viernes, 15 de mayo de 2015
Por Rolando López del Amo
Los estudiantes de la antigua Escuela de Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana, al graduarse, recibían el título de Doctor en lugar de Licenciado, que es el que se otorga actualmente. De igual manera ocurría con carreras como Derecho, Pedagogía y otras. Ese doctorado no era un grado científico como es hoy. Una tía mía me contaba una graciosa anécdota relacionada con un condiscípulo suyo que, al graduarse, encargó que le hicieran unas tarjetas de presentación que decían: Dr. Fulano de Tal, Filósofo y Literato. Y el pobre señor no tenía obra filosófica ni literaria de su autoría.
En nuestros días escuchamos a veces, en los medios de difusión, darle categoría de filósofo a alguien que estudia o escribe sobre esos temas, sin que haya hecho aporte singular a esa materia. Pero sin ser filósofo ni literato, como el amigo del cuento, todo hombre tiene derecho a pensar y opinar sobre lo que crea conveniente, sobre todo si lo hace con honradez. Siempre me ha gustado el concepto martiano de libertad como el derecho que todo hombre tiene a ser honrado y a pensar y hablar sin hipocresía.
Confieso mi tendencia, incrementada con el paso del tiempo, de acudir a ese pozo de ejemplaridad y sabiduría que, para nuestra suerte, tenemos los cubanos en la vida y la obra de José Martí. Es de una actualidad asombrosa. Sigue siendo nuestro contemporáneo. El está en la raíz misma de nuestra identidad como nación y en las ideas que alentaron a dos generaciones revolucionarias en la república neocolonial.
José Martí nos recordaba que Mover un país, por pequeño que sea, es obra de gigantes. Y quien no se sienta gigante de amor, o de valor, o de pensamiento, o de paciencia, no debe emprenderla (1-167).
Así veía Martí la condición del dirigente, del gobernante. Él también sabía que los pueblos pasan por etapas distintas en su desarrollo y, cuando son nuevos, el papel del líder es determinante, en tanto que en su proceso de maduración, ese papel dirigente lo desempeñan las ideas que se recogen en programas. Escribe Martí:
En países donde la mayoría de los hombres conoce su interés y es capaz de su derecho, el gobierno no proviene de la necesidad de que lo ejerza una criatura superior…, sino de la imposibilidad material de que todos los humanos gobiernen a una vez, por lo cual se ponen de acuerdo sobre el modo mejor de dirigir sus asuntos y escogen de entre sus filas los que les parecen más capaces de entenderlo y ejecutarlo, o les proponen ideas que creen aceptables y útiles (11-124).
Esas ideas fueron la sustancia de la creación del Partido Revolucionario Cubano, con bases, estatutos y programa bien definidos para su tarea histórica de unir a todas las fuerzas cubanas que deseaban la independencia.
Muchos son los resultados que nuestro pueblo ha logrado en medio siglo, a pesar de las condiciones tan difíciles desde los inicios del triunfo revolucionario, acentuadas en grado máximo desde la década de los años noventa del pasado siglo con la liquidación del mundo socialista europeo –principal sostén económico, comercial, financiero y de transferencia de conocimientos científicos y técnicos, y suministro de medios militares para nuestra defensa frente al bloqueo genocida y otras agresiones.
Junto a los éxitos, cargamos nuestras deficiencias y errores, lo que nos atañe propiamente y no es resultado de la acción enemiga. Nunca nos negamos a reconocer errores o tendencias negativas. Nos movíamos por caminos inéditos y siempre tratamos de aprender y rectificar.
Marx pensó el socialismo como consecuencia del capitalismo desarrollado, pero los seguidores de sus ideas de justicia tomaron el poder político en países que no lo eran. Sin renunciar al fin deseado, comprendieron que sin una base económica desarrollada, no habría ni comunismo, ni socialismo. De ahí la NEP de Lenin y las experiencias que por ese camino asumieron China y Vietnam.
Cuba, por su parte, también ha comprobado que necesita abrir su economía al mundo. No son tiempos de falansterios. Tanto Marx como Engels comprendieron que ninguna de las formaciones económico-sociales anteriores al capitalismo habría permitido el paso al soñado comunismo científico. Solamente el hasta entonces inusitado desarrollo de las fuerzas productivas que trajo el capitalismo creaba las condiciones materiales para tan ambicioso proyecto.
Lo importante es que los procesos de desarrollo económico y social estén dirigidos por partidos que comparten los sueños de Marx y estén cargados del profundo humanismo del insigne alemán.
Vuelvo a Martí: No se debe poner mano ligera en las cosas en que va envuelta la vida de los hombres. La vida humana es una ciencia; y hay que estudiar en la raíz y en los datos especiales cada aspecto de ella. No basta ser generoso para ser reformador. Es indispensable no ser ignorante. El generoso azuza; pero sólo el sabio resuelve. El mejor sabio es el que conoce los hechos (11-158).
Publicado por Silvio en 7:56 p. m
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