Fuente: Granma. 19/10/99 pag.: 6

Poco más de cinco semanas bastaron para dejar una inolvidable estela de aplausos y reconocimiento, en las que vibró la música y la cultura cubanas, incluida aquella noche del sábado 9 de octubre que «sacudió» por más de dos horas y media el Coliseo Arenas de Miami, donde pusieron a bailar a miles de espectadores, a pesar de amenazas e intimidaciones de todo tipo, por parte de grupos de extrema derecha que trataron infructuosamente de impedir el concierto.
A su llegada, en la terminal del aeropuerto internacional José Martí, de La Habana -donde los esperaban los viceministros de Cultura, Ismael González y Rubén del Valle, junto a otros funcionarios, amigos, familiares y pueblo en general-, Juan Formell, director de la agrupación, y otros integrantes de la orquesta conversaron con la prensa para ofrecer información de primera mano de esas imborrables jornadas.
Esta quinta gira de Los Van Van a los Estados Unidos, estuvo promovida por una empresa discográfica con la que grabaron su último CD, «e hicimos conciertos en el Festival de Monterrey y el de Seattle, así como actuaciones en San Francisco, Nueva York, Washington, y muchas otras importantes ciudades.
La gente nos recibió muy bien -dijo Formell-, hay un público latino muy grande en los Estados Unidos, aunque en esta oportunidad nos pasó algo muy interesante y es que también actuamos en lugares donde el auditorio era netamente norteamericano. Un público fantástico que le gustó nuestro trabajo. A tal punto que el disco se vendió muchísimo después de cada función». ¿Y Puerto Rico? «Imagínate, estuvimos en un anfiteatro con capacidad para 3 mil personas y había más de 5 mil. Hubo lleno total hasta el final del espectáculo, que fue el más largo de la gira: más de tres horas».
El diálogo cayó en Miami, donde la actuación de Los Van Van provocó un virtual estado de sitio en el Arena, como lo calificó un diario de esa ciudad la noche del espectáculo, donde había más de 200 policías, 150 antimotines con caballos, perros, incluyendo un escuadrón antibombas, además de que la entrada fue controlada con registros y detectores de metales.
«Algo nunca visto en la ciudad en muchos años», según las declaraciones de algunos presentes. Afuera una turba fanática insultaba, apedreaba y vejaba a quienes, desafiando amenazas, entraban a escuchar a los artistas cubanos… «Todo estuvo muy bien hasta llegar a Miami -declaró Formell-, fue el único problema encontrado en el camino, aunque nosotros nunca tuvimos contacto con los que hicieron esos `actos de repudio’, como le llamaban en El Nuevo Herald y El Miami Herald, que hasta publicaron que había más gente afuera que dentro.
Eso es una ¡MENTIRA!, enfatizó. Nosotros les decimos a esos periodistas que adentro había más de 4 mil personas, y afuera quizá unas mil. Las amenazas fueron de tal magnitud que hasta fotografiaron y filmaron a los asistentes, para luego tomar represalias. Pero lo importante es que muchos fueron al concierto. Y nosotros anunciamos ya que iremos nuevamente a los Estados Unidos en diciembre. No sabemos si estaremos en Miami, aunque yo lo informé como si fuéramos de nuevo allí.
Lo que sí es seguro que muchos de los que entraron, repetirán y otros que no fueron irán también.». Variados puntos de vista se pusieron sobre el tapete con esta presentación, y no solo de los reaccionarios, como quisieron hacer ver algunos cables que ignoraron la parte del público que presenció el espectáculo. Para un grupo de cubanos, ver a los artistas era una afirmación de su identidad nacional. Para otros, se trataba de hacer uso de la cacareada libertad de expresión que se les negó.
Fue visible que los manifestantes pertenecían a esa generación decadente de los círculos más reaccionarios de la emigración, que contrasta con los espectadores, en su mayoría jóvenes que mantienen otra actitud. «Al concierto -explicó Formell- asistió mucha gente joven, lo vimos y los sentimos. Quiero decirles que el disco salió al mercado el 31 de agosto, y a partir de esta situación se agotó en Miami. Ellos, sin saberlo, nos hicieron una gran promoción.
Las grandes cadenas de la televisión norteamericana CBS, CNN y otras nos hicieron entrevistas que pasaron durante varios días seguidos. Lejos de hacernos daño, con toda su rabia e impotencia, nos beneficiaron». ¿Qué sintieron durante ese concierto? «Fue algo muy emocionante, porque la gente que se atrevió a ir, después que estaba adentro se conmovió mucho e hicimos tremendo concierto para ellos. Pero fue algo mutuo, porque nosotros también nos impresionamos».
¿Actuaron allí, como han dicho algunos en Miami, para traer remesas de dinero a Cuba? «No, nosotros no trajimos ningún dinero de esa gira», respondió. Entonces, ¿Qué fueron buscando a los Estados Unidos? «Mostrar nuestra música, nuestro trabajo, además de que resulta un inmenso aval tocar en ciudades como Nueva York, San Francisco, Los Angeles». ¿Qué significa para la cultura cubana? «Todo, porque es el aporte que podemos dar nosotros», dijo Formell.
Mientras que Mayito, que estaba cerca, contestó: «Fue un golazo que disfrutamos todos». ¿Nunca tuvieron miedo? «Miedo a qué, a nada», expresó Pedrito Calvo. «Tuvimos la osadía de tocar allí -destacó Mayito- y actuamos con la mayor dignidad del mundo. Dejamos eso caliente, pues entre ellos mismos se cuestionan ahora: quién eres tú para que yo no pueda ir, si los problemas míos no son iguales que los tuyos.
Nosotros queremos bailar con Los Van Van y vamos a seguir haciéndolo». Después de más de un mes alejados de la Patria, ¿qué sienten ahora? Robertico, que estaba callado, comentó: «Es como un jarro de agua fría que nos cae encima luego de tantas tensiones y preocupaciones. Estamos ansiosos por tocar ante el público cubano».
Las polémicas sobre el concierto de Los Van Van continúan en los medios de prensa, escrita y televisiva, donde aún se agitan voces, imágenes y palabras, en un debate interesante que ha echado por tierra la existencia en esa ciudad de un bloque monolítico de reaccionarios.
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