulares con quienes decidieron, no sin vacilaciones, hacer su vida en Cuba. (más…)