Arthur González
Dicen que la historia se repite unas veces como comedia y otra como tragedia y es lo que está confrontando en la actualidad la Cancillería de Panamá, con los 16 cubanos que el gobierno anterior les ofreció asilo político y más tarde residencia permanente especial a siete de ellos, bajo presiones de la mafia anticubana de Miami. Los 16 llegaron a Panamá de forma ilegal pero de inmediato iniciaron una campaña mediática, con apoyo de Miami, haciéndose supuestas víctimas de la Revolución cubana.
Con el de cursar del tiempo, los funcionarios panameños actuales se han podido percatar de sus mentiras y de la manipulación política que siempre está presente en la emigración cubana, llegando a las mismas conclusiones que España
cuando se hizo cargo de los llamados “presos de conciencia”, del conocido como “grupo de los 75”, a los que el gobierno cubano se vio obligado a sancionar por sus actividades delictivas y no políticas, como quisieron hacerle creer los yanquis al mundo.
Todos esos cubanos al llegar a otro país hacen las misma exigencias de casa, dinero y trabajo bien remunerado, pues en Cuba casi ninguno sudaba la camisa para ganarse el pan de cada día que el muy criticado sistema socialista les garantiza, así como el trabajo, el estudio y la salud sin costo alguno, más el deporte, la cultura y la seguridad pública, elementos que no encuentran de la misma forma en ningún otro país.
Estimulados por Estados Unidos desde 1960, los cubanos buscan el vellocino de oro en Miami y para alcanzarlo hacen lo impensable apoyados en la “Ley de Ajuste Cubano”, aprobada en 1966, la cual les facilita de inmediato un estatus diferente al de cualquier otro emigrante, debido a la tergiversación política que han hecho de la salida de los cubanos, a fin de vender la imagen de que “huyen del comunismo.”
Amenazas de acciones de fuerza y de autoflagelación frente al Palacio Bolívar, sede del Ministerio de Relaciones Exteriores, son casi idénticas a las que el grupo de los 75 hicieron en la plaza frente al Ministerio de Asuntos Exteriores de España, incluso se mantienen acampados en carpas, se han encadenado y ejecutado protestas públicas alterando el orden.
Mientras se encontraban en Cuba, la embajada española los atendía como disidentes y opositores, pero al llegar a Madrid y comprobar la conducta que asumían, de inmediato le cambiaron el calificativo por revoltosos, ya no eran necesarios para la propagada contra la Revolución cubana.
Esta realidad comprueba lo que el gobierno cubano lleva denunciando hace 56 años, el carácter mercenario y estos elementos al servicio de los yanquis para ofrecerle al mundo una imagen distorsionada de la realidad cubana.
Diariamente se puede constatar por Internet las campañas de calumnias sobre supuestos arrestos, golpizas, represiones, detenciones arbitrarias y una sarta de mentiras más, pagando millones de dólares anuales por mantener matrices de opinión contrarias a Cuba y poder justificar sus políticas criminales como el Bloqueo Económico, Comercial y Financiero, o que Cuba es un país que apoya al terrorismo.
Todo es falso y solo cuando aquellos países que se dejan arrastrar por las cruzadas propagandísticas contra la Revolución, comprueban en carne propia quienes son en realidad los llamados “disidentes”, es entonces que comprenden bien la verdad de Cuba, algo que siempre omite El Nuevo Herald en sus noticias.
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