
La notable artista cubana Thelvia Marín acaba de recibir el premio Rafael Alberti, que confiere el Festival Internacional de Poesía de La Habana.
Le ha sido conferido junto a la poetisa nicaragüense Claribel Alegría, quien a sus 90 años no pudo estar presente en la ceremonia realizada en la Sala Villena, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).
Tanto Marín como Alegría han extendido su creación más allá de la poesía, hacia la escultura, la narración, la pintura, el ensayo y el periodismo.
Al recibir el reconocimiento, la artista cubana de 92 años dijo a la prensa: Recibir un premio con el nombre de un poeta como Alberti es para mí un inmenso honor y me compromete a seguir escribiendo y dando lo mejor de mí.
Siendo una veinteañera, Thelvia Marín (Sancti Spíritus, 1922) obtuvo una beca para estudiar escultura y pintura en la Academia de San Alejandro en La Habana, donde fue alumna de los maestros de la pintura Ramón Loy y Leopoldo Romañach, quienes le ofrecieron una sólida formación técnica. Se graduó en ambas especialidades, en 1947 y 1949, respectivamente.

Pero sus inquietudes intelectuales la llevaron a estudiar Filosofía y Letras, Farmacia, Psicología y Periodismo.
Su primera poesía fue A la naturaleza y luego han llegado más de una veintena de libros, entre los que destaca Ego sum qui sum. Editado en 2009 en Tenerife, recoge en 180 páginas, 250 fotos de esculturas, 76 de pinturas, 80 poemas y dos cuentos. Un verdadero muestrario de su obra artística.
En 2011 la Asociación Canaria de Cuba publicó Piel de sílabas. Antología poética 1957-2011. En 2006 la Editorial de Ciencias Sociales había publicado Viaje al sexto Sol, ensayo-novelístico o novelaensayística sobre los aborígenes mesoamericanos. El intelectual Lisandro Otero escribió en el prólogo: “Solo un rapsoda podía captar todo el caudal imaginativo, la riqueza de la fantasía, la vastedad de los arcanosoníricos de estos dogmas inocentes no enturbiados por la deformación civilizadora”.
Antes, en 1976, dio a conocer la novela testimonial Condenados: del presidio a la vida (Editorial Siglo XXI), prologado por el historiador Julio Le Riverend: “Tres años de investigación sociológica e histórica sobre Isla de Pinos y su utilización como centro carcelario han conformado esta obra…».

De sus años como consejera cultural en Alemania, nació el ensayo sobre el vapor Nordstrand y su capitán Heinrich Julius Theodor Löwe. Fue la embarcación que en
1895 acercó al Héroe Nacional José Martí, al generalísimo Máximo Gómez y sus compañeros expedicionarios a las costas cubanas para comenzar “la guerra necesaria”.
Pero es sin duda la escultura la pasión primera de Thelvia Marín, donde se palpa su energía incesante, su extensa creación, vigorosa,innovadora en temas y formas, de estilos, técnicas, formatos y materiales diversos.
Los especialistas, por ejemplo la investigadora Nieves Leonard Pie en su libro Thelvia Marín: las claves de su escultura, van a la tradición, obras monumentales, ambientales, de pequeño y gran formato, pues ella es inabarcable.

En Cuba destacan sus conjuntos monumentarios a Serafín Sánchez, general de las tres guerras por la independencia de Cuba, de 1980, el cual está emplazado en Sancti Spíritus; el de Camilo Cienfuegos en Yaguajay, de 1987, cuyo diseño espacial fue concebido por el arquitecto Pedro Pérez Argudín, y la Colina Lenin, realizado en 1984 junto al arquitecto Orestes del Castillo en Regla, La Habana.
Tanto el Monumento a Serafín Sánchez como la Colina Lenin soncatalogados en la actualidad deMonumento Nacional.
Otras piezas conmemorativas de Thelvia Marín son Tríptico de Maceo; Monumento a Panchito Gómez Toro, y el Monumento a Faustino Pérez, quien fuera su compañero de la lucha clandestina durante la difícil década de los años 50 en Cuba.
En el libro de Nieves Pie se destaca que en esas obras está la inspiración poética complementando la visualidad plástica, pues dedicado a Maceo, Thelvia escribió el poema Raíces; para la obra de Panchito Gómez el poema Pasos, y para el monumento de Yaguajay el poema Camilo.
La vocación martiana de la artista es revelada en sus ocho bustos y tres cabezas de Martí, en tres murales dedicados al apóstol en La Habana y en el Monumento a José Martí en la Universidad para la Paz en Costa Rica (UPAZ).

Precisamente en ese mismo centro de altos estudios creado por la ONU está emplazado su Monumento al trabajo, al desarme y la paz, de 21 metros de diámetro y 18 de alto.
Hija de madre canaria, Marín erigió en Gran Canaria tres monumentos: Al labrador, en Agüime; Al emigrante, en Telde, y el tercero A Leonor Pérez, madre de Martí, en su tierra natal, Tenerife.
En Luanda, Angola, se encuentra una cabeza esculpida por Marín, la de Aquilino Amézaga, el esclavo que Serafín Sánchez enseñó a leer y lo acompaña en el conjunto monumentario de la Plaza espirituana.
Quito, la capital ecuatoriana, la declar ó Huésped Ilustre por su creación de Indio Hatuey, ubicada en la Plaza Indoamérica.
De su escultura ambiental, desplegadas por toda la Isla, hay una larga lista de obras, como Bailarín, Los Íremes, La fuente de Yemayá, Los delfines, Las gaviotas, Estrella de mar, Güije, Para Leda en azul, Fuente de la Herminia, Dujo, …
Con respecto a las esculturas de Marín de pequeño, mediano y gran formato, los catálogos hablan de Mujer, Maternidad, Alicia Alonso, Platero y yo, Mujer de agua dulce, Las manos,…
Un premio no define una obra tan abarcadora, pero si lleva el nombre de Rafael Alberti, se le agradece que propicie hablar de una artista de la altura intelectual de Thelvia Marín.
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