I. G. FAJARDO | 30/DIC/2013
Apenas tres años y ya disfrutaba de las melodías como si en ello le fueran todos sus sueños. Y cómo ser menos si bebió de lo más excelso de la música cubana: “Tenía la Casa de la Trova de Santiago de Cuba en la esquina de mi escuela, me paraba afuera en la rejita y por allí desfila lo mejor del son cubano. Todos los días veía a la Trova Santiaguera, al Septeto Santiaguero, Eliades Ochoa, Compay Segundo”. Inquieto hasta la saciedad, talentoso desde siempre, inició sus estudios de piano a los siete años en la Escuela Vocacional de Arte de la oriental provincia, mas el saxofón picó su curiosidad a tal punto que definió el artista que es hoy.
Carlos Manuel Miyares (abril, 1980) es la viva estampa del típico cubano. Sonrisa amplia, caballeroso, jaranero, chispa encendida todo el tiempo, sensibilidad musical, abierto a la vida. Inicios de lujo con el grupo santiaguero Muralla y una presentación en el club La Zorra y el Cuervo durante las sesiones del JoJazz le abrieron todas las posibilidades; en el público se deleitaban los maestros Bobby Carcassés, Alexis Bosch y César López. Terminaba el servicio militar activo y ya tocaba con Interactivo, donde aún se mantiene como instrumentista.
Años después llegarían las largas jornadas con Carlos Varela, Alexis Bosch y otros grandes del panorama musical cubano. También con el grupo de Chucho Valdés, Afrocuban Messenger’s, y así la grabación del fonograma Chucho Step’s, ganador del Grammy 2011 y el Gran Premio Cubadisco de ese mismo año.
Amalgama de influencias que penetraron en su naciente talento como compositor, nacía la idea de hacer un CD en solitario donde prevaleciera su autoría en casi todos los temas. “Todo surge por una conversación con el pianista Tony Rodríguez. Me dice que debemos hacer algo porque ya tenemos 26 años (en ese momento) y no contamos con una obra que la gente reconozca, como la que tiene Harold López Nussa, Rolandito Luna o Robertico Martínez.
“Llego a la casa y me siento al piano, empiezo en el proceso de componer. Un día hago un tema, al otro día hago otro, y cuando me di cuenta tenía más de seis; y los dejo guardados. Pero nos presentábamos como cuarteto en la Casa del Habano, de 5ta. y 16, en Playa. Entonces llevaba a ese espacio mis canciones para probarlas y a todos les gustaban. Así montamos algunos temas que sonaban a mí”.
Para 2012 la disquera Bis Music contaba entre sus propuestas con el disco Chucho Valdés presenta a Carlos Miyares, gracias al apoyo incondicional del maestro del jazz cubano, desde el regalo de su interpretación para el CD hasta el título del fonograma.
La producción musical resultó un mano a mano entre Miyares y Valdés. “Él sabía lo que yo quería con este proyecto y confió en mí. Cuando lo llamé ya todo estaba grabado y le gustó mucho lo que escuchó. El disco lo hicimos durante los días 2, 3 y 12 de diciembre, este último día con Chucho al piano. Lo mejor es que se grabó como una presentación pero sin público, como un concierto en vivo”.
Los músicos que acompañaron esta travesía cuentan con la grandeza de su generación jazzística. Nombres como Oliver Valdés en la batería, Tony Rodríguez en el piano, Yaroldy Abreu en la percusión y Lázaro Rivero, “El Fino”, como bajista: muestran la calidad de las interpretaciones.
En las palabras al fonograma, el destacado musicólogo Leonardo Acosta asegura que “…en esencia se trata de un sonido lleno, pero limpio, tanto del vibrato excesivo como de la estridencia y el virtuosismo de puro alarde; se asemeja, en síntesis, al John Coltrane de Balladas, el mismo saxofonista que inició el estilo más virtuoso y excepcional del jazz”.
Así, temas como “Rumba en 5ta y 32”, “Calzada y D”, “3:15 p.m.”, “Y&C” y “En tumbao pa’ Koki” desfilan por el pentagrama musical de la mano de Carlos, con una extraordinaria habilidad para enaltecer la belleza del discurso melódico. No en balde, el fonograma fue nominado al Cubadisco 2013, en el apartado de Jazz Cubano.
Con este trabajo “quería que todo el mundo se sintiera identificado, desde un pelotero hasta un crítico de música. Normalmente, los primeros discos de los músicos de jazz sacan todo de sí y hacen discos muy buenos, pero que las personas no lo entienden, es demasiada la información. En cambio, yo decidí tocar algo más calmado y que a la vez fuera buena música, un CD de jazz latino para todos los gustos. Estoy satisfecho”.
Cada sortilegio engendra un nuevo destello de improvisación, aprendizaje, tecnicismo en su máxima expresión, que desde presentaciones con su quinteto en el Café Miramar; La Pérgola del Pabellón Cuba o las melodías de su saxo junto al drums de Oliver Valdés y Rodney Barreto en Casa de las Américas; la descarga con Armando Gola, bajista del supersónico Gonzalo Rubalcaba; programas en vivo en emisoras como Radio Taino o su más reciente interpretación en el Mella para clausurar el Festival Jazz Plaza 2013; solo vislumbran parte de la esencia que este instrumentista tiene para ofrecer. Les aseguro que tiene mucho más.