lunes, 19 de enero de 2015
Si la lucha por la medalla de oro en unas olimpiadas se parangonara con la búsqueda de inmunidad en un Parlamento, sin lugar a dudas que la presea dorada debe estar en el pecho del expresidente de Panamá Ricardo Martinelli (2009-2014).
Si alguien lo duda que examine los siguientes datos y los compare con cualquier expresidente de la región que haya optado por el privilegio de acogerse al extraño derecho de ser diputado del Parlamento Centroamericano solamente por el simple expediente de haber sido máximo gobernante de un país.
Martinelli dejó de ser presidente de Panamá el 30 de junio a las 12 de la noche, y a las tres de la tarde del 1 de julio en lugar de estar en el pleno de la Asamblea Nacional cumpliendo su promesa de «sentir el enorme placer de entregar al candidato ganador la banda presidencial», estaba en Guatemala en un pequeño recinto del Parlacen.
No estaba allí cumpliendo algún compromiso pendiente de su gobierno con el Legislativo subregional, sino levantando su mano derecha ante la sospechosa mirada de una señora diputada, Paula Rodríguez, quien como presidenta del Parlacen violaba el requisito establecido y juramentaba al ya a esa hora exgobernante panameño con menos del 70 por ciento de la Junta Directiva presente.
Extrañamente y a pesar de una manifiesta ignorancia de lo que es el Parlacen y desconocimiento absoluto de sus mecanismos, según sus propias palabras, Martinelli aparentemente sabía que si en lugar del día 1 de julio hubiera ido a Guatemala el 2, a estas horas ni fuera diputado ni gozara de inmunidad.
Lo que sucede es que ya el Parlacen había decidido cambiar el método de aprobación de los exgobernantes como diputados, y a partir de esa fecha entraba en vigor un nuevo reglamento para que dicho proceso no se efectuara ni ante la junta directiva ni ante la presidenta.
El Parlacen además, estaba en receso, pero la señora logró reunir a cinco de los siete miembros de la Junta para favorecer a Martinelli aún cuando no eran el quorum requerido.
Ello motivó que los diputados panameños encabezados por Dorindo Cortez intentaron que la asamblea general declarara nula la juramentación, lo cual hubiera significado que el expresidente habría tenido que volver a hacer el proceso durante la próxima asamblea plenaria, seguramente sin posibilidades de que fuera admitido.
Como parlamentario centroamericano, Martinelli goza de los mismos privilegios que los diputados de la Asamblea Nacional de Panamá, entre ellos que solo puede ser procesado por la Corte Suprema de Justicia, donde cinco de los nueve magistrados fueron designados por él, incluido su presidente Jorge Ayú Prado.
Quizás pensando en la «remota» posibilidad de una derrota electoral, Martinelli se curó en salud y modificó el Código Procesal Penal para establecer un nuevo mecanismo para investigar a los diputados, con numerosas trabas que hacen casi imposible la indagación.
La oposición lo denunció entonces como un blindaje de Martinelli a sus diputados, sobre todo aquellos acusados de peculado, pero resulta que él lo que había hecho era abrir su propio paraguas en previsión de alguna amarga eventualidad.
El había desbarrado contra el Parlacen al que llamó cueva de ladrones, un lugar para perdedores donde van a parrandear y a chupar con inmunidad.
Esas liberales afirmaciones fueron formuladas ante el supuesto de que Cambio Democrático no perdería las elecciones de mayo de 2014 y que él continuaría al mando del gobierno a través de la dupla José Domingo Arias-Marta de Martinelli, y allí radica su grave error y el de su gente.
El peculado se multiplicó por decenas de veces ese último año, no solamente por la cobertura para el robo que daba la campaña electoral, sino por la rebatiña de los cargos entre ellos mismos y el miedo a quedar fuera en nuevos repartos en un segundo mandato de Martinelli.
La derrota electoral fue como una bomba «barremargaritas» de las experimentadas por Estados Unidos en Vietnam: acabó con todo un programa de dominación política y económica hasta 2025, fecha en la que Martinelli tendría más oro que todos los emires juntos y la larga sombra de su nombre podría suplantar el de Panamá.
Por eso el golpe ha sido tan duro. También por eso mucha gente dudaba que él y sus socios fueran procesados por la justicia, de allí las expectativas sobre su inmunidad y su relación, además, con el final de procesos graves y emblemáticos como los juicios en Italia sobre Finmeccanica que lo tienen a él como centro, y el de Financial Pacific en el contexto istmeño.
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