Presentación de Silvio Rodríguez en El Trigal, Boyeros; con Jorge Reyes, Oliver Valdés, Jorge Aragón y William Vivanco y su grupo como invitados.

Escena en El Trigal. Foto: Alejandro Ramírez Anderson.
Ya estuvo Heráclito sobre el tema: “Nadie se baña dos veces en el mismo río”. El río no es el mismo, ni es el mismo uno. La vida es cambio, ciclos permanentes de creación-destrucción, de experiencia y sistematización, teoría y práctica y después teoría nuevamente y luego práctica… siempre en espiral ascendente, porque la repetición es muerte y la vida es, pues, lo contrario a la repetición. “Todo el caudal de los días y las noches” no implica necesariamente envejecimiento o decadencia, si se sabe que se es siempre el mismo pero no igual, y permanece, por tanto, un umbral hacia la revelación. Esto, por demás, no implica incoherencia (El necio se muere como vivió): ella está, precisamente, en la condición de asumir así la sucesión, y con esta, el transcurso de la vida.
Sospecho que Silvio lo sabe. Y tengo varios argumentos.
Silvio ha dicho identificarse con algunos raperos desafiantes, se reinventa, se construye como si fuera nada, o casi nada. Descubre canciones propias “…fue hace unos días. (…) Ni yo mismo me imaginaba que había hecho esta canción. Está muy verdecita, parece que la acabara de hacer”, dice en concierto hace años, al presentar Romanza de la luna. Se desnuda ante públicos virtuales y concretos, intercambia directamente, toca con música y con sus manos, se entrega sin afeites, sin pose. Acumula experiencia y obra, pero no lo esclaviza una ni otra, no carga con ellas, sobre ellas aprende permanentemente, cuestiona siempre y reelabora. Cual adolescente, todavía descubre, conserva el ojo curioso, el ojo infantil descubridor, de pupila sensible a los estímulos de la vida y el mundo.
Así es como se da a un proyecto que “es para la gente que más lo necesita”, dice Vivanco, su más reciente invitado a los barrios. La presentación número 41 de esta gira muestra a un Silvio mismo pero nuevo. Es el que cantó por Cuba toda en el 89, el que hace unos años recorrió prisiones, y hace otros tantos recorre comunidades, en conciertos nunca iguales. Y es el Silvio que pregunta todavía “¿Qué me dará la vida, qué me dará el amor?” Que es enemigo de sí y amigo de lo que ha soñado que es, que nació mucho antes y aún es lo mismo que fue. “Pero qué joven…”, con melodía de adolescente, dice “Creo en este tiempo”.

Panadero. Foto: Alejandro Ramírez Anderson.

Vista privilegiada. Foto: Alejandro Ramírez Anderson.

“Los viejos recuerdan, y los niños reciben una semilla que puede fructificar”, comenta Vivanco sobre el público. Foto: Alejandro Ramírez Anderson.

Vivanco: “…vivimos en un país rico de gente creativa. De hecho, mucha filosofía sale de los barrios”. Foto: Alejandro Ramírez Anderson.

Zona escolar. Foto: Alejandro Ramírez Anderson.

“Te doy una bandera y digo patria “Qué lindo”, dijo al recibir la cubana manufacturada del círculo de abuelas de la comunidad. Foto: Alejandro Ramírez Anderson.

Ritmo reflejo. Foto: Alejandro Ramírez Anderson.

Silvio: “Gracias por cantar, me gusta que canten”. Foto: Alejandro Ramírez Anderson.

El maestro Jorge Reyes en el contrabajo. Foto: Alejandro Ramírez Anderson.

Jorgito Aragón, talento joven. Foto: Alejandro Ramírez Anderson.

13- Una bandera que estuvo en alto durante las dos horas de concierto. Foto: Alejandro Ramírez Anderson.

Bajo y abajo. Foto: Alejandro Ramírez Anderson.

Alturas. Foto: Alejandro Ramírez Anderson.

Concierto de “¿Silvio? Tú querrás decir El Maestro. Para mí, Silvio es en la música lo que Niemeyer en la arquitectura. Y te digo que para mí Brasilia es la ciudad más linda del mundo…”, dice un vecino. Foto: Alejandro Ramírez Anderson.
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