Alain Valdés Sierra
Dentro de las agrupaciones que defienden la música tradicional popular cubana, el Septeto Santiaguero ocupa un lugar muy peculiar por la manera en que asume el género. El joven conjunto —cumplió 18 años en febrero pasado— ha sabido equilibrar de manera muy eficiente los recursos típicos de su naturaleza con la frescura necesaria para ubicarse de manera muy visible entre los conjuntos de igual corte que existen en el país.
El Septeto Santiaguero disfruta ahora de un momento de clímax en su progresiva carrera gracias a la aceptación que dentro y fuera de nuestras fronteras goza su más reciente producción discográfica, titulada Vamos pa’ la fiesta, un material de altísima factura y verdadero monumento a la música tradicional cubana.
Tras el éxito conquistado con el álbum anterior Oye mi son santiaguero, Premio Cubadisco 2011 y nominado al Latin Grammy en el apartado de Música Tropical Tradicional en el mismo año, la agrupación que dirige el tresero Fernando Dewar asumió un gran reto al concebir la siguiente placa, con un proyecto ambicioso en cuanto a invitados y repertorio.
Vamos pa’ la fiesta, editado por la discográfica catalana PICAP y que será comercializado en Cuba bajo licencia de la EGREM, ha sido un triunfo desde su salida al mercado a mediados del año pasado, con presencia en los top ten de prestigiosas publicaciones especializadas y emisoras radiales de Estados Unidos, Canadá, España, Brasil, México, Puerto Rico y Colombia.
Resulta que para el CD el Septeto contó con invitados tan especiales como el panameño Rubén Blades (junto con su alter ego Medoro Madera, personaje ideado para homenajear a la música cubana), el dominicano José Alberto «el Canario», los puertorriqueños Cheo Feliciano y Edwin Colón Zayas, el norteamericano de origen boricua Jimmy Bosch y el venezolano Luis Quintero.
Pero sería injusto pensar que en la lista anterior reside el éxito del disco, gran parte de los resultados están en la exquisita selección del repertorio, que a decir de los propios músicos fue una de las tareas más difíciles, pues en el álbum se logra un justo equilibrio entre joyas de la trova tradicional, de la que el Septeto es heredero directo, y nuevas composiciones.
A lo largo de los 14 títulos del disco figuran interpretaciones de lujo como las de Blades, que canta Lágrimas negras, de Miguel Matamoros y Contéstame, de Arsenio Rodríguez, en ambos casos junto a su par Medoro Madera.
Feliciano da vida a Un poquito de tu amor, del manzanillero Julio Gutiérrez, mientras que El Canario se presenta con Amor silvestre, mítico título de Lorenzo Hierrezuelo y que popularizaran Los Compadres.
El trombonista Bosch se destaca en La reina Isabel, de Electo Rosell «Chepín», Colón se bate con el cuatro boricua en Que le den candela, de Los Van Van, y el bongosero Luis Quintero le pone en Yo si tumbo la mata, un changüí de Rodulfo Vaillant.
La combinación viene con las actuales y movidas Esa familia a mí no me conviene, Vamos a bailar, No me cambies el tumbao y No hay fiesta sin mujeres, entre otros títulos.
Llama la atención la variedad genérica con que el Septeto Santiaguero defiende su disco, en él aparecen en sus formas más puras o disfrazadas en los arreglos ritmos como el son, el bolero, el changüí, la guaracha, el pilón y hasta la colombiana cumbia.
El Septeto no descansa, con su éxito aún en caliente fraguan ya dos importantes proyectos, uno: dar continuidad a su más reciente disco con nuevos invitados, le aseguró a Granma Alden González, representante del conjunto; y dos: un álbum con la EGREM que incluirá a jóvenes talentos de la trova con el propósito de exponer la influencia de la Vieja Trova Santiaguera.
Con Vamos pa’ la fiesta, séptimo material que graban, el Septeto se consagra como una de las agrupaciones punteras que defienden la música tradicional cubana, pero lo hacen desde una perspectiva bien contemporánea cimentada sobre una concienzuda y permanente búsqueda de una sonoridad que no excluye las más novedosas tecnologías a la hora de mezclar en los estudios.
Además, la visión del Septeto es bien actual, Dewar y sus muchachos se nutren de la cotidianidad nacional pero con la herencia latente de los grandes de la Trova y provocan así a mucho más que escuchar música tradicional.
Vamos pa’ la fiesta es una verdadera invitación, directa e irresistible, a ser cubanos y disfrutar como tales. Tradición, contemporaneidad, identidad cultural y exclusividad, son algunos de los ingredientes empleados por el Septeto Santiaguero en este disco que tiene todavía mucho camino por andar.
Deja una respuesta