
Rolando Rodríguez con Fernando Martínez Heredia en la plaza en 1966. Imagen tomada de Dialogar, dialogar.
Quiero hacer memoria de Fernando Martínez Heredia, porque sé que en un tiempo ya no muy lejano, Caronte deberá venir a buscarme en su barca. Todos los que nos conocieron bien, saben del cariño entrañable que nos ligó. Él estudió bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza de Santa Clara, pero, curiosamente, no fue en mi tierra querida, que vio nacer a Marta Abreu, que aquel joven oriundo de un paraje de imposible gentilicio, Yaguajay, y yo, nos conocimos. Fue en 1959, en la Facultad de Derecho, donde se produjo el encuentro. Para nada sospeché del talento singular, fuera de lo común,que albergaba aquel muchacho, que desde la azotea del instituto colocado frente al Parque Vidal, había lanzado un mueble sobre el auto oficial de un gerifalte villaclareño de la dictadura del infame Batista.