26 julio 2017
Por Daily Sánchez Lemus
Santiago de Cuba, madrugada del 26 de julio de 1953.
“¿Qué estará pensando mamá? Seguro se preocupa porque no he llamado. Lástima que quizás mi traje blanco no vuelva a usarlo, ni la corbata roja. O quizás sí. Santiago debe ser una ciudad muy linda, pero no ha habido tiempo para recorrerla. Ahora de madrugada solo quedan vestigios de los carnavales. Cuando todo cambie, voy a ser alguien grande y mamá estará orgullosa de mí. Daría cualquier cosa por comer perejil en estos momentos, o un buen plato de papas fritas. Bueno, quizás no regrese. ¿Cómo se enterarán? Pase lo que pase, Batista se tendrá que ir del poder. La tensión es grande. Aunque hayamos hecho prácticas de tiro, por lo menos yo no he estado en un combate de verdad. ¡Las veces que le regresé a la vieja con la ropa enfangada de las prácticas de tiro, y le tuve que decir que estaba en una comelata en el campo! Hay que ver cómo duele callar estas cosas que estamos haciendo… Yo creo que estamos llegando al lugar. Tengo ganas de ver a mi novia…”
La Habana, 8 de enero de 1959