Decía Lenin que en el capitalismo nunca se puede hablar en términos absolutos, dado que es una sociedad dividida en clases, por lo que si se plantea el tema de la explotación, habría que preguntarse ¿explotación de qué clase por qué clase? Cuando hoy se habla de crisis, incluso de crisis global y hasta de la crisis más grande del capitalismo después de la de 1870, habría que plantearse: ¿Crisis de la burguesía? ¿Crisis de los trabajadores? Tanto El País, ABC, El Mundo, Intereconomía,…como la izquierda han hablado mucho de la crisis, incluso de la crisis última del capitalismo. Únicamente los del movimiento 15-M se plantearon la posibilidad de que no estuviéramos ante una crisis, sino frente a una gigantesca estafa.
Es evidente que en los años 2008-2009 hubo una crisis financiera, una hecatombe bancaria. Pero, de un lado el voraz desvalijamiento de las arcas públicas y de otro la brutal política de recortes sociales cumplieron enteramente con su función de hacer cicatrizar las heridas del shock bancario y sus descomunales números rojos. Ahora los números rojos están en otra parte.
De esta forma, la crisis bancaria se superó con increíble celeridad. En EEUU, las ilusiones puestas en Obama se esfumaron rápidamente cuando toda su retórica ramplona se redujo en desvalijar la Reserva Federal para acabar con la quiebra bancaria. En eso y en continuar la agresiva y renacida política imperial de los EEUU tras los hechos del 11-S se resumió la política del hombre en que el pueblo americano había puesto, casi bíblicamente, «todas sus esperanzas». Se habla de crisis del Estado de Bienestar pero lógicamente ese «estado de bien estar» no peligra ni para los banqueros ni para la burguesía, ni en España ni en ningún otro lugar del mundo.
Más bien parece que la burguesía ha salido bastante robustecida desde aquellos años, reforzando aún más su poder respecto a los otros grupos sociales. En España, siendo inexistente la crisis para los capitalistas ni para los burgueses, no podemos hablar de crisis capitalista. En todo caso hay una crisis del mundo del trabajo, de las clases populares, que han perdido la mayor parte de los derechos adquiridos en el último siglo, incluso el derecho a comer, como leemos en el periódico la Jornada: «El hambre y la pobreza se han extendido sin piedad entre los niños españoles. En Andalucía, la región con mayor desempleo y desigualdad en el país, se puso en marcha un plan para atajar un fenómeno que amenaza con llevar a la exclusión a buena parte de la sociedad, el cual consistirá en dar desayuno o merienda a alrededor de 50 mil menores en los próximos meses. Este programa llegará a 5 por ciento de la población infantil andaluza, gracias a un decreto del gobierno de coalición del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) e Izquierda Unida (IU), en el que se declaró obligatorio que todos los niños coman tres veces al día. El almuerzo consistirá en una torta de chorizo, un jugo de frutas, galletas, mantequilla y una manzana. Como en los peores años de la posguerra o de la gran depresión de principios del siglo XX, España vive una pesadilla que no da tregua y que enfrenta a la población con el pasado, cuando la gente se alimentaba de pan, chorizo y vino»
Parece como si los estrategas del capital han convertido la crisis bancaria del 2008 en una forma de favorecer los intereses básicos del capital, aumentando sus ganancias, concentrando las riquezas y acentuando las diferencias entre los dos polos de la sociedad, poniéndose tempranamente las bases para un incremento de las ganancias que, más pronto que tarde, llegaron.
Pero ¿realmente es mundial la crisis? Pues parece que respecto a las clases sociales no, pero ¿entre países? ¿Entre sexos? y ¿entre generaciones? Si es crisis mundial, sólo se puede considerar así por aquellos para quienes el mundo se reduce a Estados Unidos y Europa, únicos lugares que han llegado a tener un decrecimiento o estancamiento del PIB, como refleja el aumento del paro en estas dos regiones del globo, así como la bancarrota de una parte notable del mundo de los pequeños negocios. Pero ni aún así la cosa tampoco es homogénea en todos los países de las dos zonas citadas.
A veces los bancos llegaron incluso a magnificar el tamaño de sus crisis a fin de aumentar el saqueo del erario público. Todo se contrapesó con las consabidas medidas: la disminución de los ingresos de los trabajadores, el aumento de la explotación en el trabajo (aumento de las jornadas de trabajo e intensificación del mismo), mayor precarización del empleo,…
Más que crisis del capitalismo – que se libró rápidamente de la misma- nos encontramos ante una crisis de los trabajadores. Los bancos y las grandes empresas han visto aumentar sus ganancias. Si no,… Pregunten. Pregunten y verán, o rastreen en Google, como es de rigor. La mayoría de las grandes empresas han visto aumentar sus ganancias en los últimos años tanto en EEUU como en la zona europea, las dos únicas que realmente entraron en la espiral de la crisis financiera.
El PIB ciertamente no crece mucho, pero el capitalismo es incapaz de subir significativamente el mismo desde la crisis de 1973. A partir de entonces el plato siempre ha tenido el mismo volumen y las mismas lentejas, pero no todos comen de ella con cucharas del mismo tamaño. Que el PIB no crezca mucho no significa, ni mucho menos, que no crezcan las ganancias. Desde 1973 las clases populares han visto mermar sus derechos; desde 2008 en España y otros países esos derechos han caído en picado. Si el capitalismo está destrozando a la humanidad, no quiere decir que el capitalismo esté en crisis, simplemente dice de la naturaleza destructiva del capitalismo para la inmensa mayoría de la humanidad y para la naturaleza.
En cuanto a la globalidad de la crisis, muchas regiones del planeta apenas la han sentido y, en todo caso, se han recuperado pronto, reiniciando su expansión. China e India desconocieron la recesión, y otras están en vías de recuperación y rápida expansión. Hasta en los perores momentos de la crisis en Europa los más activos países asiáticos crecieron al 8%. En cuanto a América Latina, inmersa en una política extractivista y «disfrutando» de una burbuja en el precio las materias primas y de los agrocombustibles, en muchos países experimentó un crecimiento contenido, entre 2010-2012, una vez superada la pausa que supuso la disminución de la demanda de los mercados norteamericano y europeo en 2009
Tampoco en Europa la cosa ha sido muy homogénea, pues en 2011 Alemania batió récord de exportaciones: sobre el billón de euros. Aunque el desempleo en Europa sea en torno al 11 por ciento, Holanda, Austria o Alemania viven una situación técnica de pleno empleo, necesitando incluso trabajadores de afuera en sectores expansivos. Sin llegar a las desastrosas cifras de paro de España y Grecia, en Irlanda y Portugal ronda el 15 por ciento de la mano de obra activa
Puede decirse que se está produciendo una remodelación del capitalismo, no sólo en cómo se reparte la tarta las distintas clases sociales sino desde el punto de vista espacial, pues se evidencia cada vez más que en la Eurozona se está produciendo (es un proceso que viene de largo y al que Mästricht y el Euro han dado la puntilla final) la definitiva división de Europa entre un norte industrializado y un Sur que, más temprano que tarde, va a pasar a engrosar las filas del Tercer Mundo, de forma similar a como hace veintitantos años lo hicieron los países del Este europeo.
El hundimiento del Este y ahora también del Sur de Europa (de donde se succionan millones y millones de euros en dirección Sur/Norte) permite la supervivencia del Norte europeo en una situación mundial en donde Europa juega una partida cada vez más difícil, básicamente por la consolidación del imparable crecimiento de las economías asiáticas y el fin de las formas más bestiales de dominación en América Latina. Sin embargo, este último apartado va a depender mucho de lo que suceda en un próximo futuro. Por ejemplo de lo que suceda en Colombia, pues una victoria del bando popular en las negociaciones de paz a través de un amplio apoyo social -que aumenta día a día-supondría que uno de los polos sobre los que se sustenta la fuerza del imperialismo norteamericano en América del Sur -el otro es Brasil- conllevaría un cambio de notable envergadura en la correlación de fuerzas sociales, bastante más eficaz que el fortalecimiento de los regímenes populares de Venezuela y Bolivia, cuyo potencial económico no es comparable al de Colombia. De todas formas, un cambio propicio en la relación de fuerzas hacia el bando popular en Colombia desestabilizaría toda la política imperialista en el continente. Es algo de lo que el imperio es consciente, pues se ha gastado –y gasta- más dólares por acabar con las FARC y el ELN que en los esfuerzos por terminar con los regímenes venezolano, boliviano y cubano juntos.
También hay grandes diferencias en el paro según las generaciones. En palabras de James Petras «La proporción de desempleo entre los trabajadores jóvenes y los de más edad varía enormemente. En Italia es del 3,5/1; en Portugal, 2,3/1; en España, 2,1/1 y en Bélgica, 2,9/1. En Alemania es de 1,5/1. En otras palabras, debido al alto nivel de desempleo entre los jóvenes ellos tienen una mayor tendencia a la acción directa contra el sistema; mientras que los trabajadores de más edad con mayores niveles de empleo (y con beneficios de desempleo) muestran una mayor tendencia a confiar en el voto y a involucrarse en huelgas por tiempo limitado respecto a temas relacionados con el salario y el empleo. La gran concentración de desempleados entre los jóvenes trabajadores implica que ellos constituyen el núcleo dispuesto a la acción sostenida; pero también significa que solo pueden lograr una unión limitada de acción con los trabajadores de más edad afectados por cifras de desempleo de un dígito».
Sin embargo, también es cierto que la gran masa de desempleados jóvenes está sirviendo para amenazar y reemplazar a los trabajadores fordistas (qué si no las dos últimas reformas laborales en España, que intenta romper la columna vertebral de la negociación colectiva). El desempleo es, a la vez, un desastre humano y un instrumento en manos del capital para aumentar las ganancias. Aunque haya disminuido el consumo de las clases populares, no se puede decir lo mismo de «otros tipos de consumo; así, en el periódico digital la verdad.es podemos leer: » Las cifras del mercado del automóvil no dejan de sorprender a pesar de que el sector lleva ya sufriendo muchos meses de crisis. Las ventas de coches cayeron en España un 27% en el primer trimestre del año, un descenso que contrasta con una subida del 144% en el segmento de lujo. Marcas de gran prestigio han elevado su porcentaje de ventas durante los meses estivales de junio y julio. El dato más sorprendente se recogía en el mes de mayo, dónde la cifra llegaba hasta el 181,8%.En plena crisis Rolls-Royce y Porsche venden más que nunca, Ferrari no se queda atrás. Nunca en sus 107 años de historia había vendido tanto como en 2011″ Sabino Cuadra ha recordado repetidas veces este hecho en el parlamento de Madrid.
De esta forma, el sector del lujo en España se cerró con una ventas de 4500 millones de Euros en 2011, 25 por 100 más que el año anterior. Como el poder de consumo de las clases pudientes también es mayor en el extranjero, se abre una puerta a la exportación de productos de lujo fuera de las fronteras nacionales, lo que incrementará la ganancia de los empresarios españoles no sólo por el aumento del mercado, sino por la baratura y precarización de la mano de obra española. La Presidenta de la Asociación Española del Lujo muestra una alegría que no le cabe en la piel.
Para hablar de una crisis capitalista tendríamos que tener una bajada de las tasas de ganancias, del capital en su conjunto y de los ingresos de las clases elevadas. Nada de eso se ha producido, sino todo lo contrario. Francisco González, presidente del BBVA anunció el 25 de abril de 2013, que en el primer trimestre del año había obtenido beneficios por valor de 1661 millones de euros, un 65% más que en el mismo período del año anterior. Y esto sucede en España. Si nos vamos al exterior, la cosa aumenta. Ciertamente, los capitalistas no están en crisis.
Es sabido que en África las personas mueren de hambre, guerras, miseria, superexplotación,…y sin embargo a los africanos no se les ocurre decir que el capitalismo está en crisis. Simplemente lo consideran parte del sistema. También de esta situación está intentando salir América Latina, centenariamente explotada. No es la crisis, es el capitalismo.
Dado que en España, hay cinco millones menos de trabajadores y el Pib sólo ha disminuido en un escaso porcentaje, quiere decirse que la productividad española ha crecido enormemente, pues los empresarios tienen que pagar a cinco millones de trabajadores menos y el resto produce lo mismo. De esta forma, si ha habido una disminución en el consumo, para los grandes capitalistas esto no significa nada en términos de beneficio, ya que se ve más que incrementado por la disminución de los costes laborales, la mayor productividad (que hace que se produzca lo mismo con menos inversión) y las reducciones de plantilla. Además, teniendo en cuenta que el impuesto de sociedades se ha casi eliminado, se concluye que no hay crisis de los capitalistas, sino de los trabajadores.
Como comenta Bustillo, en la actualidad (se refiere a 2011) España es el tercer país con mayores desigualdades de la Unión Europea, aumentando mucho las distancias con el resto de la Unión, cuyo Índice de Gini es del 30,5% y en España 34%. Significativamente, en España, el 20% de la población de mayores ingresos tiene una la renta total superior a la del 60% que se encuentra en la base.
Hoy, 6 de junio de 2013, España es el segundo país de la Unión Europea (UE) en términos de desigualdad social por detrás de Letonia según el estudio de la Fundación 1 de Mayo “Desigualdad y Estado social en España”, que analiza cómo las políticas capitalistas agravan la brecha entre ricos y pobres.
Los datos de Eurostat con respecto a la desigualdad así lo evidencian. Aplicando el índice de Gini la desigualdad en España entre 2005 y 2010 aumentó 2,1 puntos y según el estudio, esta diferencia “está vinculada a la evolución de la desigualdad de los ingresos”.
El desigual reparto de la renta sería el principal indicador de la desigualdad del Estado. En 1977, en plena Transición, la remuneración de la clase obrera representaba el 67,3 por ciento del PIB, mientras que en 2012, cuatro décadas después, este porcentaje se ha reducido al 53,4 por ciento. Contrasta, pues, abrumadoramente las rentas del capital con respecto a las del trabajo. Los beneficios empresariales aumentan independientemente épocas de las crisis (o gracias a ellas) en tanto que los trabajadores no han dejado de ver disminuir progresivamente sus rentas y calidad de vida.
La radicalización de las políticas capitalistas adoptadas por los últimos Gobiernos del PSOE y del PP han empeorado la situación: Reformas laborales, reducción de los sueldos de los empleados públicos y eliminación de una paga extra.
Se cierra el informe de la Fundación 1 de Mayo pronosticando que los efectos más devastadores de las políticas neoliberales están aún por ver.
Así, como comentaba El mundo el 10 de abril de 2012 España ha registrado el mayor aumento de la competitividad de la Eurozona desde 2008, el primer año de la crisis. Según el último Observatorio Económico de BBVA Research, la competitividad ha repuntado un 11,1% en este periodo, un 8,3% por hora si no se tiene en cuenta que ahora la jornada laboral es más larga. «España ha recuperado gran parte de la competitividad perdida en la década anterior a la crisis», señala BBVA. Las claves: más horas de trabajo, precios competitivos y menores costes salariales.
En España, la clase dirigente exhibe su riqueza y poder bajo la protección del gobierno Rajoy y la troika. Frente a la hostilidad popular ante el poder financiero y su asalto del erario público, Rajoy hizo el ademán de pedirle a la Banca un coto a los sueldos y pensiones que se auto otorgaban grandes ejecutivos de bancos y cajas de ahorro rescatados con dinero público.
En España, el gobierno al servicio de la Troika lleva realizando desde la época de Zapatero un esfuerzo tenaz por asegurar el beneficio bancario y del gran capital, y así, a pesar de los fraudes, las quiebras, el aumento imparable del desempleo y los desahucios de centenares de miles de españoles, los distintos gobiernos han apoyado de manera nítida a los estafadores. Incluso cuando el déficit estatal se ha disparado, se ha tenido la desfachatez de culpar del mismo a los excesivos gastos sociales en lugar de al dinero lanzado a espuertas a la bancocracia.
A causa de la «toma del poder» de la Troika y del capital financiero nacional e internacional, algunos de cuyos miembros son titulares de carteras ministeriales, se entiende la orgía de beneficios empresariales pese al estancamiento económico y la depauperización de casi todas las capas de la sociedad. La actividad de la troika, los bancos, el gobierno y la administración de Rajoy no sirve de nada. El capitalismo se enriquece empobreciendo, alargando la vida laboral hasta aproximarla a la biológica y, mientras esto ocurre, parece que ahora le va a tocar el turno a las pensiones.
Al gobierno de Rajoy, como afirmó Sabino Cuadra en una memorable intervención parlamentaria, ya sólo le aplaude con las orejas la atapuercana jerarquía eclesiástica.
Una juventud cada vez más consciente de que no vivimos en una crisis, sino en una estafa, movimiento populares ocupando de continuo las calles de las ciudades de España (para desesperación de Cristina Cifuentes, con continuas insinuaciones sobre controlar el derecho de manifestación), hace prever que el actual contubernio gobernante encabezado por Rajoy no lo vaya a tener fácil en los próximos meses y años. En la cabeza de la población va calando y extendiéndose una idea que era impensable hace tan sólo unos años: ya no se trata de acabar con la crisis, sino con el sistema que las origina en perjuicio de la inmensa mayoría de la sociedad e implantar otro que establezca el reino de la libertad, la seguridad y la igualdad humanas, restableciendo el poder de los hombres sobre las cosas y desterrando la maldita práctica que coloca a los hombres al servicio de la economía y no al revés. Desde hace dos siglos, a ese sistema se le conoce como socialismo.
Ultima modificacion el Sábado, 08 de Junio de 2013 03:14
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