La noticia de Rebeca Gallagher es una anécdota representativa de gran parte de la industria textil. Y muestra las relaciones entre el “viejo” capitalismo de explotación y el “nuevo” capitalismo de especulación financiera.
Por Santiago Asorey
Rebecca Gallagher es una chica de 25 años que vive en el sur de Gales. Esta semana se hizo conocida cuando varios medios de comunicación internacionales difundieron su historia. Rebecca compró un vestido floreado de Primark por 17 dólares y encontró dentro una etiqueta con un mensaje de un trabajador o trabajadora textil pidiendo ayuda. Las huellas en el mensaje del vestido floreado decían: “forzada a trabajar horas exhaustivas”. Después de leer eso Rebecca no quiso usar más el vestido. Ocasionalmente las marcas de la violencia del capitalismo más feroz cruzan el umbral que lo invisibiliza para surgir entre los pliegues de las mercancías. Muestran que el anverso de la cultura y sus mercancías están constituidas por una violencia oculta. En la medida en que el anverso de la civilización es la sangre, las horas de sobre-trabajó, los huesos de los obreros y marginados sobre los cuales los edificios de la cultura se construyen. Pero comprendiendo justamente que el rostro de la civilización se aboca con todas sus fuerzas a camuflar su marca fundante, la explotación laboral o la dominación financiera a través la deuda. En esa dinámica la civilización y la barbarie no expresan un conflicto de oposición sino una dialéctica. Nunca fue la civilización o la barbarie, más bien porque existe la barbarie es posible la civilización. Un ejemplo emblemático de como la civilización más sofisticada se sostiene sobre la barbarie son las denuncias por servidumbre de la ONG La Alameda a Juliana Awada, esposa del Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri.
Lo que no pasa muy seguido es que los mecanismos salgan a la luz como en el caso de los fondos buitres y parte de la cobertura mediática que expuso su lógica barbárica. La semana pasada, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en su discurso por cadena nacional, informó sobre la estrategia argentina ante los fondos buitres y recalcó que en este nuevo mundo el capitalismo financiero había encontrado una nueva forma de dominación para subyugar a los pueblos. El acertado análisis de la presidenta apuntaba a exponer los nuevos mecanismos de dominación que el Poder Financiero utiliza como control sobre los pueblos. Aunque los viejos mecanismos aun también persistan. La deuda infinita con el Poder Financiero busca justamente el sometimiento de los Estados y la Política a través de la deuda pública. Como explica Deleuze: “El hombre ya no está encerrado sino endeudado…Lo propio de la máquina capitalista es hacer la deuda infinita”. Las tácticas del Capital cambiaron pero el control sigue siendo eficaz.
La noticia de Rebeca Gallagher es una anécdota metafórica representativa de gran parte de la industria textil. Pero lo que muestra es que el “viejo” capitalismo de explotación y el “nuevo” capitalismo de especulación financiera se complementan en un cinismo fundamental. Pero sobre todas las cosas comparten un mecanismo esencial: el hecho de que necesitan tener un rostro civilizado. El ATFA (American Task Force Argentina), el grupo lobbista de los Fondos Buitres fue creado por Paul Singer y es traducido en su propia página de Internet como Grupo de Tareas Estaounidensense. Su nombre remite tristemente a los Grupos de Tareas de la última dictadura argentina. Sin embargo en su pagina de Internet figura como uno de los objetivos auto-declarados por el Grupo Lobbista la “educación del publico” trabajando inclusive con legisladores y medios de comunicación. La única forma de justificar el sometimiento que busca generar la deuda es un rostro de «civilización» que en la Argentina ha sido expresado por miembros del Pro como la diputada Laura Alonso, el economista Federico Sturzenegger y Carlos Melconian.