


Una extenuante y sorpresiva jornada electoral se vivió el domingo en Argentina. No fue sino hasta la medianoche que los ciudadanos conocieron los primeros resultados parciales de los comicios generales, los cuales arrojaron un estrecho margen entre el candidato Daniel Scioli del Frente para la Victoria (FpV) y Mauricio Macri de la coalición opositora Cambiemos.
Contra todos los pronósticos, este último estuvo a punto de arrebatarle la victoria en primera vuelta a Scioli. Sin embargo, Scioli revirtió la situación y fue el más votado al alcanzar el 36,86 % (nueve millones) con el 97,19 % de las mesas escrutadas.
Su contendiente, un empresario de 56 años, alcalde de Buenos Aires, alcanzó el 34,33 %, de acuerdo con la Dirección Nacional Electoral. Si comparamos los resultados de las Primarias de este año, vemos que el FpV mantuvo un electorado sólido que repitió posiciones y que la alianza conservadora de Macri creció en cuanto a simpatizantes.
Como ninguno de los dos aspirantes logró sumar los 45 puntos porcentuales de los sufragios, ni el 40 % y una diferencia de diez puntos sobre su rival, se enfrentarán nuevamente este 22 de noviembre, para suceder a Cristina Fernández, en el primer balotaje que se realiza en la historia.
El analista político argentino, Juan Manuel Karg dijo a Granma que “la segunda vuelta electoral en Argentina concentrará las miradas del continente entero ya que hay una posibilidad cierta de restauración conservadora en el país”.
Según Karg, el 22 de noviembre “se enfrentarán dos modelos de país: el del FpV, sostenido en el desarrollo interno, políticas autónomas en materia económica y de relaciones exteriores; y el frente Cambiemos (Propuesta Republicana+Unión Cívico Radical) que propone una liberalización mayor en términos económicos, intentando quitar protagonismo al Estado en el ámbito comercial, además de buscar una relación privilegiada con Washington y la Unión Europea, similar a la política exterior que ensayó el menemismo en la década del 90”.
“Si bien Macri, representante del sector más conservador de la derecha, ha intentado en las últimas semanas un cambio discursivo en vías de mostrarse más amigable a las mayorías populares, proviene de un sector acomodado del empresariado local, y tiene fuertes vínculos con las derechas regionales, es por ello que un hipotético gobierno suyo significaría también un peligro para el proceso de integración en curso”, agregó Karg.
Los expertos ubican ahora al electorado del tercer lugar de la contienda, Sergio Massa (de la alianza Una Nueva Alternativa con 21,34 %), como los jueces del duelo presidencial.
Es por ello que estiman que tanto Macri como Scioli intentarán “seducir” a ese sector de la población y a los indecisos.
El propio Scioli dijo al respecto que “los votantes de (Sergio) Massa están más lejos de Macri que de nuestro espacio”.
Massa viene del llamado peronismo disidente, una corriente política opositora a lo que consideran el kirchnerismo (FpV), que a su vez asume los postulados del Partido Justicialista, nucleado en torno a la figura del expresidente Juan Domingo Perón.
Ante ello, Scioli convocó a los “indecisos e independientes” a trabajar con él y se mostró más confiado en un posible triunfo al señalar que “los argentinos no quieren un cambio hacia atrás ni una vuelta al pasado”.
El hasta ahora gobernador de Buenos Aires manifestó que “la palabra cambio puede ser muy atractiva, pero debemos analizar qué es lo que queremos cambiar”. También se refirió a la continuidad del modelo kirchrnerista que se ha enfocado en la igualdad, el desendeudamiento, en la promoción del empleo y en impulsar la industria.
Otra sorpresa de la jornada fue la elección a gobernador de la provincia de Buenos Aires donde se impuso la candidata de la alianza de Macri, María Eugenia Vidal. Esta provincia es del tamaño de Italia, y con sus casi 16 millones de habitantes alberga el 37 % del padrón electoral argentino.
De hecho, el FpV fue el más votado en casi todas las gobernaciones del país, sobre todo en los sectores pobres y alejados del centro económico porteño. Ello evidenció el saldo positivo de las políticas públicas y económicas que durante 12 años de mandato kirchnerista tuvieron a los desfavorecidos como eje central de gobierno.
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