Madeleine Sautié Rodríguez
Para apreciar la diferencia entre sus versos adolecentes y los que escribe hoy, seleccionó la poeta e investigadora Nancy Morejón sus poemas, leídos recientemente en la sala Villena de la UNEAC, a la que fue convocada a propósito del cincuentenario de Mutismos, el primero de sus poemarios.
Nancy Morejón: “El lirismo es una rebeldía y una forma de reafirmación”.
La autora de Richard trajo su flauta, presidenta de la Asociación de Escritores de la Institución anfitriona y directora de la Academia Cubana de la Lengua, agradeció al poeta Alex Pausides, conductor del espacio, concebido para rendir tributo a los primeros libros de quienes han encontrado una consagración en nuestra literatura, la invitación, que la convirtió en la primera de las personalidades en protagonizarlo y que permitió al auditorio departir particulares criterios de la agasajada sobe temas de exquisita sensibilidad.
Convencida de que en Mutismos (Ediciones El Puente, 1962), se ve ya el estilo posible y una voz diferente que se «llegaría a caracterizar por su esplendente oficio, su giro comunicador, sus tropos elevados y su degustar imaginativo», ofreció sus referencias su colega Lina de Feria, quien reconoció en el joven poemario una técnica que «lejos de triturar el lenguaje hablaba de búsquedas, de la búsqueda lírica, del encabalgamiento ajeno a marchiteces, sino siempre con el signo del resplandor».
La breve lectura de sus versos, ofrecida por Morejón, que contempló los textos Viento y Sofisma 2, de Mutismos; y Ante los planetas redondos o la sentencia de las culebras, En la luz de un pincel, y Teoría del conocimiento, entre otras creaciones contemporáneas inéditas, nos la volvieron a revelar, al decir de De Feria, como creadora de una obra «resueltamente novedosa siempre entronizando y creando poemas nombrables para la inmisericordia del tiempo que pasa, y su obra que no envejece».
Mutismos es un libro de adolescentes, donde están todas las semillas de lo que iba a ocurrir después, y ese es el valor que tiene, el de la anticipación de una labor literaria manifiesta y de la que no me he arrepentido nunca, explicó al público, que la provocó para ofrecer certeras impresiones de otros temas asociados a la poesía.
Sobre la supuesta «utilidad de la virtud» de los que proclaman la necesidad de la muerte del lirismo, también dejó sabias meditaciones.
«Yo creo que cada cual tiene que ser como es, que nadie puede imponer a nadie, ni a un escritor, ni a un cineasta ni estilos ni temas. El lirismo es una rebeldía y una forma de reafirmación. La primera persona no siempre es una primera persona, el ‘yo’ de Whitman o el de Vallejo son colectivos, son multitudes, sin embargo, el lirismo permite que uno piense que está hablando de una sola persona».
«Creo que el hombre debe tener una huella de su pasado, de sus raíces, de sus orígenes, y todo eso forma parte del ser humano, entonces ¿cómo vamos a creer que el lirismo, que es la expresión del yo, podría morir? Me parecería a mí un acto represivo en nombre de una falsa masificación de las cosas».
«Lo que ocurre es que estamos en un periodo muy complicado, donde estamos a la defensiva en relación con el mundo electrónico, tecnócrata, del que yo no soy una enemiga pues ayuda mucho en la vida literaria pero al mismo tiempo que es una gran vía de comunicación, es también un mito».
«Esas personas que están contra el lirismo yo creo que también están contra el libro. Hay muchas campañas, solapadas unas, en su mayoría, y otras bien abiertas, que atentan contra el libro y me parece una herejía».
«La utilidad de la poesía es tremenda, es una especie de quintaesencia de la expresión humana, es algo imponderable. Pensar que la poesía no tiene una virtud yo lo veo como un acto de barbarie».
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