Arthur González
La nueva ronda de conversaciones entre las delegaciones de Estados Unidos y Cuba efectuadas el pasado 21 de mayo 2015, despertaron mucho interés en América Latina y Europa por su significado histórico, después de más de medio siglo de ruptura de relaciones diplomáticas, comerciales y culturales.Este encuentro sirvió para perfilar cómo serán esas relaciones en lo adelante, el comportamiento de los diplomáticos bajo el estricto cumplimiento de la Convención de Viena de 1961, donde se norman los deberes y derechos de los estados acreditantes y receptores, así como otras cuestiones técnicas para el mejor funcionamiento de ambas misiones.
Desde la apertura en 1977 de las Secciones de Intereses de los dos países, logradas durante el mandato del presidente James Carter, los diplomáticos estadounidenses han violado consuetudinariamente lo establecido en el derecho diplomático internacional y los principios acordados que dieron origen a las mismas, al ejecutar múltiples acciones de espionaje denunciadas por la TV cubana en el verano de 1997, así como la instalación de tres centros ilegales para entrenar y abastecer a la contrarrevolución creada por Estados Unidos.
Esa conducta subversiva sostenida en el tiempo, es constantemente rechazada por las autoridades de Cuba debido a la injerencia en sus asuntos internos, con el fin de fomentar provocaciones callejeras y servir de marco para sostener campañas difamatorias de supuestas violaciones de los derechos humanos, algo que el gobierno cubano no aceptará en unas relaciones diplomáticas plenas.
Al respecto, el presidente Barack Obama en su discurso del pasado 17 de diciembre fue honesto y preciso, posición reafirmada en el Comunicado Oficial emitido por la Casa Blanca, donde se expresan algunos conceptos, tales como:
“EE.UU. no ha conseguido nuestro perdurable objetivo de promover el surgimiento de una Cuba estable, próspera y democrática”.
“No podemos seguir haciendo lo mismo y esperar obtener un resultado diferente”.
“Podemos hacer más para apoyar al pueblo cubano y promover nuestros valores…”
“Poner fin a nuestro enfoque obsoleto y promover de manera más eficaz la implantación de cambios en Cuba, dentro de un marco acorde con el apoyo de Estados Unidos al pueblo cubano, y en consonancia con nuestros intereses de seguridad nacional.”
“La implicación de EE.UU. será de carácter fundamental siempre que corresponda, e incluirá un apoyo continuo y sólido que perseguirá la mejora de las condiciones en materia de derechos humanos y la implementación de reformas democráticas en Cuba…”
“Nuestros esfuerzos se enfocan en promocionar la independencia de los cubanos para que no tengan que depender del estado cubano”.
“La administración continuará implementando programas enfocados en promover el cambio positivo en Cuba”.
Con el fin de reforzar la campaña de mentiras contra Cuba, el presidente Obama sentenció:
“…No me hago ilusiones con respecto a los continuos obstáculos a la libertad que aún enfrenta el ciudadano cubano común. Los Estados Unidos consideran que ningún cubano debe ser víctima de acoso, arresto o golpizas, solo por ejercer el derecho universal de hacer que su voz se escuche. Continuaremos apoyando a la sociedad civil allí”.
Ante tales argumentos no se puede esperar ningún cambio positivo en cuanto a la política subversiva y continuarán ejecutándola hasta lograr su sueño de derrocar al primer país socialista de América.
Resulta importante aclarar las decisiones que irán ejecutándose, como fue la autorización excepcional informada el 22 de mayo del 2015 por la OFAC, Oficina de Control a los Activos Extranjeros, del Departamento del Tesoro, al banco estadounidense Stonegate, con el propósito de que la actual Sección de Intereses de Cuba en Estados Unidos pueda volver a operar financieramente con una entidad bancaria.
Esa medida es extraordinaria para garantizarle al banco que no será sancionado por aceptar transacciones con Cuba, y fue tomada para lograr la apertura de una misión diplomática estadounidense en La Habana, ya que Cuba no lo acepta no poder abrir una cubana en Washington, por carecer de una entidad bancaria que garantice su normal funcionamiento, especialmente la actividad consular con su comunidad residente en Estados Unidos.
La decisión está bien delineada y no puede confundirse con una eliminación de las sanciones impuestas a Cuba, donde se prohíben y sancionan todas las transacciones bancarias que empleen el dólar norteamericano.
El haber suprimido a Cuba de la lista de países que patrocinan el terrorismo, no significa que las sanciones vigentes en el Decreto No. 3447 del Embargo, del 3 de febrero 1962, las regulaciones referidas al régimen aplicable a todas las operaciones comerciales y financieras relacionadas con Cuba, aprobadas el 8 de julio de 1963, y las refrendadas en la “Ley para la Democracia en Cuba”, de 1999 conocida como Ley Helms-Burton”, hayan desaparecido.
Esas permanecen con la misma fuerza que fueron aprobadas por el Congreso de Estados Unidos bajo la administración Kennedy, con el objetivo expreso de “evitar las satisfacciones del pueblo por parte del gobierno socialista, apoyada por campañas sicológicas para crear el resentimiento del pueblo contra el gobierno”.
Por eso José Martí señaló:
“Para apreciar con fruto, es necesario conocer con profundidad.”
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