Arthur González
En la década de los años sesenta cuando Robert McNamara ocupaba el cargo de Secretario de Defensa, la doctrina de Seguridad Nacional de Estados Unidos planteaba que:“Los países y pueblos que apoyan a los insurgentes, son los verdaderos enemigos, por lo que hay que exterminar las fuerzas beligerantes y modificar las circunstancias que facilitan la aceptación social de la insurgencia”.
El alto funcionario afirmaba sin tapujos:
“El enemigo debe ser exterminado y no solo derrotado en el orden militar”.
“El enemigo tiene una procedencia externa, como resultado de la infiltración internacional que persigue el objetivo de desestabilizar el orden interno”.
Consideraba que la presencia de los agentes subversivos contaminaba a toda la sociedad y de ahí la necesidad de extirparlos totalmente.
50 años después esa doctrina de Seguridad Nacional estadounidense ha cambiado su perspectiva, algo que bien se explica en el “Field Manual 3-24. Counter insurgency”.
Ahora para los yanquis el enemigo es el pueblo vinculado a las demandas de la subversión comunista; es todo aquel sector de la sociedad que exprese manifiesta o explícitamente una oposición a las reglas de funcionamiento del capitalismo internacional.
Sin embargo, el Gobierno norteamericano hace con los demás pueblos del mundo todo lo contrario.
Quienes organizan la insurgencia política y la militar contra países que tienen Gobiernos que no son de su agrado, son los propios norteamericanos y si algunos en defensa de su Seguridad Nacional tomaran las mismas medidas señaladas por McNamara, entonces se les inician campañas mediáticas para satanizarlos e incluso son invadidos brutalmente.
Cuba es un ejemplo fehaciente de esa política. Desde 1960 la CIA creó a la contrarrevolución interna y decenas de bandas armadas en las montañas que asesinaron a campesinos inocentes, por el solo hecho de apoyar a la revolución triunfante.
Miles de acciones terroristas fueron llevadas a cabo contra industrias, la agricultura, centros fabriles, comerciales, escolares, culturales y la aviación civil, con un alto costo en vidas humanas.
Un documento desclasificado elaborado por el Coronel Jack Hawkins, jefe de la sección de personal paramilitar en el centro de operaciones de la Fuerza de Tarea de la CIA, en la “Operación Cubana”, señala:
“Durante el período comprendido entre octubre de 1960 y el 15 de abril de 1961, se perpetraron alrededor de 110 atentados dinamiteros contra objetivos políticos y económicos, se colocaron más de 200 bombas. Se descarrilaron 6 trenes, se dejó inactiva la refinería de Santiago de Cuba durante una semana, como resultado de un ataque sorpresivo desde el mar. Se provocaron más de 150 incendios contra centros estatales y privados, incluyendo 21 viviendas de comunistas y 800 incendios en plantaciones de caña”.
…“Estas operaciones lograron un éxito considerable. Las embarcaciones que prestaban servicio de Miami a Cuba entregaron más de 40 toneladas de armas, explosivos y equipos militares e infiltraron y sacaron a un gran número de personal.
La CIA introdujo ilegalmente en Cuba 75 toneladas de explosivos y armamentos, mediante 30 misiones aéreas, más 46,5 toneladas en 33 misiones de infiltración marítima, para abastecer a grupos terroristas.
Hoy se constata como Estados Unidos ejecuta acciones de insurgencia en todas las regiones del mundo, Afganistán, Irak, Libia, Ucrania, Venezuela y Cuba son algunos ejemplos.
En Venezuela y en Cuba las actividades no son militares sino de subversión política, basada en la experiencia que les dio su teoría de la “Lucha No Violenta”, aplicada en las llamadas “Revoluciones de Colores”.
Uno de los planes más recientes contra la Revolución cubana es la creación de un sistema de becas para jóvenes cubanos, con el propósito de darle cursos de “liderazgo comunitario”, a fin de lograr el derrumbe del sistema socialista de adentro.
En Venezuela aplican la misma estrategia que en la Cuba de los años 60, fomentan el disgusto popular a partir del desabastecimiento de productos de primera necesidad y el incremento de precios, campañas de prensa que distorsionen la realidad, organizan y sufragan a la oposición a través de Organizaciones No Gubernamentales.
Al hacer un recuento del accionar de los estadounidenses en el mundo actual, nadie pudiera dejar de reconocer que Robert McNamara tenía mucha razón al afirmar que:
“Los países y pueblos que apoyan a los insurgentes son los verdaderos enemigos… estos tienen una procedencia externa y deben ser exterminados”.
Por eso es obligatorio recordar a José Martí, cuando el 23 de marzo de 1894 desde New York escribió en el periódico Patria:
“Es preciso que se sepa en nuestra América la verdad de los Estados Unidos[…] que demuestren las dos verdades útiles a nuestra América, el carácter crudo, desigual y decadente de los Estados Unidos, y la existencia, en ellos continua, de todas las violencias, discordias, inmoralidades y desórdenes de que se culpa a los pueblos hispanoamericanos”.
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