![[Img #16124]](https://i0.wp.com/canarias-semanal.org/upload/img/periodico/img_16124.jpg)
semanalmente para todo el territorio nacional. Tiene una tirada total de unos 300.000 ejemplares, lo que convierte esa cifra en astronómica, sobre todo si la comparamos, por ejemplo, con las ediciones que alcanzan las revistas y los periódicos españoles, atendiendo a la proporcionalidad demográfica entre ambos paises. (Cuba, once millones de habitantes; España, 47 millones).
CAMBIAR LA ACTITUD PERIODÍSTICA
Aun cuando durante muchos años de su vida había acariciado el sueño de visitar a Cuba, el apego a cada nuevo empeño laboral y la falta de determinación para emprender viaje sobre la vastedad del Atlántico hicieron que hasta ahora Manuel Medina postergara una y otra vez “dar un salto sobre el gran charco” y llegarse unos días hasta La Habana.
Luchador clandestino contra la dictadura franquista desde las filas del Partido Comunista en Canarias; profesor capaz de violentar las reglas establecidas y enseñar en sus clases la verdadera historia de España, este isleño impenitente se inició en el quehacer periodístico desde sus años estudiantiles en la Universidad de La Laguna, en la isla de Tenerife. Como muchos jóvenes de su generación, devino desde muy temprano un convencido defensor de la Revolución cubana.
Desencantado de una realidad política en que las izquierdas de su país han ido perdiendo la brújula sumidas en el marasmo de contradicciones ideológicas, oportunismo y falta de coherencia para capitalizar las luchas populares, a comienzos de la última década Manuel decide aprovechar las ventajas de Internet y embarcarse en la aventura de crear una publicación digital capaz de difundir en el Archipiélago Canario el pensamiento revolucionario, denunciar el latrocinio público y proporcionar una información veraz sobre los acontecimientos de actualidad.
Bajo el nombre de Canarias- Semanal, el instrumento de difusión de ideas fue concebido inicialmente como una publicación local, pero pronto trascendió las fronteras del Archipiélago donde tuvo su origen y se expandió entre internautas del Estado español y de buena parte del mundo.
¿Cómo encarar el proceder informativo en las condiciones de la contemporaneidad?
Se impone la necesidad de unir esta aldea planetaria a través de ese vehículo que es Internet, que son las redes sociales, independientemente de quien las haya creado o quienes la utilicen. Tal como planteé en el debate realizado en el Encuentro de Medios Alternativos, no es el momento de estar discutiendo generalidades, sino de perfilar el lenguaje a utilizar, la forma en que debemos comunicarnos con la gente a través de esos vehículos de difusión de ideas, capaces de llegar a donde ningún informador podía llegar antes, y hacerlo con la brevedad y el impacto requeridos por este soporte.
Hay que hacer un esfuerzo para cambiar la actitud periodística, ese es un imperativo de estos tiempos. Fidel dijo hace ya algunos años al referirse a Internet: “Esta es la herramienta idónea para Cuba”, y yo le agrego, es la herramienta idónea para toda la izquierda. La mayoría de la gente progresista no tiene la posibilidad de financiar un periódico impreso. En España asumir los costos de una publicación en papel significa invertir millones de euros. ¿Quién puede hacerlo? Ni siquiera todos los sectores de las clases hegemónicas son capaces de asumir esa carga; como se sabe, muchos periódicos están cerrando. El diario El País, por ejemplo, no solo sufre una profunda crisis de credibilidad social sino que, además, sus balances económicos expresan clarísimos síntomas de quiebra.
¿De qué forma se puede lograr la independencia política en el ciberespacio más allá de toda la superficialidad de lo que se difunde?
En el papel nos encontramos con toneladas de superficialidad, ¿por qué asombrarnos entonces de la superficialidad en Internet? La realidad está en la calle, no en las redes, y podemos difundirla en nuestro favor si somos capaces de colocar en pocas líneas las esencias de lo que puede interesar, pero hay que dominar los mecanismos que nos permitan llegar, impactar al internauta con lo que decimos, cómo lo decimos y cómo lo presentamos.
¿Cuál es su apreciación de la prensa cubana actual?
Es una prensa revolucionaria por sobre todas las cosas; hay un compromiso de los medios con la Revolución que ha estado presente durante más de medio siglo y ha contribuido a impulsar este proceso en pro de la mayor justicia social posible, pero a mi juicio le falta el dinamismo y el talante incisivo y provocador, que le permitan contribuir a propiciar el debate permanente capaz de abrir paso a soluciones para los problemas aún no resueltos y de hacer más eficaz la preparación de los lectores frente a los retos y desafíos que impone la batalla ideológica que tenemos por delante. En Cuba se necesita un periodismo menos cauteloso, menos “oficial”, que posibilite que los lectores se pertrechen argumentalmente frente a las argucias ideológicas que diariamente construye el poderoso aparato mediático del imperialismo.
La situación española actual, ¿cómo la juzga?
En España estamos viviendo una situación crítica, como nunca antes habíamos vivido en la historia contemporánea; nos encontramos bajo una monarquía impuesta por la dictadura franquista y las clases sociales dominantes que ahora se encuentra en crisis; hay decenas de miles de desahuciados que han perdido sus hogares y un ejército de 6 millones de desempleados. La gente pierde el trabajo, está llena de deudas que no puede pagar e irremediablemente pierde su casa, como ocurre cada día en Canarias.
A partir de la muerte de Franco, la izquierda fue quedándose sin orientación hasta llegar al extravío ideológico que presenta hoy. Lo dramático de la convulsa situación española es la inexistencia de un liderazgo político y organizativo que sea capaz de capitalizar las protestas populares.
¿Qué se lleva consigo de Cuba?
En apenas dos semanas no es posible captar todas las sensaciones que ofrece la rica variedad de la sociedad cubana. Creo que Cuba es un país pobre y acosado, pero también digno, heroico y culto, donde el ser humano ocupa el centro de la voluntad política de su Gobierno y donde la mayoría de las personas parecen ser conscientes de esa realidad.
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