Daniel Vilá (Desde España. Especial para ARGENPRESS CULTURAL)
Que no puedan dormir.
Que les ardan los párpados,
que les duelan los ojos,
Que se queden sin aire,
y con la boca seca
y las sábanas quemen
y el sudor los empape.
Que la puerta se cierre
y no sepan abrirla,
que sufran atrapados
en su maldita alcoba.
Porque se hicieron socios
del mar embravecido
y sintieron alivio
cuando tantos no entraron,
cuando se dieron vuelta
las pateras.
Sin embargo, es inútil
montarse en el deseo.
Todo seguirá igual
y no arderán sus párpados
ni dolerán sus ojos
y el aire estará acondicionado
y la heladera llena
y las sábanas frescas
y entrarán y saldrán
de su maldita alcoba.
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