viernes, 15 de mayo de 2015
Por Rolando López del Amo
Los estudiantes de la antigua Escuela de Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana, al graduarse, recibían el título de Doctor en lugar de Licenciado, que es el que se otorga actualmente. De igual manera ocurría con carreras como Derecho, Pedagogía y otras. Ese doctorado no era un grado científico como es hoy. Una tía mía me contaba una graciosa anécdota relacionada con un condiscípulo suyo que, al graduarse, encargó que le hicieran unas tarjetas de presentación que decían: Dr. Fulano de Tal, Filósofo y Literato. Y el pobre señor no tenía obra filosófica ni literaria de su autoría.
En nuestros días escuchamos a veces, en los medios de difusión, darle categoría de filósofo a alguien que estudia o escribe sobre esos temas, sin que haya hecho aporte singular a esa materia. Pero sin ser filósofo ni literato, como el amigo del cuento, todo hombre tiene derecho a pensar y opinar sobre lo que crea conveniente, sobre todo si lo hace con honradez. Siempre me ha gustado el concepto martiano de libertad como el derecho que todo hombre tiene a ser honrado y a pensar y hablar sin hipocresía. (más…)